• 07/02/2018 01:00

Hasta luego, tío Morris

Siempre estaré agradecido por haber tenido el privilegio de conocer a don Morris Harari Mizrachi, mejor conocido como el tío Morris.

Siempre estaré agradecido por haber tenido el privilegio de conocer a don Morris Harari Mizrachi, mejor conocido como el tío Morris. Hijo de una prominente familia de ascendencia judía que migró de Aleppo, Siria. Tío Morris nació un 3 de junio de 1934 en Brooklyn, New York, del hogar formado por Max Raymond Harari y Sara Mizrachi de Harari. Y como era de esperarse, en ese año contigo también nacieron algunos personajes importantes como George Seagal, Giorgio Armani, Sophia Loren, Leonard Cohen y Paco Rabanne.

Llegaste a tu querida Panamá con apenas siete años de edad y desde muy temprano asentaste tus raíces en esta tierra que te vio crecer y que te dio la oportunidad de trabajar junto al resto de tus hermanos, para contribuir a nuestro desarrollo económico y permitir que miles de panameños pudieran acompañarlos a lo largo de todos estos años en la conformación de un conglomerado de empresas importantes para Panamá, Colombia y Centroamérica.

Amante de la vida, fuiste un hombre cariñoso, de bajo perfil, caballero a perpetuidad, experto negociador pero sobre todo, un gran esposo, padre y amigo de tus amigos. Nunca te conocí enemigos y a tus principales adversarios o competidores los trataste con respeto y admiración, guiado quizá, por todo ese cúmulo de convicciones que siempre marcaron tu actuar a lo largo de una vida prolífica y llena de satisfacciones. Es decir, guiado por las cosas en que creías y que fueron tu norte en cada una de las actividades a las cuales te dedicaste y que marcabas con tu sello personal, ese que siempre te caracterizó, el esfuerzo y la tenacidad. Como buen maestro que fuiste y junto a tu amada Rosie, supiste inculcarle a cada uno de tus hijos esos valores y principios éticos que hoy día, ante tu ausencia, se convierten en tu principal legado. Tío Morris, puedes estar tranquilo. Sabemos que Maxi, Isaac y Michael mantendrán con viva luz la llama de tu antorcha, para que alumbre para siempre el camino que nos dejas.

De las cosas que más te gustaban, hay que destacar tus dotes de excelente bailarín y lo mucho que te divertía entretener a tus nietos, compartir con ellos tus anécdotas y enseñanzas, seguramente con el noble propósito de marcarlos con tus huellas. Supiste combinar una activa vida familiar y al mismo tiempo, trabajar duro. Viviste la vida a plenitud y como te dio la gana.

Nunca podré olvidar las múltiples reuniones contigo, donde no podía faltar un buen café de por medio y los dulces de chocolate que nos solías regalar. Ir a ver al tío Morris fue siempre una actividad muy placentera; te recibía con una agradable sonrisa y un abrazo afectuoso. En las tertulias nunca dejaste de manifestar tu profunda preocupación por la estabilidad social y el bienestar del país. Fuiste un convencido de que la inversión privada genera trabajo para todos, conlleva a la prosperidad y asegura la buena marcha de Panamá.

Hasta luego, tío Morris. Puedes tener la seguridad de que te vamos a extrañar y por consiguiente, puedes emprender este viaje hacia la eternidad con el convencimiento de que vivirás para siempre en nuestros corazones. No cabe la menor duda de que partiste por delante para enseñarnos el camino a todos los que pudimos conocerte y que el destino seguramente nos permitirá encontrarnos nuevamente, cuando Dios así lo disponga.

ECONOMISTA

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