• 11/05/2019 02:00

Victoriano, Rafael y Gonzalo

 El indio coclesano es el auténtico descendiente de Quibián y Urracá

Rafael Baena y Gonzalo España, escritores colombianos, impactados por el devenir heroico de Victoriano Lorenzo, lo asedian en dos novelas, las cuales trazan un perfil inédito del guerrillero del Cacao.

Letras con sangre nacen al escribir con dolor, rabia e indignación, así es el texto de La guerra perdida del indio Lorenzo, de Rafael Baena. El escritor reacciona ante la humillación, traición, cinismo y corrupción conjurados en el asesinato institucional de Victoriano Lorenzo, el 15 de mayo de 1903. El indio coclesano es el auténtico descendiente de Quibián y Urracá.

La fortaleza interior, unida al perdón cristiano me permiten valorar el vía crucis de Victoriano, un hombre semilla de la épica de la soberanía. La acción patriótica de la juventud panameña le hace justicia al cholo fusilado por los liberales y godos colombianos en asocio con la elite dominante panameña, aliados al imperio de Washington.

El canal es la herramienta para ejecutar el Destino Manifiesto y la política del gran garrote del imperio que hace del Caribe y el Pacífico oriental lagos estadounidenses. Asesinar a Victoriano es la consigna, el cholo es más peligroso que Belisario Porras. Victoriano es el símbolo de la rebelión popular, de los marginados, los famosos condenados de la tierra de Frank Fanon.

Los caínes, brutus y judas criollos le quitan a Porras los derechos civiles, le temen. La ciudadanía militante lo hace tres veces presidente de la República mediatizada por el oprobioso enclave colonial.

La guerra perdida del indio Lorenzo renueva mi esperanza de una América unida en el sueño de Bolívar, de una Patria Grande sin izquierdas ni derechas anacrónicas.

La prosa de Rafael es puntual sin eufemismos ni concesiones. El drama electriza y el suspenso agobia al lector más avezado. Los conflictos abismales de los protagonistas y la trama angustiante nutrida de las vivencias individuales y colectivas promueven una lectura apasionante.

La Guerras de los Mil Días de Panamá, con trágicas escenas y el realismo fascinante golpean tu sensibilidad. El horror del conflicto bélico sin adornos verbales te emocionan hasta sufrir.

Las paradojas de hombres ambiciosos, egoístas, con valores fatuos son antípodas ante la hidalguía, el coraje y el honor de la indiada coclesana apoyada por panameños solidarios con los ideales de redención social.

El contraste de sentimientos opuestos genera una crisis existencial agravada por una humanidad huérfana de principios morales, éticos, cívicos y patrióticos.

El alma se conmociona, te duele el calvario de Victoriano en lucha contra la adversidad.

Rafael Baena tiene el don de contar con credibilidad, las pasiones infernales son partícipes de un entorno violento, sanguinario, pleno de iniquidades.

La mezquindad e infamias de Emiliano y Benjamín Herrera contra Belisario y Victoriano nos llevan a despreciarlos, ¿dónde quedaron ellos en el devenir colombiano? Sin duda en el basurero de la historia.

Porras y Lorenzo son dos íconos de la nación panameña. Belisario, el estadista, supo enfrentarse al imperio de Wall Street y Victoriano es la bandera de los oprimidos y de las luchas sociales de los istmeños. Belisario y Victoriano son arquetipos de la épica de la esperanza de la historia nacional.

La Guerra de los Mil Días es la manifestación armada de los istmeños conducente a la separación del centralismo bogotano, así lo comprenden los liberales colombianos y sobre todo el coloso del Norte, al impedir el éxito de la misma, era imposible negociar un tratado canalero tan leonino con una revolución triunfante.

Odios fríos de Gonzalo España, con prosa incisiva aborda el acontecer colombiano en tiempos de la separación del istmo panameño y paralelamente hace anotaciones puntuales sobre la personalidad del indio Lorenzo. Victoriano, el visionario, aprecia que el verdadero enemigo son los norteamericanos y ellos, al imponer la paz con el Tratado de Wisconsin, facilitan el asesinato sumario del héroe de las montañas de Coclé.

Gonzalo destaca la masacre del Puente de Calidonia, el callejón de la muerte, donde son asesinados decenas de jóvenes liberales por las ametralladoras de los gringos entregadas a los conservadores. Emiliano Herrera es el judas que traiciona a los revolucionarios panameños.

España destaca la acción militar de Victoriano al arrasar a las tropas oficiales en Río Grande, Cerro de los Picachos de Sorá, Puerto El Gago, Cerro Gallote, Santa Fe, las Minas etc. La astucia de ‘los cholos insolentes' es notoria en la batalla de Aguadulce, cuando Victoriano sobrevive en la toma del cerro El Vigía y luego libera a Belisario Porras en Veraguas.

Un episodio cruel es el crimen colectivo del Cacao por el coronel José María Núñez Roca, viola a mujeres y niñas, luego, con la orden ‘de cholo visto, cholo muerto', asesina a toda la población.

Gonzalo España ofrece aspectos desconocidos sobre Philippe Jean Bunau Varilla, Teddy Roosevelt, Carlos Albán y Benjamín Herrera.

El hombre del drill amarillo muere luego de tres descargas de treinta y seis balas disparadas por doce soldados.

Amelia Denis de Icaza es la primera en reinvidicar a Victoriano en un hermoso poema.

Referencia bibliográfica : Baena, Rafael, La guerra perdida del indio Lorenzo / Bogotá: Alfaguara, 2015, 222 p. il.

Gonzalo, España. Odios fríos / Bogotá: Editorial Grijalbo, 2016. 473 p.

Nota : Las letras panameñas le rinden homenaje a Victoriano con poemas, narraciones, dramas y ensayos. La Biblioteca Nacional tiene una amplia bibliografía al respecto, así como de La Guerra de los Mil Días en Panamá. Recomiendo La Antología de la Guerra Civil de los Mil Días (1899-1902) de Jorge Conte Porras.

HISTORIADOR, ESCRITOR Y DOCENTE.

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