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- 26/12/2017 01:01
Una visita histórica
Del 16 al 22 de noviembre recién pasado, el presidente de la República de Panamá, S. E., Juan Carlos Varela, realizó a mi país, la República Popular China, una visita de Estado, de la cual yo deseaba compartir, por medio de este prestigioso diario, algunas de mis impresiones personales.
Lo primero que me dejó profundamente impresionado de dicha visita es el impactante sentido histórico que reviste. Esto lo digo primero porque tuvo lugar precisamente después de la clausura del histórico XIX Congreso del Partido Comunista de China, evento que marca una nueva era de la nación china, o del socialismo con peculiaridades chinas, en cuanto al liderazgo y pensamiento político; el rumbo, nivel y modalidades de desarrollo; las demandas sociales y qué hacer con ellas; y, también, la posición y rol que desempeña el país en la arena internacional.
El presidente Varela es el segundo jefe de Estado del mundo y el primer latinoamericano que recibe el presidente chino Xi Jinping después del Congreso, elocuente testimonio de la alta importancia, importancia histórica, si se quiere, que le dan tanto el presidente Xi Jinping en persona como el Gobierno chino a la visita. Al igual que la parte panameña, la parte china también la considera un hito histórico en los anales de las relaciones entre ambos países; y al igual que la parte panameña, la parte china también la considera no tan solo en el contexto meramente bilateral sino en el regional y, por qué no, global, aunque, para quienes acostumbran a mirarlo todo desde la anacrónica perspectiva de los juegos geopolíticos, he de aclarar que aquí las palabras regional o global no conllevan esas connotaciones decimonónicas, sino las del s. XXI de estrategias de desarrollo común, o, en la terminología de la doctrina Xi Jinping, de la forja de una comunidad de destino de la humanidad. Destaco el valor histórico de esta visita también porque ha tenido la trascendencia de marcar, a través de un reguero de actos de poderoso simbolismo, el nuevo rumbo por el que las recién establecidas relaciones diplomáticas chino-panameñas habrán de marchar adelante en el futuro.
Uno de esos actos fue la ceremonia, por cierto bien emocionante, de inauguración de la Embajada de Panamá en China, con izada de bandera y todo, presidida por el presidente Varela, acompañado por toda su delegación, así como por el canciller chino, Sr. Wang Yi, la misma tarde del día 16, o sea tan pronto como el presidente pisara suelo chino. En sus respectivos discursos, ambos cargados de calidez, entusiasmo y optimismo, el del presidente además de una belleza poética, el presidente Varela y el canciller chino Wang Yi resaltaron por igual el hecho de que la bandera panameña ondeando en el corazón de China, Beijing, al igual que la china ondeando en el corazón de América Latina, Panamá, significa la consagración de la política de una sola China como política de Estado de Panamá, amplia e irrevocablemente aceptada por la sociedad panameña y por ende destinada a ser de largo aliento, y que, con ello, se ha dado vuelta a toda una página de la historia de nuestras relaciones para abrir un nuevo capítulo de las mismas de cara al futuro.
Este mensaje resulta todavía más reforzado al día siguiente, el 17, la jornada política más importante de la visita, cuando el presidente Xi Jinping ofrece, en honor de su homólogo panameño y comitiva, la ceremonia de bienvenida, seguida de la sesión de trabajo entre ambos mandatarios, el acto de firma de instrumentos de cooperación con la presencia de estos y, cerrando la jornada, la cena de gala. Durante su conversación, el presidente Xi Jinping observa que, de pie y hombro con hombro con el presidente Varela, escuchando la entonación de los himnos nacionales chino y panameño, frente a las banderas nacionales china y panameña, en la plaza Tiananmen, los dos jefes de Estado están atestiguando una escena largamente acariciada por los dos pueblos y emitiendo un mensaje por demás poderoso y muy importante al mundo, el mensaje del cierre de una etapa y apertura de otra nueva para los lazos entre China y Panamá. Ambos mandatarios coinciden en señalar que dichos lazos, a nivel de pueblo a pueblo, son de muy vieja data, de más de 160 años y que ahora, superados los obstáculos políticos, contemplan un desarrollo ulterior bien promisorio y totalmente acorde con los intereses fundamentales de los dos países y pueblos. Y, para que así sea, ambos mandatarios acuerdan impulsar una cooperación multifacética entre ambas naciones con estricto apego al principio de una sola China y al espíritu de ganar-ganar, o sea de beneficio mutuo y siempre manteniendo el bienestar real de la gente como el centro y último objetivo de dicha cooperación.
Los dos líderes también hablaron con gran afecto de los chinos de ultramar de antaño, en este caso de los más de 160 años transcurridos desde que los primeros chinos llegaran a Panamá abordo de la Sea Witch, los que tomaron parte crucial en la construcción del Ferrocarril y el Canal de Panamá, y de la importante contribución en lo económico, social y cultural que los chinos han hecho a su país de adopción. El presidente Varela dice que con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Panamá también se rinde un tributo a los chinos en Panamá. Palabras que me conmueven mucho y creo que mis paisanos en Panamá bien las merecen.
Mi segunda impresión especialmente fuerte es la buena química entre el presidente Xi Jinping y el presidente Varela. Con esto me refiero al alto grado de coincidencia más que perceptible entre ambos líderes en sus concepciones y visiones político-gubernativas. Porque los dos no solo hablaron de la cooperación bilateral en los ámbitos económico-comerciales, los llamados ámbitos ‘pragmáticos', sino también del tema de la gobernabilidad y las líneas de Gobierno y de las tareas de partidos políticos, llegando a la conclusión común de que la política no tiene y no debe tener otro objetivo que servir al pueblo para acarrearle creciente bienestar; que el desarrollo económico solo es válido si se centra en lo humano, en la felicidad del hombre, o mejor dicho, en la felicidad de los hombres y mujeres de la sociedad, de las comunidades, especialmente de los sectores menos privilegiados; y que para los partidos de Gobierno resulta de vital importancia saber detectar y dedicarse a resolver como problemas propios los problemas que aquejan directamente a nuestros pueblos, problemas que tienen a nuestros pueblos descontentos, como, por ejemplo, la corrupción, que los pueblos son la única razón de ser de los partidos políticos. En este sentido, el presidente Varela manifestó sus sinceras congratulaciones al presidente chino por el éxito del XIX Congreso del PCCh y la reelección de Xi Jinping como secretario general del mismo. A su vez, el presidente Xi Jinping expresó su admiración y alta valoración por el coraje político con que el presidente Varela había tomado la correcta y justa decisión de establecer relaciones diplomáticas con China sobre la base del reconocimiento y firme compromiso con el principio de ‘una sola China'. Una tercera impresión personal es que la cooperación en variados terrenos y de mutuo provecho entre China y Panamá contempla horizontes muy alentadores.
Durante la visita, las altas autoridades de ambas partes, desde los presidentes hasta los ministros, dejaron enfáticamente en claro la voluntad política por parte de los dos Gobiernos de impulsar, apoyar y proteger adecuadamente los emprendimientos de asociación binacional en inversiones, proyectos de desarrollo infraestructural, expansión comercial, operaciones bancario-financieras, asuntos marítimos, turismo e inmigración ordenada, etc., poniendo en pleno juego las ventajas de la economía del Canal y de la ubicación estratégica panameña como puente del mundo y punto de convergencia y gran conexión. Con miras a facilitar y preparar terreno y plataforma a favor de una más estrecha cooperación en esas y otras áreas, en el marco de la visita presidencial y bajo la directa atención de ambos mandatarios, se firmaron 19 acuerdos de diverso tipo y rango, que sin duda servirán para canalizar y fomentar proyectos de cooperación concretos entre China y Panamá. Ahora bien, creo importante señalar que la materialización de los buenos horizontes no va a llegar sola, sino que requiere, además del optimismo, confianza y esperanza necesarios, trabajos juiciosos, concienzudos, constantes y pacientes, pleno sentido científico y realista, así como mucha comprensión y acompañamiento por los sectores sociales de ambos países.
En síntesis, una visita de Estado histórica, de mucha talla y substancia, que ha cumplido con la misión, como dice el presidente Xi Jinping, de trazar la dirección, sentar la base e inyectar renovada fuerza propulsora en pro de un saludable, estable, duradero y productivo desarrollo de los lazos de amistad y cooperación chino-panameños; y que, en palabras del presidente Varela, ha sembrado las semillas de cooperación, que crecerán para convertirse en un gran árbol cuyos frutos beneficiarán a ambos pueblos.
EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA.