• 15/05/2018 02:01

Las falacias del estatismo

¿Cómo es que no vemos que, en el caso del Estado, menos es más?

Según Webster, ‘estatismo' es ‘la concentración del control económico y la planificación en manos de un Gobierno centralizado, lo cual, a menudo se extiende a la apropiación de la industria'. Entre los muchos pensadores que han visto con claridad el yerro de semejante política, está el polímata Herbert Spencer, con sus observaciones en torno a la teoría política y la filosofía.

Spencer advertía que la intervención estatal debía quedar limitada a la defensa de la persona y su propiedad. ¿Y qué son estas cosas? Pues: la vida; la libertad, que es inherente a ella; y la propiedad, sustento de la vida. Más allá, el Estado no debe inmiscuirse; más allá de una intervención puramente negativa; lo que se refiere a aquello que está prohibido. Y qué curioso y triste que precisamente esto aparece en el Preámbulo de nuestra Constitución, y que luego aplastamos, pues deja por fuera la vagabundería del rebaño politiquero. Y, al respecto, Spencer nos alerta con señalamientos como los siguientes:

Si en los asuntos personales, teniendo yo todas las condiciones del caso, a menudo fallo en mis cálculos, ¿cuán más a menudo serían mis errores en los asuntos políticos; en los cuales las condiciones son tan numerosas, amplias, complejas, y demasiado nebulosas al entendimiento... todo lo cual me deja atascado en la realidad de la incompetencia de mi intelecto, a fin de prescribir soluciones a la sociedad.

‘Las sociedades prosperan por sus acciones y no por las de los políticos; y por tal razón, el rol estatal debería ser el de reforzar el albedrío ciudadano y no la intervención castrante'

Pero no pasa día en que, en los medios en Panamá, y el resto del mundo, vemos autoridades gubernamentales haciendo gala de su aludida capacidad de entender y dar soluciones a esos problemas económicos que no son suyos, sino de los particulares; tal como bien lo establece nuestra Constitución en la primera frase de su Artículo 282, esa que luego pisotean, en pos de la rapaz rebatiña; y cito: ‘La economía es primordialmente asunto de los particulares...'.

Y sigue Spencer alertando: Si el Estado y sus políticos hiciesen honor a sus promesas de eficiencia e incuestionables deberes, podrían existir excusas para el afán de centralizar más y más funciones. Si fuese que, en los temas más básicos, las cosas estuviesen resueltas, es que podríamos asignarles otras funciones. Pero a menudo vemos al Estado en función del tirano interventor y no del protector. ¿Cuántos vemos hoy día al Estado como protector y no con recelo? Y aun así, son muchos los que esperan otros beneficios de las manos de los interventores; porque hemos creado una dependencia enfermiza.

Las sociedades prosperan por sus acciones y no por las de los políticos; y por tal razón, el rol estatal debería ser el de reforzar el albedrío ciudadano y no la intervención castrante. La función del Estado es la de vigilar y no la de ‘quítate tú que lo hago yo'. Es la función de evitar los abusos y no la de ser el abusador. Y es que para que el Estado pueda decidir y hacer todo, debería ser el agente ubicuo, que conoce todas las necesidades de todos, y que las puede resolver. Y lo peor es que se lo toman a pecho.

Sí, una porción de la humanidad es ruin y persigue malos caminos que hieren al prójimo; pero ¿acaso esto mismo no está presente en el aparato estatal y peor, aumentado por ese endémico afán del poder? ¿Somos tan ingenuos que no lo vemos, a pesar de que nos rodea? Nos rodea en la burrocracia, en los absurdos trámites, y en la inmensa corrupción de los Gobiernos y gobernantes.

En resumen, ¿cómo es que no vemos que, en el caso del Estado, menos es más.

AVIADOR/EDUCADOR/EMPRESARIO.

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