• 18/03/2017 01:02

Reincidencia, alarma roja para Panamá

El 60% de los reos reincide y vuelve a la prisión

El término reinserción se refiere a reincorporar a la sociedad a las personas que cumplieron una condena en prisión y que ahora están en libertad. Este regreso a la sociedad implica derechos y obligaciones, convivir nuevamente en el marco de la libertad y la posibilidad de volver a trabajar, a estudiar o poder realizar cualquier actividad que desee, siempre respetando y sometiéndose a la normativa. Hay quienes sostienen que la cárcel permite la reeducación del reo y su cambio de consciencia, predisponiéndolo hacia un cambio de actitud positivo que una vez cumplida la condena, se reinserte en la sociedad, haciendo el bien y cumpliendo las leyes. Otros opinan que la cárcel, sobre todo aquellas superpobladas, sin presupuesto adecuado, no reeduca a nadie, muy por el contrario, son un caldo de cultivo para seguir promoviendo el espíritu delincuencial de los presos. Es decir, el reo sigue inmerso en un espacio que aunque contenido, le permite seguir en contacto directo con la pandilla, la violencia, la droga y otros tipos de ilícitos.

En nuestro hermoso país, la población penitenciaria es de 17,137 detenidos, recluidos en 23 cárceles, excediendo en un 60% su capacidad. Del total de detenidos, el 40% ha recibido una condena por los delitos cometidos, el resto, 60%, espera que culmine el proceso. El 60% de los presos se encuentran recluidos en dos cárceles, La Joya (4,230 reclusos) y La Joyita (5,200 reclusos). El costo diario de un recluso es de B/10.00. Las deterioradas infraestructuras de los penales, la falta de custodios, de médicos y programas específicos para la resocialización de los reos son los principales problemas que enfrenta el preso panameño, que a la final lo lleva a la reincidencia delictiva, cuantificada en un 60% de los que cumplen su condena. O sea, de cada 10 reos que vuelven a reinsertarse a la sociedad, 6 regresan a la prisión por volver a delinquir en su transgresión ya condenada anteriormente.

¿Por qué? ¿Qué ha pasado? Hoy el delito de venta y distribución y transporte de drogas tiene mayor presencia dentro del sistema penitenciario, hoy hay dos bandas, dedicadas a proveer transporte de drogas y otros servicios para las organizaciones de tráfico transnacional, ambas tienen poder en los centros penitenciarios y regulan las actividades de sus miembros, dentro o fuera de los penales, dinamizando sus actividades delictivas desde adentro. Ellas perfilan el futuro de sus miembros una vez cumplan sus penas, prima el código y disciplina de sus bandas, de sus jefes, incluyendo su vida, al ser protegidos de su banda rival. Por eso reinciden y vuelven al penal, a cumplir otra condena, por el mismo delito; dado que su vida, desde temprana edad, está vinculada con la banda, la cual no solo lo adentró en el delito de las drogas, sino que lo provee de buenos ingresos y lo arma para resolver problemas de tumbes o robos de drogas, a punta de bala. Esta nueva vivencia delictiva le permite tener lujos superfluos y crear lazos familiares a corta edad, escasamente cumpliendo los 18 años, lo cual le permite, si sobrevive a las diarias amenazas de la otra banda, cumplir varias condenas en prisión.

Si se quiere dar mejores caminos de avenencia y felicidad al reo que ya cumplió su condena, se hace necesario regular la convivencia de los reos dentro de la prisión, mantener control del gobierno por encima de las bandas, romper el futuro del reo con su pasado delictivo y con la banda que lo llevó al delito. Se hace necesario desarrollar programas de resocialización para que se integre a la sociedad con el meraki que necesita su nueva vida. A la vez se necesita bajar el hacinamiento, rehabilitar y reinsertar a los privados de libertad a la vida en sociedad, entender y promover alternativas resocializantes para esta juventud que proviniendo de estratos bajos, tratan de resolver sus necesidades con el delito y el narcotráfico. Hay que hacerles entender que la educación y los valores marcan el camino del éxito en su porvenir, que la familia es el centro dinámico de su futuro y que se puede convivir en la sociedad sin odios, ni venganzas.

El principal problema de nuestros sistemas carcelarios es la violación masiva de los derechos fundamentales de las personas presas, esto tiene un claro efecto, es evidente la baja autoestima de nuestros presos, el exacerbado odio acumulado que día a día estructura en su interior, el cambio de sus principios éticos y morales que desaparecen por los impuestos por la ley de la banda en la cárcel, así mismo el efecto de la penalización social lo destruye, muchos pierden los lazos afectivos con sus familiares, esposas, hijos y amigos; el solo hecho de haber cumplido su pena lo inhabilita para conseguir trabajo. Definitivamente, la transición hacia un nuevo modelo penitenciario pasa por entender que el paso por la cárcel es para purgar los delitos, esto es, para satisfacer con una pena lo que se merece por un delito. Se hace necesario investigar a profundidad por qué el 60% de los reclusos reinciden y vuelven a la prisión; allí está la clave para perfeccionar la estadía del preso en reclusión y hacerlo entender, a él y a la sociedad, que ya cumplió su condena y está habilitado a convivir en paz y feliz con todos sus familiares y conciudadanos.

ECONOMISTA

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