• 01/04/2017 02:01

Venezuela agoniza, el mundo solo la mira

¿Puede arrastrar una revolución a una sociedad o Estado al desastre o la anarquía? ¿Es esto lo que ha pasado en Venezuela?

‘La Revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos': frase que se le atribuye a Robespierre cuando iba camino a la guillotina para ser decapitado en 1794.

Cuando se oye hablar a los dirigentes venezolanos de la revolución bolivariana, nos resuena en la memoria este condenatorio axioma.

¿Puede arrastrar una revolución a una sociedad o Estado al desastre o la anarquía? ¿Es esto lo que ha pasado en Venezuela?

Con antecedentes perfectamente bien conocidos por todos, el escenario actual de nuestra querida hermana República de Venezuela es deplorable, con un sistema político aniquilándose entre ellos, la democracia en un estado de descomposición, la crisis económica latente y galopantes por lo llanos antes prósperos y productivos, con una sociedad que tiende a agredirse cada vez más entre ellos, escasez alimentaria y falta de medicamentos.

¿Es este el resultado u objetivo de una revolución? Que encarcela la opinión y premia la corrupción, Venezuela está muriendo ante los ojos indiferentes de sus vecinos y el mundo, que hasta la saciedad se ha jactado de defender los Derechos Humanos y los Estados Democráticos, el mundo es cómplice de los opresores y secuestradores de Venezuela y todo el mundo lo sabe, pero intenta ignorarlo.

Hay alteración en el orden y sistema constitucional y político, un Poder Ejecutivo que desafía la soberanía emanada de un Poder Legislativo, con la complicidad de un asaltado Órgano Judicial. Hay ausencia de justicia por doquier, prisioneros políticos a más no poder, medios de comunicación clausurados y secuestrados.

Como consecuencia de lo anterior, ha habido un debilitamiento total institucional que ha traído como consecuencia ahondar más en la crisis económica, social y humana en la tierra de Bolívar, que ayer quiso liberar un continente y que hoy desde su tumba exige que liberen a su pueblo de tantas e inmerecidas penurias.

Nuestros hermanos venezolanos enfrentan la mayor escasez de alimentos registrados en su historia ni hablar de la falta de medicamentos; en fin, los servicios básicos están en estado crítico.

La fuerza de la ley y el orden cada día pierde más terreno ante la delincuencia y cada vez más se ven deteriorados los valores sociales.

Es hora de que la región haga que los tantos y costosos mecanismos de integración política y económica asuman el rol para el que fueron creados, no podemos ser convidados de piedras a presenciar la desgarradora descomposición de uno de los países más ricos y productivos de la región.

Hoy, todos los países que componen este continente son cómplices de esa larga agonía que la azota.

Pongamos en ejecución los elementos jurídicos a través de organizaciones creadas para preservar la paz y el bienestar de todos los seres humanos, debemos identificarnos con el sufrimiento de nuestro hermano pueblo y condenar los abusos a las libertades, la pérdida cada día más de los derechos humanos, empujar a nuestros dirigentes y a la OEA a que se pongan del lado correcto como lo exigirá la historia en su debido momento.

Las grandes revoluciones deben estar dirigidas a mejorar el bienestar de los ciudadanos, garantizándoles libertad absoluta y respeto los derechos fundamentales como políticos, debemos pasar de las pálidas visitas y elaboración de repetitivas resoluciones que al final no resuelven nada, a estar de parte de la institucionalidad del Estado, no seguir siendo cómplices de la anarquía y la opresión de quienes a mala fueron electos y que hoy solo pretenden acabar con Venezuela.

DIPLOMÁTICO DE CARRERA.

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