• 30/05/2018 02:03

Anécdotas y vivencias humanas del Dr. Arnulfo Arias (II)

Cuando el Dr. Arnulfo Arias visitaba a algún campesino en la campiña interiorana y le ofrecían la mejor silla o butaca

Cuando el Dr. Arnulfo Arias visitaba a algún campesino en la campiña interiorana y le ofrecían la mejor silla o butaca, pero él solicitaba un taburete y lo recostaba a un horcón de la casa y hablaba de campesino a campesino, así él se sentía como uno de ellos y así mismo lo veían ellos.

Recuerdo que por allá por 1950 me invitó a su finca ‘Arco Iris' en Boquete, salimos en la madrugada y poco antes de llegar a la población de Remedios, como a las 7 a. m., vimos a un campesino ordeñando unas vaquitas, por lo cual detuvo el auto, nos bajamos, lo saludamos, lo felicitó y le dijo que si nos podía vender o regalar un vaso de leche fresca, a lo cual el señor le respondió que no tenía vasos, pero que le ofrecía una totuma y él le dijo no era la primera vez que la usaba, que ya había comido arroz en totuma y ‘esa vaca la ordeño yo'. El campesino lo reconoció y le dijo que su madre tenía una foto de él con una vela encendida. Ese hombre era Boncho Castrellón, de Remedios, y, después de ese día, Boncho y toda su familia serían arnulfistas hasta el tuétano.

Me contó en una ocasión el periodista y escritor Guillermo Sánchez Borbón que una vez estaba en un restaurante en París, entró un individuo que buscaba una mesa para sentarse y enseguida todas las miradas convergieron sobre esa persona, que no era otro que el mismísimo Dr. Arnulfo Arias, a la sazón embajador de Panamá en Francia, pero no por esa razón lo observaban, ya que no lo conocían, sino porque su presencia irradiaba una energía penetrante, cual un imán.

A su regreso de un exilio de 10 años en Miami, hubo una alegría carnavalesca, cuya multitud se extendió desde el antiguo aeropuerto de Paitilla hasta el parque de Santa Ana. Se estimaba una manifestación de más de 80 mil personas; las calles aledañas al parque estaban abarrotadas y allí inició su discurso con estas palabras: ‘Hermanos en la sangre, hermanos en la fe y hermanos en la esperanza redentora...'. Unos empleados míos que se encontraban allí presentes me dijeron que ante esas palabras sintieron un escalofrío y los cabellos se le erizaron y sintieron que el Dr. Arias estaba dentro de ellos.

Recuerdo que cuando veníamos con el cadáver de Dr. Arias junto a Mireya Moscoso, era de noche, la carretera estaba abarrotada de personas con velas encendidas. El recorrido duro más de tres horas y la gente caminaba detrás del cortejo fúnebre. La Catedral estaba llena de gente y se nos hacía difícil entrar a la iglesia. Un panameñista de todos los tiempos, Juan Chevalier dio un grito de saludo a todo pulmón: ‘¡Viva Arnulfo Arias, carajo!'.

Miles y miles de personas, seguidores de todos los partidos políticos, aun aquellos personajes que lo adversaron, desfilaron rindiéndole tributo al fallecido líder. La salida hacia el cementerio fue como a las 5:00 de la tarde y su féretro reposaba sobre un carro del Cuerpo de Bomberos cubierto con una bandera nacional. La ruta hacia el cementerio cubría toda la avenida Central, la vía España y la vía Ernesto T. Lefevre estaban abarrotadas de gente y desde los balcones se le aplaudía y le tiraban flores. En el campo santo del Jardín de Paz había una iluminación extraordinaria provocada por los miles y miles de cirios encendidos que cargaban los presentes.

Hoy vemos que aún Arnulfo vive. Los grandes líderes nunca mueren, se les recuerda y venera por sus obras o lo que hicieron. Allí está su Seguro Social, la más grandiosa obra a favor del pueblo panameño, jamás han hecho nada igual en el país para beneficiar, particularmente, a las clases humildes; el VOTO A LA MUJER panameña, el Patrimonio Familiar para sus campesinos, hoy Reforma Agraria, el Banco de Desarrollo Agropecuario que también se fundó para ellos, y la eliminación en el Registro Civil de la odiosa, ofensiva e infame frase ‘HIJO ILEGÍTIMO', aplicada a los niños nacidos fuera del matrimonio, que reflejan su gran sentido social y humano. Ese era el Dr. Arnulfo Arias.

El Dr. Ernesto Pérez Balladares, ex presidente de la República de Panamá, durante el acto de la presentación del libro dijo que el Dr. Arnulfo Arias fue un gran patriota. Como un ejemplo a los gobernantes de este país, escribió su epitafio: ‘Servidor de la Nación Panameña'.

INGENIERO

Lo Nuevo
comments powered by Disqus