• 01/02/2018 01:01

2018, año preelectoral

‘El camino abierto [...] a las candidaturas independientes a la Presidencia de la República, [...] gracias a la perseverancia del profesor Juan Jované, hoy permite cosechar frutos [...]'

Como año preelectoral, el 2018 nos debe invitar a incluir en nuestros propósitos de inicio de año un mayor involucramiento ciudadano en el proceso preparatorio para las elecciones generales de mayo de 2019. Nuestro deber ciudadano no debe reducirse a votar en las elecciones, sino a participar activamente en la búsqueda de mejores propuestas, promover la participación de personas honestas que agreguen valor y aporten nuevos ideales, y velar para que el proceso electoral sea transparente e inclusivo, no reservado a las cúpulas partidistas que históricamente se han servido del poder público.

El camino abierto años atrás a las candidaturas independientes a la Presidencia de la República, en gran medida gracias a la perseverancia del profesor Juan Jované, hoy permite cosechar frutos que abren una nueva esperanza para el proceso político en Panamá.

Ante una clase política desprestigiada y deslegitimada por la corrupción, falta de transparencia y cinismo, los ciudadanos clamamos por nuevas propuestas responsables, factibles y honestas que superen los discursos de los partidos políticos tradicionales, que en lugar de generar confianza, causan rechazo a la actividad política en los electores. Este proceso sistemático de creación de desconfianza en los partidos políticos, ha dado como resultado que personas capaces, honestas, trabajadoras, con experiencia y buena formación académica, prefieran mantenerse al margen de la actividad política y se dediquen exclusivamente a sus actividades privadas. El resultado neto es que dejamos el camino abierto de la participación política precisamente a los mismos políticos tradicionales que han producido la crisis institucional que tenemos hoy. Es un círculo vicioso.

En esta cancha de descontento limitada a los partidos políticos tradicionales, pueden surgir algunas opciones no necesariamente esperanzadoras. Se abre la posibilidad de que por desesperación cometamos errores estratégicos al confiar el poder a personas, probablemente bien intencionadas, pero no idóneas. O peor aún, a que vuelva a suceder lo que ya sufrió el país, confiar el poder público a personas mal intencionadas y no idóneas. Pero la buena noticia es que la posibilidad de candidaturas de libre postulación a los cargos de elección popular, incluyendo la Presidencia de la República, toma cada vez más fuerza en Panamá. Es decir, el mito bajo el cual crecimos generaciones de panameños de que para ser presidente o presidenta del país había que ser parte de un partido político, PRD o Arnulfista, y ahora más recientemente CD, debe y puede romperse.

Según datos del Tribunal Electoral, a noviembre de 2017 en la República de Panamá, 1 275 698 personas estaban inscritas en partidos políticos. Para ese mismo año, el estimado de población electoral era de 2 787 143 habitantes. Esto indica que aproximadamente solo el 46 % de la población electoral pertenece a algún partido político. Es decir, el eslogan de que los independientes somos más, es verdad, o al menos, está muy cerca de serlo. Avalar alguna de las candidaturas independientes que se presentan actualmente representa, para los independientes y para los inscritos decepcionados de sus partidos políticos, una nueva ruta en la evolución política del país.

Mujer u hombre, blanco, negro, mestizo o indígena, empresario o trabajador, quien aspire a gobernar los destinos del país en las próximas elecciones debe acceder al poder público sin apegos materiales ni cuentas por pagar. La elección de un presidente o presidenta independiente que proponga un verdadero proceso constituyente y con ello siente las bases para una nueva arquitectura política y una agenda de desarrollo integral, sostenible e inclusivo sería una oferta difícil de resistir.

ESPECIALISTA EN AMBIENTE Y DESARROLLO.

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