• 28/08/2018 02:00

Cortizo, Roux y las planillas de la Asamblea

2019 se nos presenta como una oportunidad; de repente la última, al paso que vamos, de darle esperanzas a Panamá de un cambio profundo y ordenado. 

Escuchando a Laurentino ‘Nito' Cortizo en entrevista con Álvaro Alvarado el pasado martes, me percaté de que su discurso es parecido al de Rómulo Roux. Para ambos, apoyados por sus diputados, les es muy difícil, sino imposible, abordar el tema de las escandalosas planillas de la Asamblea Nacional. No es correcto, decía el periodista Nicolás Victoria Jaén, cuando le preguntaron por qué no seguía criticando al Gobierno en sus columnas, que es mala educación hablar con la boca llena. Lo acababan de nombrar en el Gobierno de Belisario Porras.

Uno, Roux, ganó la primaria de su partido apoyado por sus diputados, muchos de ellos embarrados con lo de las planillas y otros escándalos. Cortizo, si finalmente llega a ganar la primaria, será precisamente por el apoyo incondicional dado por la mayoría de los diputados del PRD, algunos convertidos en infranqueable cúpula de ese colectivo. Malamente los puede criticar y conminar a que se porten bien. Sería como hablar con la boca llena.

Cuando Álvaro le preguntó a Cortizo sobre si en su Gobierno habría planillas para los diputados como las hay hoy, tibiamente respondió que solo tendrán seis nombramientos: ‘dos conductores, dos secretarias y dos asistentes'. No puedo imaginarme la risotada que habrán soltado algunos de los diputados de los que hoy controlan ese partido y que no permitirán que en el próximo Gobierno cambien mucho las cosas, sobre todo en sus planillas y prebendas.

2019 se nos presenta como una oportunidad; de repente la última, al paso que vamos, de darle esperanzas a Panamá de un cambio profundo y ordenado. No seré de los que dice que se arrepiente de votar por Juan Carlos Varela. Simplemente me equivoqué, como lo hicieron muchos. No me lamento por eso, ya que lo que hay que hacer es mirar hacia adelante; lo pasado, pasado es. ¿Tendremos en 2019 que no votar por el Panameñismo para impedir, como en 2014, que no repitiera Cambio Democrático? ¿Habrá la oportunidad de votar por el mejor, como no ha ocurrido en las últimas elecciones, o le tendremos que dar el apoyo al menos malo?

2019 está a la vuelta de la esquina. Ya vemos que con la escogencia de Cambio Democrático el país no puede esperar transformación alguna; por eso no le fue bien a José Raúl Mulino. Simplemente es más de lo mismo, o peor, porque, al igual que Cortizo, está secuestrado por los diputados de su partido. ¿Qué es lo que nos queda? ¿Sentarnos a lamentar lo que pasa?

La primaria presidencial del PRD nos podría dar la tabla de salvación necesaria. O escogen a Nito Cortizo, seguros de que nada cambiará, o le brindan su apoyo a Ernesto Pérez Balladares, que en este momento se presenta como el único con una propuesta de cambio profundo al statu quo , que termina de acabar la poca institucionalidad que le va quedando al país. Así también, como el único que entusiasmaría a muchos, no PRD, que aspiramos un cambio de timón en los asuntos del Estado. Ya lo hizo Juan Carlos Navarro la pasada semana, al declinar sus aspiraciones, cuando me escribió: ‘coincidimos, crisis requiere de capacidad y experiencia comprobada'. El país no aguanta más experimentos y tanta improvisación. Hagámoslo antes de que sea muy tarde.

Pérez Balladares pudo haber sido mi adversario, que hasta en dos ocasiones me demandó a nombre de su partido para que no fuera juramentado como legislador en 1989. Todos sabemos que su aspiración presidencial en 1984 fue truncada, porque no era bien visto por la cúpula militar. Debo admitir, sin embargo, que frente a la coyuntura que vive el país, después de casi diez años en el mayor desorden administrativo que conoce nuestra historia, necesitamos un probado estadista como gobernante. Alguien que piense en el país y no solo en su partido; que tenga la suficiente voluntad y mano dura como para poner frenos a los desmanes que la corrupción ha causado en todos los niveles, pública y privada. Que enderece la educación y la seguridad social. Que sepa manejar las relaciones exteriores con aplomo y responsabilidad. Que sepa decir no cuando sea necesario. Y, sobre todo, como lo hizo en 1994, que sume a su proyecto de Gobierno a todos los sectores del país. Panamá requiere de un liderazgo que sepa suscitar consensos y pueda hacernos superar como Nación los retos de un mundo globalizado.

Tengo esperanzas de que todo puede cambiar. Panama se lo merece. Solo hay que darle la oportunidad.

ABOGADO, POLÍTICO Y DIPLOMÁTICO.

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