• 14/05/2017 02:01

Comunicación desde el Gobierno

No entiendo qué hace la Oficina de Comunicación del Estado

Una de las fallas que tiene la actual gestión gubernamental es la referente a la comunicación que emana desde el Gobierno, y por eso se forman los zaperocos a los que ya nos estamos acostumbrando. En sus inicios se produjo el ‘efecto Castalia', que fue el resultado de que la conocida presentadora de televisión migrara con casi todos los periodistas que trabajaban con ella, hacia las oficinas gubernamentales. No pasaron 18 meses cuando la aguerrida coclesana volvió a coordinar el noticiero matutino, pero el resto de los que la siguieron —como al flautista de Hamelín— están desperdigados en diferentes instituciones.

El Gobierno no se da cuenta –o no quiere darse cuenta– la importancia que tiene una comunicación clara y oportuna, que es una poderosa herramienta para generar no solamente apoyo a una gestión, sino para ejercer gobernabilidad, informar de manera adecuada lo que acontece –y vaya que estos últimos 12 meses ha pasado de todo– y hacer un control de daños adelantándose a que los demás hablen. Es la manera en que los políticos le informan a sus simpatizantes y hasta sus opositores, que están presentes, trabajando, haciendo lo que deben hacer, para lo que fueron electos o designados. Rendir cuentas de los presupuestos que se les asignan, anticiparse a las crisis y no mirar para otro lado cuando viene el golpe.

Siempre se tiende a pensar y a criticar la gestión de un político, por el prurito de ser o no afín a él, y ahora, con las redes sociales, la cosa se está volviendo una batalla campal con acusaciones que cada vez suben más de tono. No entiendo qué hace la Oficina de Comunicación del Estado: las crisis más recientes por la que hemos atravesado, específicamente en abril del año pasado, cuando se dieron a conocer los #PanamaPapers y ahora en medio de las investigaciones de Odebrecht han sido enfrentadas con una tibieza que raya en la desidia y los principales voceros del Gobierno –léase ministros, directores de instituciones autónomas y hasta el mismo presidente y vicepresidenta– optan por bloquear a un determinado periodista, como si el problema fuera el mensajero y no el mensaje.

Si vemos lo que pasa en otros países, el vocero del presidente o primer ministro emite responsablemente boletines periódicos porque es una obligación informar a la sociedad lo que está haciendo, así sean solamente letrinas. Es necesario que se le informe a la población con veracidad y no con burlas (como la más reciente, del ministro de Obras Públicas, que alegó que nunca había caído en un hueco, como si la ciudad de Panamá no pareciera un campo de Marte) porque se les dio la oportunidad de representarnos en esos cargos, si no, no estarían en esas posiciones.

Está probado que implementar una buena estrategia de comunicación de Gobierno le reduce a un político y su grupo un 50 % de su trabajo y la inversión en futuras campañas y nos permite a nosotros, los electores, saber cuáles son las personas idóneas para representarnos. Pero aquí se hace todo al revés: no se implementa un buen control de daños y cuando éste se produce, corren a contratar campañas carísimas de proveedores internacionales y nunca se conocen sus resultados (caso #PanamaPapers).

La Universidad de Panamá, con apoyo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la George Washington University, ha estado dictando diplomados internacionales desde el año 2009 sobre gobernabilidad, gerencia política y gestión pública, a través del Centro de Políticas Públicas y Transparencia de esa casa de estudios. No hay que inventar nada, sino aceptar la responsabilidad de los cargos, dar la cara y sobre todo, dejar la burla a la inteligencia del más humilde de los panameños. Como si no transitáramos por las calles y sufriéramos cada vez que caemos en un hueco, como si no sintiéramos que la ciudad es cada vez más peligrosa (el ministro aduce que es ‘percepción'), como si el costo de la canasta básica no subiera a diario, como si el país estuviera volando porque un chiringuito de cuatro mesas está lleno (‘inventores de crisis' nos llamaron), como si no nos diéramos cuenta del jueguito en que andan el Ejecutivo y la Corte para que no se investiguen de verdad los chanchullos de la gestión Martinelli, de la cual formaron parte por 26 meses los mismos que hoy nos gobiernan.

ARQUITECTA Y EX MINISTRA DE ESTADO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus