• 12/03/2019 01:01

La censura en tiempos de democracia

Fui objeto de censura en los dos últimos procesos electorales en dictadura: 1984, la primera elección general en 17 años, y en 1989.

El silenciar mediáticamente a los opositores existió en casi todos los 21 años de la dictadura militar. Era una realidad con la que debíamos hacer nuestras vidas políticas. En los ochenta, con ocasión del veranillo democrático que se dio en Panamá, tras la firma de los Tratados en 1977, se abrieron algunas oportunidades para los políticos. ‘Algunas'.

Fui objeto de censura en los dos últimos procesos electorales en dictadura: 1984, la primera elección general en 17 años, y en 1989. En ambas aspiré a legislador, hoy diputado, por el otrora Demócrata Cristiano, hoy Partido Popular. En ambas tuve programa de radio durante los comicios. En el 84 en Radio Guadalupe, de propiedad de Fernando Núñez Fábrega, le dimos cabida a las llamadas de los oyentes para que exteriorizaran su malestar de lunes a viernes al mediodía. Muchos aprovecharon la inusitada coyuntura para criticar la dictadura, que se disfrazaba de demócrata, porque ese había sido el trato de Torrijos con el presidente Jimmy Carter para que los norteamericanos firmaran los Tratados. La intolerancia a mis críticas y de los atrevidos oyentes, que aprovechaban la oportunidad para desahogarse contra el régimen militar, produjo el cierre intempestivo del programa seis semanas antes de las elecciones. Querían democracia, pero sin cuestionamientos serios, impidiéndonos las críticas directas.

En 1989, ocurrió algo parecido en el programa que la oposición tuvo para las elecciones en RPC Radio, la mejor del país. Su gerente general y propietario, Fernando Eleta Casanovas, fallecido prematuramente, corriendo toda clase de riesgos personales y empresariales, nos alquiló a las siete de la mañana el espacio de una hora diaria por un precio simbólico. A mediados de la campaña, invitamos a la reportera de CNN, María Elena Salinas, para que cubriera el programa, porque haríamos algo diferente. Instaló sus equipos y empezó la filmación. Dije que la democracia en Panamá no era tal y que pondría un ejemplo para demostrarlo. Todos podían llamar al candidato opositor Guillermo Endara ‘Pan de Dulce' y no pasaba absolutamente nada; inclusive hasta él se reía de esa mofa. Sin embargo, ¡ay de aquel! que se atreviera a llamar a Noriega ‘Cara ‘e Piña', el apodo como se conocía privadamente al dictador, pero mencionarlo en público constituía un delito de lesa patria. En El Valle de Antón, una madrugada, un policía mató a un muchacho por gritar ‘Abajo Cara ‘e Piña'. Esa misma mañana, por órdenes del Ministerio de Gobierno y Justicia, sin justificación legal alguna, el programa había sido clausurado. Esa fue la noticia esa noche en el noticiero internacional de CNN que, como muchos medios, tenían los ojos sobre Panamá en esas elecciones, porque estaba en juego el mismo Noriega.

Las cosas, treinta años más tarde, no han cambiado mucho. Antes los censores eran los militares, vestidos de verde oliva, hoy lo son los dueños de medios, vestidos con finas gabardinas y con muchas cosas ‘verdes'. Al igual que antes, ilustro lo que ocurre con ejemplos personales.

En TV-2, por problemas legales con su propietario principal, Stanley Motta, es prohibido invitarme hace algún tiempo a sus programas o hacerme una entrevista. Igual ocurre, más recientemente, en Telemetro, tras denunciar que en el Canal de Panamá otorgaron a la empresa Stratego un contrato de relaciones públicas por casi 800 mil balboas anuales, 76 mil al mes. Al igual que gente dentro del mismo Canal, consideré ese ‘contratito' innecesario y excesivo. La empresa favorecida es propiedad de Mercedes ‘Bati' Eleta Casanovas, curiosamente hermana de Fernando (q.e.p.d.), quien también es accionista importante de Telemetro y una de sus directores. Hasta allí llegué, como dirían, peor aun cuando dicho exagerado contrato con la ACP no sea renovado este año por toda la bulla que hicimos sobre el mismo. Curiosamente ahora Bati es presidenta de Apede y desde allí clama por el fin de la corrupción y el establecimiento de instituciones más democráticas. Irónico, verdaderamente irónico.

Como se deja al descubierto, para quienes pensaban que la censura solo era cosas de militares, vemos que esta práctica la aplican las familias criollas con poder que insistentemente pretenden darnos clases de democracia, su ‘democracia'. Como yo, hay otros políticos que también sufren estos rigores de la mal llamada libertad de expresión en Panamá. Verdaderamente penoso. Si bien los años de Noriega y su dictadura quedaron atrás, bien parece que su legado ha sido heredado por estos poderosos que manejan a su antojo los medios más importantes del país, olvidándose del rol social que estos están llamados cumplir.

CANDIDATO A DIPUTADO, CIRCUITO 8-8.

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