• 27/05/2019 02:00

Que se sumen los críticos

Culminamos este mes de celebración del Mes de la Etnia Negra, tema que se relegó un poco debido a los comicios electoreros.

Culminamos este mes de celebración del Mes de la Etnia Negra, tema que se relegó un poco debido a los comicios electoreros. Dar contexto y reflexionar sobre el significado de estas celebraciones es necesario porque, a pesar de la creciente aceptación en la población de este reconocimiento, persisten las críticas, algunas muy negativas (nos califican de ‘negros acomplejados'), que tienden a desvirtuar lo positivo del reconocimiento. Algunas reflexiones de esta entrega las presentamos hace algunos años.

Creo que las sociedades débiles, como la nuestra, seguirán inevitablemente sufriendo de deterioro de identidad y una amenaza a su seguridad social, si no buscamos la manera de salirnos de los encasillamientos en que nos hemos encerrado. Bondades para unos pocos y penurias para los muchos. Así estamos, tratando de redefinir o negar quiénes somos.

Jacob August Riis, documentalista y periodista que emigró de Dinamarca a Estados Unidos en 1870, publicó en 1890 un libro titulado ‘How The Other Half Lives' (‘Como vive la otra mitad'), que tenía el objetivo de retratar y hacer del conocimiento de la élite social y adinerada de Nueva York las condiciones de vida de las clases pobre y más necesitadas (generalmente emigrantes) con quienes compartían la ciudad de Nueva York en las postrimerías del siglo XIX.

El título del libro deriva de una frase del escritor galo Francois Rebelais (1494-1553): ‘una mitad del mundo no sabe en qué condiciones vive la otra mitad', tan cierto hoy, 500 años después; arrinconados aquí en este pequeño espacio, pero de espaldas a la realidad de cada cual. Unos viviendo de la opulencia y el lujo exorbitante y otros comiendo de la basura que la ciudad desechaba. Unos aprovechando los avances tecnológicos de la época, entonces; y ahora, los otros viviendo de las sobras y las baratijas que la economía de hoy les ofrece.

Proporciones guardadas, en pleno inicio del siglo XXI, menos del uno por ciento de la población mundial controla las riquezas y los centros de producción. Eso, obviamente, es menos de la mitad; y aquí en Panamá, dentro del enmarcado en mención, hemos permitido, con poco espacio para maniobrar, que nuestra sociedad se infecte con una serie de contrariedades que hoy nos tienen amenazados sin una salida sensata para salvarnos de nosotros mismos.

Este es un país de tránsito, y los que quedamos, vinimos de diversas esquinas del mundo. Y ese ir y venir hace que cada cierto tiempo nos renovemos abriéndole espacios a los que quieren llegar a contribuir con hacerlo un lugar digno en el cual podamos vivir.

Pero para los que señalan que no hay discriminación y por consiguiente este reconocimiento y estas celebraciones son innecesarias, deben reflexionar a profundidad. Estas comunidades son las que más sufren las penurias por el pésimo servicio de transporte, la falta de agua potable y un sistema educativo público protervo e inmoral que no muestran signos de mejorar en el corto ni mediano plazo. Conjuntamente con los indígenas, las desventajas y penurias que experimentan por la falta de políticas públicas que les brinden mejores condiciones de vida, oportunidades y espacios de superación a lo que muy bien tienen derecho, no la viven ni experimentan otras etnias mejor favorecidas. Jacob Riis alguna vez dijo que ‘La experiencia de cada hombre debe valer algo a la comunidad de la cual la sustrajo'. Las experiencias que vive la mayoría de la población parecen no tener valor y continuarán en sus penurias y eso nos mantendrá débiles como sociedad.

Las palabras de Riis deben abrirle los ojos a los que solo examinan las estadísticas; a los que aún siguen pregonando que casi somos país de primer mundo, a los que dicen que no hay discriminación. Compartimos este espacio, pero las realidades son muy distintas. Las experiencias de las ‘dos mitades' seguirán siendo diferentes.

En este Mes de la Etnia Negra un creciente número de ciudadanos celebra con alegría las festividades que resaltan el aporte de las distintas comunidades negras en nuestro desarrollo. Los que critican y descalifican las manifestaciones y la visión de participación y crecimiento que nuestros representantes impulsan, a fin de seguir contribuyendo con el desarrollo de nuestro Panamá en este siglo XXI, deben reconocer las desventajas y retos que aún persisten… guardarse sus críticas y aplaudir la necesaria labor de seguir demoliendo las barreras que quedan.

COMUNICADOR SOCIAL.

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