• 03/03/2017 01:03

El quehacer panameño

Ya no se debe ni escribir de los ruidos o escándalos de alcance internacional que manchan la imagen de los panameños

Ya no se debe ni escribir de los ruidos o escándalos de alcance internacional que manchan la imagen de los panameños, sino que también afectan el orden económico, planes y proyectos que conducen a la generación de la riqueza. Mejor hablar de roles o responsabilidades a seguir.

En tiempo de dictadura, hablar alto y claro podría significar la desaparición y aun muerte de los que se levantaban censurando algún entuerto. No cabe el silencio en la llamada democracia de los llamados a expresarse dentro de nuestras fronteras patrias. Recuerdo claramente las declaraciones de la Iglesia durante el gobierno del ex presidente que huyó por los aeropuertos; ‘No confiamos ni en las buenas intenciones de los que gobiernan'.

No hace siquiera un mes el ex hombre fuerte de Panamá, Manuel A. Noriega, se quejaba en entrevista en el Canal 13 de TV, de lo injusto en los procesos seguidos en su contra.

Los panameños necesitamos saber todavía qué ocurrió con el padre Héctor Gallegos en Santa Fe de Veraguas. Qué nos falta conocer de la muerte del Dr. Hugo Spadafora. De los muertos y enterrados en cementerios comunes en Panamá. De los lanzados al vacío desde helicópteros en las selvas de Darién. Del rol de la cuadrilla de los Doberman (‘hombres perros') para controlar a civiles desarmados, previo a la invasión de los Estados Unidos de América a la República de Panamá. Ventilar cosas como estas contribuyen a traer paz a un pueblo como el nuestro, sediento de justicia. Necesitamos ser categóricos en nuestras ideas. Otros dirán de qué sirve conocer lo que realmente ocurrió. Sería mejor preguntar a los deudos, a las personas que perdieron a sus familiares y personas queridas durante esos días de crisis, del poder trasnochado, de los que andaban ávidos de la sangre inocente. Todavía cabe el arrepentimiento. Se el ex dictador no ha traspuesto el telón será que tendrá muchas cuentas que contar. Se considera a la fe cristiana como la mejor creencia, porque contempla el perdón, entre otras cosas. Otros credos contemplan la venganza. Pero si hay una venganza, ‘mía es la venganza dice el señor, yo daré el pago'. A juzgar por esta sentencia, no hay para dónde correr. Los que confían en esto poco a poco ven cómo todos sus enemigos van desapareciendo, algunos de manera trágica, y sin mover un dedo. Me consta esta aseveración. Concluyo que el país, hoy como en ningún otro tiempo en su historia, depende de la justicia en todos sus aspectos: la Procuraduría General de la Nación, llevando adelante cada proceso; investigación y encausamiento de los implicados en delitos. No importa (en la expresión panameña) qué tan mono gordo sea. Porque si aprovechó la confianza depositada en él para gobernar y creó toda una estructura de delitos, enriquecimiento injustificado, peculados, apropiación indebida de bienes o propiedades, es justo que todo esto regrese al Estado; es decir, a quien lo creó; nuestras mujeres y hombres que trabajaron. A fin de cuentas, los que impiden que el país se desplome bajo el peso de tanta avaricia y hambre por la plata. Siempre los cargos de presidente, ministros y directores son transitorios; los dos anteriores son cargos de confianza para el que gobierna. A la Corte Suprema de Justicia le corresponde la interpretación de la Ley. Sus fallos no pueden ser sesgados para beneficiar a terceros, sino para limitar y detener al delincuente en su avance. Los organismos de seguridad, pese a que son la mayoría como la policía, servicios de frontera, servicios de inteligencia y todo tipo de estrategia para conjurar el delito, tampoco pueden estar en todas partes, sino serían dioses. El delito se corrige desde el principio, en la formación de la criatura, niño o infante. Si se trabaja desde ahí se obtendrán mejores resultados. Si la población aumenta, aumentarán los problemas. Mientras tanto, en Panamá se crean proyectos mejor delineados a lo largo del país, en materia agropecuaria, en infraestructuras o carreteras que no es lo novedoso, sino lo necesario. En nuestro país podremos estar muy equipados en máquinas, computadoras o celulares, (hardware), podemos tener muchos paquetes electrónicos (el software), pero si el individuo no está integrado en valores, carácter y temperamento, es como esperar la muerte desde una hamaca.

ECONOMISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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