• 11/11/2018 01:03

El negocio siempre primero

A MI MANERA

Los intereses económicos y políticos de las mayores potencias mundiales están por encima de una muerte, de mil muertes, de cientos de miles de muertes. El asesinato del periodista saudí, Jamal Ahmad Khashoggi (J.A.K.), así lo demuestra. El periodista es solo un muerto más, pero revela la verdad descarnada; la hipocresía, los intereses de países que cierran los ojos, enmudecen, se expresan tibiamente, con cobardía. He seguido de cerca la amplia cobertura a este caso, asombrada por lo que se va revelando. Khashoggi abandonó su país advertido de que sus opiniones como periodista crítico de la rígida monarquía saudita lo ponían en peligro. Mientras escribía para el Washington Post, viaja a Turquía y el 28/9 acude al Consulado saudí en Estambul a solicitar un documento para casarse; se lo prometen para la semana siguiente. Como en película de suspenso, empieza a desarrollarse la trama. El 29/9 y el 2/10 un funcionario de inteligencia de la Embajada saudí viaja a Riad; el 1/10 llegan a Estambul tres agentes saudíes; horas más tarde llegan tres más y después un tercer grupo, entre los que, dicen las noticias, está un forense de verdad, no como forenses actores que admiramos en series de tevé contra el crimen (CSI Miami, CSI Las Vegas, etc.), que examinan vísceras, cerebros, pesan corazones, hígados, etc. Lo último que se supo de J.A.K. fue que entró al Consulado a la 1:08 p.m. del 2/10 para retirar el documento prometido. Las pruebas de lo que sucedió dentro del Consulado, según investigaciones del Gobierno turco, con renuencia del Gobierno saudí, los obligó a admitir la muerte de J.A.K., situación incómoda para el reino saudí por la cercanía del príncipe heredero con algunos de los que se mencionan como implicados. Los restos de J.A.K. no han aparecido.

Ante este caso, el Gobierno norteamericano ‘no muestra signos de frenar sus millonarios negocios con Arabia Saudita'. ¡Claro!, el negocio primero; no puede arriesgarse ‘por santulón' a perder millones de dólares petroleros; y si no les vende armas, lo harían ‘Rusia, China, Francia'; razonamiento idéntico al de políticos y empresarios locales corruptos, ‘Si no lo hago yo, lo hace otro, así que mejor lo hago yo'. Los 28 de la Unión Europea no han puesto el caso J.A.K. en agenda, porque ‘primero deben estudiar el impacto de las relaciones' (eufemismo para no decir impacto económico) con Arabia Saudita. El Gobierno español se niega a dejar de venderles armas, porque, según el presidente socialista, Pedro Sánchez, ‘atenta contra los intereses de España', donde construyen cinco corbetas (corbeta, buque de guerra) para la monarquía saudí por 1800 millones de euros. Según el Instituto Internacional de Investigación de la Paz (Estocolmo), 57.9 % de transacciones de armamentos las realiza los EE.UU.; Reino Unido 9.6 %; Rusia 7.1 % y China sin datos (La Estrella de Panamá 28/10/2018). Estos países, miembros de organizaciones internacionales como la ONU, la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH), la OEA, Unesco, etc. hablan de paz, Derechos Humanos, derecho a salud, agua, libertad de expresión, justa distribución de la riqueza, etc., pero se hincan ante intereses imperiales, el dólar, el euro, el yen, el petróleo. Los intereses económicos y la geopolítica de la mano, y así resulta que ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo'.

En marzo 2016 la activista ambiental Berta Cáceres, líder indígena lenca, fue asesinada a balazos en su vivienda en La Esperanza, poblado hondureño; lideraba un movimiento contra una hidroeléctrica (Agua Zarca), proyecto de la empresa china Sinohydro y Ficomsa, con apoyo de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial. El clamor mundial obligó a las autoridades a investigar el asesinato; los autores, matones a sueldo de la empresa hidroeléctrica DESA y del ‘cerebro', el presidente ejecutivo de la empresa. El juicio contra los asesinos de Cáceres, mujer valiente, reconocida con premios internacionales por su defensa del ambiente, fue suspendido en septiembre 2018 en ‘un limbo extraño', dice un diario. El 22/12/1988 fue asesinado en su casa de Xapiru, Chico Mendes, defensor apasionado de la Amazonia brasileña, galardonado internacionalmente por defenderla contra la depredacción de madereros y ganaderos.

Podrán morir diez, cien Jamal Khashoggi, Berta Cáceres, u otros Chico Mendes, y seguirán muriendo inocentes en Siria, Yemen, Nicaragua, Irak, Francia, los Estados Unidos, Venezuela, etc. Vienen a mi memoria las palabras de Yuri Orlov, (actor Nicolas Cage) en el dramático filme ‘El señor de la guerra' (The Lord of war), ‘¿Saben quién heredará la Tierra? Los traficantes de armas. Porque los demás estarán demasiado ocupados matándose los unos a los otros'.

COMUNICADORA SOCIAL.

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