• 20/07/2018 02:02

Reapertura del caso del vuelo 901

El presidente Varela reveló en sus declaraciones que uno de los fallecidos era muy allegado a él

Hace unos días, mientras visitaba Israel, el presidente Juan Carlos Varela anunció que solicitaría al Ministerio Público la reapertura de la investigación del caso del vuelo 901 de ALAS, objeto de un atentado criminal el 19 de julio de 1994. El presidente Varela añadió al momento de sus declaraciones, que el primer ministro de Israel, Benjamín Nethanyahu le había entregado el pasado 20 de noviembre una carta en la que aseguraba tener pruebas que confirmaban que el hecho, ocurrido casi 24 años atrás, había sido perpetrado por el grupo islámico Hezbolá.

El presidente Varela reveló en sus declaraciones que uno de los fallecidos era muy allegado a él, compañero de universidad, y que buscaría con esta acción hacer justicia a todos los que habían perdido la vida en ese atentado, ciertamente el más grave en la historia de nuestro país, que además nunca fue resuelto.

El fiscal que investigó el caso en 1994 descartó de inmediato posibles fallas mecánicas como causal del hecho, frente a evidencias encontradas en el fuselaje, la manera como habían quedado los restos del avión y los pasajeros, y declaraciones de algunos testigos que habían visto y escuchado estallar el avión en el aire.

Quedaron en la mesa dos conjeturas: un pase de factura contra un pasajero judío que viajaba en el avión, o, un acto terrorista contra la comunidad judía. Revisemos algunos datos de cada una de estas hipótesis.

Por un lado, el pasajero de origen israelí, joyero de la Zona Libre de Colón, se le relacionaba con el Cartel de Cali, era investigado en Italia por contrabando de oro y lavado de dinero y estaba en el radar de la DEA. Unos meses antes del atentado al vuelo 901, un pariente cercano fue objeto de un atentado con una bomba, y como si fuera poco, este pasajero ya había sido secuestrado, sin que se supieran los responsables, las razones del secuestro y los detalles de su liberación.

Por otro lado, los judíos en Panamá han convivido en paz por muchos años con todos los grupos islámicos radicados en el país. La Zona Libre de Colón es un ejemplo de entendimiento y coexistencia, donde los negocios generan un tejido de relaciones económicas que prevalecen sobre los odios religiosos y divisiones territoriales que afectan al medio oriente. En Panamá nunca ha existido ni el ambiente ni las razones para perpetrar un atentado por razones étnicas, religiosas o culturales.

Algunos factores afectaron a las autoridades para llevar sus investigaciones hacia la teoría de un atentado antisemita. El día anterior al 19 de julio, en Buenos Aires, Argentina, un atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) cobró la vida de 85 personas e hirió a más de 300 personas. Además, una supuesta organización terrorista, Ansar Allah (Compañeros de Dios), se atribuyó este abominable y condenable hecho, al igual que la explosión del vuelo 901 de ALAS, aunque posteriormente los organismos de seguridad, tanto israelíes como estadounidenses, negaron su existencia.

No obstante, los comentarios que surgieron en la comunidad desde el momento del accidente giraron en torno a la reputación y las andanzas del joyero, único pasajero del avión siniestrado que recibió esa misma noche, en el lugar del accidente, la visita de un contingente de seguridad privado-militar para rescatar cualquier pertenencia o documentación que este hubiese llevado consigo.

Sin embargo, el Rabino mayor del momento, en cumplimiento de la tradición judía que obliga honrar la memoria de los difuntos y llevar consuelo a sus deudos, ordenó frenar cualquier murmuración que pudiera afectar la honorabilidad y la unión de la comunidad hebrea en Panamá frente a la tragedia y apoyó frente a las autoridades la tesis del antisemitismo para explicar el atentado donde murieron 21 pasajeros, de los cuales 12 eran de origen judío.

La acusación del primer ministro Nethanyahu al culpar a Hezbolá de este atentado que ocurrió hace 24 años, de seguro le ganará votos políticos en Israel y fondos de apoyo en los Estados Unidos de América. Además, Nethanyahu introduce un elemento disonante y negativo en las delicadas relaciones de Panamá con el mundo exterior a la luz de la neutralidad del canal y la paz social con la que hemos vivido los panameños en materia de terrorismo externo, ya sea político o religioso.

Señor primer ministro de Israel, permita que los familiares de los fallecidos en ese trágico día para todos, honren la memoria de las víctimas en su aniversario (ior-tzait), libres de nuevas intrigas y manipulaciones. A usted presidente Varela, no permita que se restrieguen y sangren las heridas que para muchos nunca se cerraron, después de aquel vuelo 901 de ALAS hacia la eternidad.

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