• 25/11/2018 01:03

Donde nadie sueña

‘En tiempos de campaña electoral la incontinencia verbal y el derroche de promesas se agudizan y como prometer es gratis, basta con suficiente saliva y cuerdas vocales resistentes'

Observo hoy las mismas prácticas y discursos de campañas electorales de hace diez, quince, veinte años. En un escrito sobre este tema dije que hay dos maneras de hacer las cosas: bien o mal pero, que para hacernos la vida más cómoda, nos conformamos con ‘el más o menos' y nos damos por bien servidos porque plantarnos firmes y exigir un buen producto, un resultado satisfactorio, significa esfuerzo, a veces tiempo y hasta descargas de adrenalina. El panorama de candidaturas hoy es casi la misma pesadilla de elecciones pasadas porque pese a la turbia, inepta o nula trayectoria de algunos desprestigiados políticos actualmente en ejercicio, renuentes a soltar la ubre gubernamental, ¡descarados!, buscan la reelección. Salta a la vista el deterioro de la calidad de nuestros dirigentes políticos y me planteo la siguiente pregunta: ¿Es nuestra culpa que sean esos los que nos gobiernan? ¿O es el sistema político el que nos arrincona con ofertas tan pobres de candidatos porque son los que mejor sirven, no a nosotros, no al pueblo, sino al partido, a los mandamases que se disputan el poder para sus intereses? Claros ejemplos son los funcionarios embarrados hasta el cogote en mal uso de recursos estatales con los que se enriquecen y les sirve para ganar votantes creando en ellos conformidad y dependencia tal que pagan con el voto el simbólico par de jamones al año; han sido condicionados por décadas para la agradecida sumisión por migajas (con dinero de los contribuyentes). Esa pasividad, la resignación de un gran sector de la población, la naturalidad con la que se acepta que esto es así y que nada va a cambiar debería preocuparnos. Estamos como pasmados ante los partidos políticos a los que no se les exige depurar, desechar las figuras que les perjudica; y es que para mantener su fuerza deben transar con sujetos deshonestos, sin educación ni capacidad, peones al servicio del partido, no del pueblo. Un toma y daca indecente para asegurarse el poder.

¿Alguna vez nos hemos preguntado qué lleva a algunos a participar en la actividad política? El profesional de bien sentado prestigio como persona honesta y exitosa tal vez esté interesado en poner sus conocimientos al servicio del país; el joven soñador pero bisoño que se ve a sí mismo como el David que va a enfrentar al Goliat injusto y corrupto también lo intenta. Pero para otros, especialmente sin formación académica o profesional sólida, es el mejor medio para contar con un buen salario y con ‘todo lo que chorrea', desde planillas para cuanta trampa se les ocurra hasta hacerse con fondos de actividades totalmente ajenas al cargo que ostentan (deportes, transporte, etc.). Son estos últimos los que mejor sirven a la maquinaria del partido, precisamente por la deshonestidad que les provee recursos para el clientelismo, para votantes aborregados. ¿Acaso no lo estamos viendo? Por todo esto no debería asombrarnos que con la venia de los jerarcas de los partidos, una caterva de esos pillos sigan aspirando a la reelección. Es la casta política profesional que no vive para servir sino para servirse de lo que les sea de provecho personal y político; y año tras año lo toleramos pero de quejarnos no pasamos. Hay otra realidad: a los malos políticos no les convienen los buenos políticos, los honestos, los que se atreven a cuestionar; a esos hay que expulsarlos, cerrarles el paso para que ‘guinden los guantes', son un estorbo.

La mentira es esencial en la política; presta valiosos servicios a las rémoras políticas. Las mentiras y las verdades a medias (que para mí son mentiras) aparecen como cascadas en discursos repetidos, huecos, mentidos, con las consabidas promesas incumplidas o a medio cumplir pero que ‘cacarean', uno de los trucos usuales. En tiempos de campaña electoral la incontinencia verbal y el derroche de promesas se agudizan y como prometer es gratis, basta con suficiente saliva y cuerdas vocales resistentes. Pese al abatimiento que me causa ver las mismas prácticas en el torneo electoral actual, algo diferente, positivo, está sucediendo. La participación de candidaturas de libre postulación está retando a los anquilosados partidos políticos; se ‘la están rifando' figuras respetadas, inteligentes, actualizadas, que abren ventanas al optimismo; también algunos partidos presentan esta vez varias candidaturas atractivas; todas estas deben ser consideradas para desbancar en lo posible a los que hacen de la política actividad para el lucro. ‘Nadie piensa donde todos lucran; nadie sueña donde todos tragan', obra ‘El hombre mediocre' de José Ingenieros.

COMUNICADORA SOCIAL.

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