• 13/02/2019 01:03

En mayo deberíamos elegir personas admiradas y apreciadas

Como es natural, muchas propuestas electorales inundarán el espectro político en los próximos meses

Como es natural, muchas propuestas electorales inundarán el espectro político en los próximos meses, pero ninguna osará arriesgarse a distanciar al votante. Todas serán amigables; sin embargo, esa oferta de ‘amistad' es la que debemos recibir con sano recelo y escudriñar a fondo para lo cual deberíamos inspirarnos desde mañana, el día del amor y de la amistad. Después de las enseñanzas que nos debe haber dejado nuestra experiencia personal con la JMJ, se nos antoja pensar que todos con mayor detenimiento sabremos identificar las verdaderas ‘amistades' que se nos ofrecerán para que les confiemos la conducción de los Gobiernos nacional, circuitales, distritales y locales de los próximos cinco años.

Cierto que, aparte de edad mínima y otros requisitos formales, debemos exigir que los candidatos nos muestren una historia de vida que evidencie su capacidad para desempeñar los cargos a que aspiran, su honestidad más allá de toda sospecha y una comprobada experiencia de servicio público o privado. Aun así, debemos exigir méritos adicionales para complementar esos requisitos básicos a objeto de posibilitar la victoria de un buen candidato; no bastan buenas intenciones, cuando el futuro de todos nosotros está en juego.

Por eso necesitamos candidatos que cumplan varios requisitos adicionales que, aunque no están consignados en leyes escritas, son sabias recomendaciones añadidas por gente versada. Es una docena de virtudes de la condición humana que premiarían al político con el aprecio y admiración de sus electores.

El líder apreciado y admirado debe ser persona íntegra que no solamente pregona esa virtud, sino que la practica en todas sus actividades; más valen acciones que meras palabras. Un líder, a pesar de sus múltiples ocupaciones propias, con generosidad y sin agendas ocultas destinará parte de su valioso tiempo para atender inquietudes de su electorado. No es arrogante, aunque pueda tener legítimos motivos para mostrarse engreído; nada le impide reconocer méritos ajenos. Es generoso porque quiere que los demás tengan éxito similar al suyo y está dispuesto a ayudarlos para que lo logren.

Es persistente; sus reacciones nunca son exabruptos exagerados, son predecibles porque mantiene su serenidad por igual ante buenos y malos episodios. Es consciente de la conveniencia de establecer sus conexiones con el resto de los seres humanos cada vez que se le presente la oportunidad y tiene una actitud positiva frente a las oportunidades y posibilidades que le presente cada día. Es honesto con los demás; les ofrece críticas constructivas sinceras, porque sabe que la deshonestidad se descubre a la larga.

Sabe escuchar; se toma el tiempo para entender a los demás, para conocer sus inquietudes sin centrarse en sí mismo. En las reuniones se enfoca y concentra su atención en los temas en discusión. Trabaja intensamente con seriedad, pero igualmente sabe disfrutar los momentos de ocio para establecer un sano balance entre trabajo y recreo. Acepta cometer errores y demuestra así que no es la superpersona que otros puedan imaginar.

En mayo próximo la decisión será de cada votante, pero siento que será más sopesada que en el pasado, con elecciones entonces deformadas en su mayoría por coacciones, fraudes o favoritismos. La brevedad de la campaña y la democratización de las comunicaciones obligará a los candidatos a puntualizar sus propuestas y más ciudadanos podrán compartir sus opiniones libremente sin más restricción que la civilidad y el respeto a los demás. ¿Cuál candidato muestra la civilidad, el respeto y virtudes personales como las descritas, para merecer nuestra admiración y aprecio no solo un día especial de febrero sino para merecer nuestro efusivo saludo todos los días del año?

EXDIPUTADA

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