• 09/10/2017 02:00

Esperan el olvido

Los corruptos y politiqueros juegan y apuestan al olvido: ese es el interés verdadero.

El olvido histórico en un país como este es, tal vez, el mejor mecanismo para que, a largo plazo, los que se han hecho de la cosa pública puedan vivir en goce y tranquilidad dentro de algunos años. Ya ha pasado. Después que nos damos cuenta de que muchos de los señalados no necesariamente pagarán por sus delitos, tendremos también que darnos cuenta de que con sus cálculos les quedarán muchos años a ellos y sus familiares para disfrutar de los bienes mal habidos. Una versión de este escrito fue publicado hace ya varios años y de allá para acá, no ha habido justicia. Están apostando al olvido. Los corruptos y los que politiquean están sumergidos en el juego de la politiquería y de la evasión de sus responsabilidades.

Hay otro sector que solo habla de dinero. La perorata diaria sobre las ‘bondades' y sobre el crecimiento económico. Hablan sobre obras monumentales. De inversiones, calificadoras y grados de inversión. De créditos extraordinarios, de millones y millones de dólares. Construyen obras lujosas y placenteras de exquisita calidad para sus actividades y comodidades privadas. Las obras que realizan para la Nación, mediante la obtención de contratos con sus contactos al servicio del Estado, resultan de poca calidad y seguridad. Los ejemplos sobran.

El olvido es importante para que solo nos enfoquemos en la alharaca diaria. En las actuaciones de precandidatos o precandidatas presidenciables que no tienen la más mínima oportunidad. Se prestan para ser utilizados. Quieren que estemos al tanto de las sandeces que muchos escriben en el Twitter, la mayoría diseñadas para desinformarnos, para cambiar el enfoque, el rumbo de la mirada.

Los que hablan de dinero, inversiones, calificadoras, etc., piensan en las ganancias personales o de grupo. Los que politiquean: en las migajas que el acceso a cierto nivel de poder politiquero les garantiza. Los de dinero ven rascacielos, carreteras para ir a sus casas de campo o para mover sus bienes y el comercio en lo cual tienen intereses particulares. Los que politiquean ven la coima y el salpique por firmar un permiso determinado para llevar adelante aquellas obras de interés de los primeros: no importa si amenaza la vida de otros como hoy sucede cada vez que llueve en Juan Díaz.

Las premisas que históricamente nos han guiado como Nación y como sociedad han variado profunda y sustancialmente. No existe un criterio unificado de hacia dónde queremos llevar este país; y en ese sentido, el contexto social en el cual operamos también ha cambiado significativamente, dando como resultado la falta de una visión compartida: falta que nos ha permitido observar y vivir la más maliciosa y perversa conducta de avaricia y provecho.

Somos un tercer sector de la población los que creemos que el desarrollo futuro de la Patria se sustenta sobre su historia. Sobre el camino recorrido que ha garantizado que este país haya llegado a este momento. Sabemos (no creemos) que las luchas generacionales del siglo XX por la recuperación de la Zona del Canal han sido el factor más determinante. Ni más ni menos. Si eso no se da, no estaríamos aquí. Creemos que la calidad de la condición humana es el factor más importante para un desarrollo integral como Nación y una educación visionaria es necesario para eso.

La presente conducta social que presenciamos a diario (descalificadora y destructiva, por cierto) ya ha infectado como un cáncer agresivo el tejido social de la Nación. Y lo más peligroso es que hay muestras evidentes de que la generación que crece bajo nuestra tutela ha sido infectada de alguna manera.

El reto para cualquiera que quiera gobernar este país es entender el enorme daño que se ha hecho en términos de comportamiento social, político y cultural. Alejarse lo antes posible de los que pretenden convertirnos en un país artificial. Comprometerse con los que lucharon, los que siempre han sufrido y con los que siempre han puesto los muertos.

Del tercer grupo de panameños, a los que nos preocupa el legado histórico y su valor para el desarrollo futuro de la Nación, nos alejamos de los dimes y diretes cotidianos que disimulan las intenciones reales de convertir este país en una franja de tierra sin historia y sin memoria. Los corruptos y politiqueros juegan y apuestan al olvido: ese es el interés verdadero.

COMUNICADOR SOCIAL.

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