• 09/06/2019 02:01

Terquedad contra la vacunación

Uno de cada veinte niños con sarampión desarrolla neumonía. Alrededor de uno de cada mil desarrolla encefalitis, una infección viral de las células cerebrales. 

No lejos de los dormitorios en Ripon, Wisconsin, donde vivía mientras estuve en la universidad, había un cementerio. Era un lugar tranquilo para reflexionar después de un día difícil, pero también para recordar el significado de la ciencia en la historia de la humanidad, especialmente en el arte de posponer la muerte. Las bancas estaban colocadas a la sombra de los árboles, entre senderos de tejas rojas y filas de lápidas, muchas de ellas conmemorando a los niños muertos. Pero había una cerca de la entrada que siempre me hacía mirar. Estaba dedicada a Mary West, una mujer que murió en 1865, a la edad de treinta y dos años, dos años antes de que Joseph Lister publicara su innovador trabajo sobre la antisepsia. La razón de su muerte no está registrada en la lápida, pero debajo de su propio nombre figuran los nombres de sus seis hijos en el orden de sus muertes: a los dos años, cuatro, siete, doce y catorce. Solo uno vivió hasta la edad adulta.

La muerte de cualquier niño es una tragedia, pero perder tantos en estos tiempos es casi impensable. A fines del siglo XIX, cuando abundaban las enfermedades infecciosas, era común. Sin embargo, hace unos días leí de decenas de casos en Nueva York de niños con erupción cutánea, fiebre, conjuntivitis, ganglios linfáticos inflamados, todos síntomas clásicos del virus del sarampión. Y cuando se les preguntó a los padres si los niños tenían la vacuna MMR [sarampión, paperas y rubéola], simplemente dijeron que se la habían saltado.

Uno de cada veinte niños con sarampión desarrolla neumonía. Alrededor de uno de cada mil desarrolla encefalitis, una infección viral de las células cerebrales. Alrededor de dos de cada mil mueren. Por eso no debe extrañar que a medida que han disminuido las tasas de vacunación, los casos de enfermedades infecciosas han comenzado a aumentar. Es desafortunado que la vacunación sea vista como una intervención poco natural y peligrosa, cuando en realidad el sistema inmunológico se fortalece. El testimonio en el cementerio muestra que antes de los avances en salud pública, potabilización del agua, eliminación de la antisepsia y vacunación de niños, era perfectamente natural que la mayoría de los niños muriera.

La palabra vacuna significa ‘de las vacas'; se usó por primera vez para describir el método de prevención de la viruela en humanos al raspar una pequeña cantidad de líquido de las costras de viruela de vaca en la piel de la persona. La viruela había estado matando y mutilando a las personas desde la antigüedad, cuando por primera vez comenzamos a convivir con roedores en comunidades, hace entre 48 000 y 16 000 años. Se cree que el faraón Ramsés V sufrió de viruela en el siglo XII a. C. En el siglo XV, los europeos la trajeron a América, y su letalidad es parte de la razón por la que se estima que solo entre el cinco y el 10 por ciento de los nativos americanos ha sobrevivido a ese encuentro. Tan pronto se descubrió la vacuna, los Gobiernos de Francia, España y Portugal empezaron a vacunar para fines militares. Napoleón vacunó a la mitad del ejército francés antes de montar su operación contra Prusia. Posteriormente, los Gobiernos de Inglaterra y EUA siguieron la costumbre, pero principalmente para fines comerciales. Jefferson vacunó a sus esclavos antes de arriesgarse a vacunar a su familia.

Hace aproximadamente un siglo, la infancia era una fase peligrosa de la vida. Gracias a la vacunación, la mortalidad en los primeros años de vida disminuyó de manera significativa. Pero ahora, después del escándalo de desinformación y negación a la vacuna MMR, parece que estamos volviendo a una crisis de salud pública. En el período 2003 — 2004, la vacunación contra la MMR en muchos países cayó por debajo del 80 %, muy por debajo del umbral de inmunidad y de la proporción que cualquier población debe vacunarse para que aquellos que no han sido vacunados permanezcan protegidos. El objetivo de la OMS es del 95 %. Las tasas de vacunación remontaron a un máximo de 92.7 % en 2013 — 2014, pero el año pasado se registró el cuarto año consecutivo de disminución de la vacunación contra la MMR.

Los recientes brotes de sarampión en EUA han llevado a varios países a introducir proyectos de ley de salud pública que limitan la capacidad de los padres para optar por la vacunación. Las enfermedades infecciosas no pueden seguir siendo una preocupación privada. La salud y seguridad de todos, no pueden ser discrecionales. Esperemos que la noticia de cientos de niños muertos en EUA por sarampión sea suficiente para que el mensaje sobre vacunación trascienda y se siga transmitiendo.

EMPRESARIO, CONSULTOR DE NUTRICIÓN Y ASESOR EN SALUD PÚBLICA.

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