• 11/03/2019 01:02

Universidades de excelencia

Contar con una universidad en un país, región o provincia, siempre ha sido un motivo de orgullo; más cuando se trata de centros caracterizados por la excelencia

Las universidades son parte del sistema educativo nacional, en el cual ocupan el tercer nivel. Ellas deben ser consideradas como fuente de prosperidad económica y de justicia social. Ningún país ha podido avanzar, sin contar con universidades. El desarrollo en esta nueva época de la historia, está sustentado en el conocimiento. Estas instituciones son responsables de formar profesionales, técnicos y científicos del más alto nivel y calidad; de difundir y crear el conocimiento, las tecnologías y la innovación; así como trasmitir la cultura, los valores y tradiciones.

Contar con una universidad en un país, región o provincia, siempre ha sido un motivo de orgullo; más cuando se trata de centros caracterizados por la excelencia. Una universidad de excelencia es aquella que posee los más altos estándares en sus misiones de docencia, investigación, extensión y gestión, que le permiten destacarse entre otras.

Los cambios en la evolución histórica de estas instituciones han respondido a las fuerzas que surgen de su entorno local y nacional. Durante los últimos años, también tienden a dar respuestas a los movimientos regionales e internacionales, dentro de la perspectiva de la globalización.

Existen múltiples preguntas cuyas respuestas pueden orientarnos sobre la excelencia en estas instituciones. ¿Cómo deben ser las políticas para la planificación y organización de las universidades para atender con efectividad esas demandas? ¿Cuáles deben ser las carreras y las estrategias pedagógicas y curriculares para formar esos especialistas y científicos con los estándares regionales y mundiales necesarios? ¿Cuáles deben ser las nuevas misiones de las universidades en la era global? ¿Cómo deben ser formados sus docentes e investigadores y cómo incentivarlos continuamente para alcanzar estos elevados niveles de calidad? ¿Cómo pueden financiarse y qué papel pueden jugar los Gobiernos en el aporte financiero? ¿Cuál es el papel que debe cumplir la investigación en la generación, difusión y aplicación del nuevo conocimiento? ¿Cómo las universidades pueden ejercer una influencia importante en la reducción de las desigualdades sociales, económicas y educativas dentro de las naciones?

Las políticas universitarias deben señalar el nuevo rumbo por el que deben transitar en el siglo XXI. Es una era marcada por la impronta de la biotecnología, la automatización y la inteligencia artificial, que influyen en la producción más eficiente de bienes y servicios a escala nacional, regional y global. Allí la universidad asume un compromiso destacado en la formación del capital humano y en las innovaciones tecnológicas, culturales, educativas y económicas.

Existen unas 45 agencias que valoran con indicadores las condiciones de calidad o de universidad de élite de los países. Dentro de estas agencias existe la Times Higher Education Ranking (THS) y el de la Universidad Jiao Tong de Shanhai (SJTU). La primera, se basa en la reputación internacional y selecciona a las mejores 200 universidades a escala mundial. La segunda (SJTU) utiliza datos objetivos y trabaja en la identificación de las mejores 500 universidades del mundo. La mayor parte de las universidades identificadas como las mejores, se encuentran en un pequeño grupo de países, como Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Canadá y Japón. Estas instituciones son: Harvard, Stanford, Yale, Cambridge, Oxford, Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Universidad de Chicago, Instituto Tecnológico de California, College de Londres, Escuela Universitaria de Londres, Pennsylvania, Princeton, Nacional de Australia, Tokio, entre otras. Según la clasificación de SJTU, en los Estados Unidos se encuentran 17 de las 20 primeras universidades del mundo.

Según The Word University Ranking, en América Latina, las mejores 10 universidades son: Universidad Estatal de Campinas; Universidad de Sao Paulo, Universidad Católica Pontificia de Chile, Universidad Federal de Sao Paulo, Instituto Tecnológico de Monterrey, Universidad de Chile, Universidad Pontificia de Río de Janeiro, Universidad de los Andes, Universidad Federal de Mina Gerais, Universidad Federal de Río Grande Do Sul. La Universidad de Sao Paulo, se encuentra ubicada entre las 251 y 300 mejores universidades del mundo. En tanto que la de Campinas, entre las 401 y las 500. En el 2018, de las universidades brasileñas, 28 fueron incorporadas dentro de las mejores 1000 universidades de nivel mundial.

El factor más importante de contribución al avance de estas universidades brasileñas, es el aporte que hace el Gobierno a las tareas de investigación y de publicaciones científicas. Por ejemplo, la Universidad de Campinas es responsable por el 15 % de las investigaciones que se realizan en ese enorme país.

Las universidades de rango mundial, alcanzan elevados rendimientos académicos y científicos, realizan investigaciones de vanguardia, que publican en las mejores revistas indexadas, sus graduados son altamente competentes y tienen una demanda extraordinaria en los puestos de trabajo, generan un número significativo de innovaciones mediante licencias y patentes, sus profesores poseen extraordinarias ejecutorias y muchos han ganado el Premio Nobel o la Medalla Fields; poseen laboratorios excelentemente equipados, tienen recursos presupuestarios elevados, buenas instalaciones para docentes, estudiantes y administrativos y bibliotecas con miles de volúmenes físicos y digitales de gran actualidad. Todo ello basado en una organización eficiente, con gobernabilidad y una clara visión estratégica de su futuro.

Los cambios en las universidades pueden venir desde afuera o ser parte de su propia organización. Desde afuera, los Gobiernos y las empresas pueden incentivar con recursos financieros o becas, para desarrollar proyectos de formación o realizar investigaciones en temas específicos de la política nacional o de la producción. Internamente la institución puede contribuir con un marco normativo que facilite la gobernabilidad, la autonomía, la libertad académica, la cultura de excelencia y la planificación estratégica.

En Panamá, los Gobiernos aún no han percibido a las universidades como factores de progreso y de justicia social para la población. Esperamos que en un futuro próximo, existan estadistas que miren las universidades como instituciones aliadas importantes, para impulsar el desarrollo humano sostenible de la Nación.

DOCENTE UNIVERSITARIO.

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