
Jerónimo Ramírez Villalba
Cincuenta años de nuestra graduación
Hace poco pudimos reunirnos un grupo de excompañeros
En febrero de 1969 recibimos nuestro diploma de bachilleres en Ciencias, Letras y Filosofía casi medio centenar de jóvenes en el Colegio Javier. El entonces rector, padre Fernando Guardia, nos advertía de las grandes responsabilidades que debíamos enfrentar por el futuro nuestro y del país.
Fueron fuertes sus palabras relacionadas con la ruptura democrática del país que se dio cuatro meses atrás, el 11 de octubre de 1968. Los graduandos iniciamos estudios universitarios y luego nuestras carreras profesionales bajo el paraguas de un Gobierno militar que duró hasta el 20 de diciembre de 1989, después de la cruenta invasión norteamericana a Panamá.
Hace poco pudimos reunirnos un grupo de excompañeros. En nuestra promoción la mayoría son profesionales, muchos retirados, algunos de los cuales han sobresalido en sus disciplinas; y, sin querer excluir, menciono al Dr. Rubén D. Fábrega, quien, en los Estados Unidos, fue pionero de investigaciones sobre el SIDA, o el pintor de estatura internacional Tabo Toral. La gran mayoría profesionales en diferentes ramas, como ingeniería, derecho, medicina y ciencias económicas han sabido cumplir con su vocación de servicio.
Muy pocos se dedicaron a la política, aunque uno de los compañeros, Enrique Marcos Hermoso, se ha postulado como independiente dos veces a la Presidencia de la República.
Coyunturalmente, y frente a unas elecciones nacionales, dos de los candidatos presidenciales por partidos políticos son graduados del Javier. Laurentino Cortizo es quien marca mayores posibilidades de alcanzar el triunfo por formar parte de un partido que cuenta con la mayor membresía de inscritos, más de medio millón; además de tener una fuerte estructura política desde hace más de cuarenta años. De ganar Cortizo, repetiría en la Presidencia un egresado del Javier, ya que el actual presidente Juan Carlos Varela, algunos años más joven, también lo es.
Cada uno de nosotros tiene sus propias preferencias políticas y vota para los diferentes cargos de elección, según su criterio. Esa es la oportunidad que no tuvo nuestra generación por muchos años, al vivir bajo el régimen militar.
Son nuestros hijos los que prácticamente nos hacen el relevo y asumen responsabilidades cívicas y políticas. En mi caso debo dar mi opinión de que el desgreño de la clase política amerita un cambio radical, que en democracia sería a través de una Constituyente.
Es insostenible una Asamblea con tantos diputados que, en lugar de cumplir con sus funciones de hacer leyes y otras, se dediquen a manejar fondos públicos, despilfarrando el dinero de todos los panameños. A menos que los nuevos diputados entiendas esto, y se realicen los cambios necesarios donde se eliminen los excesivos privilegios; y los fondos públicos se destinen a lograr una mejor distribución de la riqueza con justicia social, nuestro país seguirá hacia el despeñadero.
Estamos frente a una situación similar a la de hace cincuenta años. Que Dios nos ilumine para tomar las mejores decisiones por el bienestar de todos, principalmente de los que vienen después de nosotros.
DOCENTE UNIVERSITARIO RETIRADO.
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