• 15/02/2018 01:00

Una renuncia extraña

No quisiera pensar que dentro del rejuego político la presión a los diputados con acciones desde la Corte Suprema de Justicia haya hecho parte del menú.

A José Ayú Prado le conocí en 2003/2004, en mis años de asesor del procurador general de la Nación, José Antonio Sossa, y me cuesta conjugar en su hoja de vida la palabra ‘renuncia'; aunque no niego que un alto funcionario como él pueda recurrir a esa salida en una coyuntura determinada, sobre todo en una que, como la actual, va asumiendo ribetes complicados. En Panamá, en general, poca gente renuncia.

Lo que me llama la atención es que ‘la renuncia' se produzca muy cerca de la decisión de la Asamblea Nacional de rechazar las candidatas del Órgano Ejecutivo para magistradas de la Corte Suprema de Justicia. Guillermina Domínguez, mi bisabuela, sostenía, ante situaciones confusas: ‘Piensa mal y acertarás', y aunque no quisiera hacerlo, en esta realidad algunas cosas apuntan hacia una extraña relación entre un hecho y otro.

Por ejemplo, no hay nada a lo que un diputado más le tema que a la posibilidad de ser juzgado por la Corte Suprema de Justicia. Un parlamentario puede rechazar sobornos, chantajes, presiones de todo tipo, pero un juzgamiento en la Corte Suprema de Justicia difícilmente deja de considerarlo, y en serio.

No digo que este sea el caso, pero subrayo eso como un hecho que, en el comportamiento de un diputado, es inevitable. Sobre todo porque 2017 fue un año de señalamientos a la Asamblea Nacional, de avisos desde la Contraloría General de la República y de muchos titulares contra figuras importantes del Parlamento.

No quisiera pensar que dentro del rejuego político la presión a los diputados con acciones desde la Corte Suprema de Justicia haya hecho parte del menú.

En la relación de los órganos del Estado la Constitución habla de ‘armoniosa colaboración'. Lo que me pregunto es ¿en qué momento esa colaboración habría dejado de ser armoniosa entre el Órgano Ejecutivo y el Órgano Judicial, que tan bien se habían llevado en los tres primeros años de este quinquenio?

¿Esa falta de armonía está detrás de la renuncia de Ayú? ¿Tiene algo que ver con el rechazo de las magistradas?

Si alguno de esos señalamientos figura en el contexto de esta situación, nada tendrá de extraño que en los próximos meses varios parlamentarios deban subir y bajar las escaleras del palacio Gil Pone.

Claro que habría que contemplar las consecuencias, pero lo que no deja de ser cierto es que ‘la renuncia' de Ayú Prado hace pensar en los linderos de una crisis institucional que posiblemente el Ejecutivo ya habría tomado en cuenta.

A propósito, los golpes de Estado de 1941, 1951 y 1968 contra el doctor Arnulfo Arias Madrid jamás hubieran permitido suponer unas relaciones tan buenas entre una administración panameñista y los hombres de uniforme.

Despierta simpatías entre estos últimos los aumentos a los subtenientes.

PERIODISTA

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