• 19/07/2017 02:03

Moderna tercera edad todavía activa

Y paguen impuestos y continúen siendo consumidores de los bienes y servicios que la sociedad ofrece.

Tradicionalmente la psicología y otras profesiones identifican varias etapas de la vida humana que son marcadas por diversos factores, tales como el desarrollo físico, intelectual, emocional y moral del individuo. Algunos registran hasta nueve etapas que se inician con el período prenatal y culminan con la vejez o tercera edad. Esta última la identifican como los individuos de 65 años de edad en adelante. Creo que es hora de revisar estos conceptos a la luz de la expectativa de vida, la longevidad de la población y los avances de la medicina en nuestro siglo. Estos factores no son los mismos como lo que fueron años atrás.

Se ha señalado que en el siglo XIX la expectativa de vida no superaba los 40 años, mientras que durante el siglo pasado, gracias a la disminución de la mortalidad infantil y al aumento de la expectativa de vida, se han añadido al ser humano más años que durante toda la historia anterior de la humanidad. Cada día somos más longevos y más sanos. Se vaticina que a finales de este siglo se triplicará la cantidad de personas con 65 años de edad y más, con las previsibles presiones importantes en muchos aspectos de la vida individual y del desarrollo nacional.

Pero lo cierto, si de enfrentar la realidad se tratara, es que los ‘viejos' son cada día más ‘jóvenes'. Ya la tercera edad no corresponde al concepto que hasta hace poco hemos tenido, porque hoy se trata de un segmento de la población que no corresponde a la imagen del anciano retirado e incapaz de llevar a cabo actividades productivas por su propia cuenta, relegado total o parcialmente al cuidado de sus familiares o atendido por empresas ajenas. Ciertamente existen excepciones en nuestro país, sobre todo en casos en que la carestía de recursos económicos, de salud o de educación es de vieja data para ellos; pero la excepción confirmaría la regla.

El señalar e identificar cada una de las diferentes etapas de la vida, ha servido hasta ahora para proceder de manera especial con cada una de ellas. La infancia, por ejemplo, sirve para la aprobación de leyes especialmente dirigidas a la defensa de esa etapa y resguardarla de abusos por el trabajo infantil. La edad de la adolescencia ha sido aprovechada por los comerciantes para ofrecer productos y mercancías que satisfagan especialmente las necesidades percibidas por quienes dejaron de ser niños, pero todavía rondan los 18 años.

En nuestra sociedad la entrada a la década de los 60 años de edad parece ser una especie de precipicio por donde ruedan todos los que la alcanzan. Es la edad de jubilación según la ley de seguridad social, es la edad de retiro de profesores universitarios, es el momento de retiro de jueces y magistrados. Pero en la medida en que esta situación se acentúe y se expanda a otras actividades, se crearán presiones adicionales en nuestro país.

Una de ellas es el prolongado período de pago de pensiones de vejez de la Caja de Seguro Social, que puede llegar a desembolsos por más de 20 años de los fondos para jubilación. Otro efecto, de no hacer nada para evitarlo, es el desperdicio de tanto talento todavía perfectamente útil que está dispuesto y capaz de seguir siendo productivo.

Toca al Gobierno y al sector privado planificar actividades creativas para que estos ‘viejos-todavía-jóvenes' no sean retirados del mundo productivo y disfruten de horarios flexibles de trabajo para continuar siendo útiles. Y paguen impuestos y continúen siendo consumidores de los bienes y servicios que la sociedad ofrece.

EXDIPUTADA

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