• 16/05/2017 02:00

Posgrados entre ‘ética y valores'

Enseñar ética y valores implica hacerlo desde el Deber y el Derecho Moral.

Los continuos actos de corrupción en todas las esferas de nuestra sociedad, testifican sobre el naufragio de lo ético, lo moral y los valores. De hecho, la universidad constituye ese espacio público, real y propicio para el debate respecto a las distintas problemáticas nacionales desde las aulas de clases y sobre todo, desde los cursos de postgrados y maestrías.

El análisis de esta problemática desde el curso Seminario de Fines, Ética y Valores del posgrado en Docencia Superior del C.R.U. de Colón es nulo. La principal ausente es la idoneidad docente para asumir dicha especialidad; como secuela, lo objetivo se superpone a lo subjetivo, en tanto, lo repetitivo produce una especie de gangrena a la motivación y al debate sobre la base del pensamiento crítico.

Para el sociólogo Ysmael Hernández, ‘la universidad y los docentes del siglo XXI tienen la misión de estar al servicio de los intereses del país…'. Sobre todo, a nuestro parecer, en lo concerniente al análisis de las problemáticas sociales sensitivas. La enseñanza de Fines, Ética y Valores desde el entramado intelectual superior, jamás debe canalizarse mediante posturas docentes jactanciosas a propósito de sus títulos y experiencias. Por otro lado, el pupitre no debe ser entendido como trono inseparable, trinchera o barricada que marca las distancias entre quien cree enseñar y quienes aprenden.

De igual forma, la docencia superior no se puede encaminar, exclusivamente, a cumplir los requerimientos administrativos, en detrimento del logro de los aprendizajes significativos o competencias axiológicas. Sin duda, pretender cumplir a cabalidad la programación analítica, en tiempo record, a expensas del descuido de las individualidades cognitivas, la motivación y logro de los aprendizajes significativos, aunado al afán de justificar administrativamente su labor, mediante la presentación de evidencias, trastoca el principio de flexibilidad de la educación y del diseño curricular. Sin escatimar que devalúa la concepción del docente como Gestor Axiológico Cultural.

Si la ‘Pedagogía en valores' promueve que cada persona sea el escultor de su propio desarrollo, entonces, aplicar y promover desde la docencia superior metodologías mecanicistas, rígidas y estériles, para la enseñanza-aprendizaje de la ética, la moral y los valores, resulta contradictorio. Es más, ello, atenta contra los planteamientos de la hermenéutica ‘Posmoderna' que coloca al hombre como esencia de la discusión para la comprensión, explicación e interpretación de los nuevos momentos históricos.

En suma, las incongruencias o desatinos administrativos en el C.R.U. de Colón no deben ser utilizados por algunos docentes como mecanismos de represión del estudiantado, puesto que se falta a la ética profesional. La ética, la moral y los valores son preceptos que involucran un COMPROMISO HUMANO, más no pueden entenderse, simplemente, como temas en boga de los que mucho se habla, pero poco se hace. Enseñar ética y valores implica hacerlo desde el Deber y el Derecho Moral.

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