• 05/07/2019 02:01

69 autores y una antología de Enrique Jaramillo Levi

Constituye además una herramienta didáctica trascendental. 

Hoy presentamos una de esas antologías a las que nos tiene acostumbrados el profesor Enrique Jaramillo Levy, las cuales son todas el resultado de arduo empeño en el estudio del quehacer literario de la región, en general y del cuento panameño, en particular. Esta es Minificcionario. Compilación histórica selecta del minicuento en Panamá (1967-2018). Todos sus trabajos destilan magia, que nos lleva al propósito primordial del cuento que es entretenernos, secuestrarnos al mundo de la ficción y desde allí ver el mundo y la realidad puesta en perspectivas diferentes con las que auscultamos la fragilidad humana. Esta que hoy nos ocupa es amplia y diversa en temas, formas y estilo. Destacan la solidez del conjunto, la diversidad de tonos y de enfoques en atrevida renovación; posee en algunas páginas un inquietante realismo intimista, lirismo en dosis aceptables, impregnación fantástica y onírica, sentido de la extrañeza de lo cotidiano, ironía y humor, y en algunos cuentos se adivina un cierto gusto por el experimento.

Constituye además una herramienta didáctica trascendental. El volumen presenta una introducción del propio autor con notas y comentarios que ayudan al lector a acercarse a los escritores más relevantes en, este caso, del cuento breve contemporáneo en Panamá. La introducción cumple con el objetivo de mostrarnos las claves para entender la riqueza y complejidad del mundo ensayístico del antologador, así como el narrativo de los autores antologados entre los que se encuentra el mismo. Enrique recoge en dicho prólogo la teoría y las claves para la práctica del microrrelato.

Sus conocimientos no son un mero almacenaje de saberes, sino herramientas de estudio y creatividad, pues él ha cultivado el ensayo, la poesía, el cuento, la entrevista y el artículo periodístico, actividades con las que nos lleva de la mano para tratar de explicarse la realidad en un proceso que, tal como nos expresa él mismo: ‘Escribir ficción es una forma de examinar la vida, de acercarse a sus matices y contradicciones. Es una manera de entrar en ella a través de infinitas posibilidades del lenguaje desde la experiencia y el conocimiento, pero también desde la intuición y la magia imaginativa; todo a un mismo tiempo'.

En cuanto al contenido de la antología misma, no pretende agotar el tema, sino presentar al lector un muestrario de cuentos a modo de instantáneas o fulgores que tienden a ser breves y en los que sus autores rescatan momentos o detalles mínimos, a sugerir, a presentar, a desvelar lo que se esconde detrás de ciertos objetos, ciertos comportamientos, ciertas actitudes. Esta Antología presenta al lector un número suficiente de relatos breves de cada creador que permiten acceder a su mundo, dando cuenta, a la vez, de la variedad que lo constituye y abarca, tanto en asuntos y personajes como en estructuras narrativas. Se centran en acontecimientos que es posible que pasaran desapercibidos o que parecieran a otros sin especial importancia, un personaje anónimo, una fruslería, una palabra escuchada al pasar, una pequeñez, un error incluso y que, por lo general, dura apenas un instante. Son estos detalles insignificantes los que precipitan en los autores de cuentos las reacciones más apasionadas y trascendentales, les proporcionan sus nudos argumentales y sobre él desarrollan sus destrezas narrativas, su propia riqueza de connotaciones simbólicas e insinúan paisajes psicológicos y míticos mucho más amplios y complejos que los que parece sugerir la sencilla trama verbal del cuento. Esto es lo que podríamos llamar «el mito del instante decisivo» al que se refería Henri Cartier Bresson en relación a la fotografía, pero que como él, se necesita trabajar la escena desde distintos ángulos, tomar múltiples fotos de la misma desde distintos puntos de visión, en diversos momentos y perspectivas en aquella búsqueda en la que hay ‘momentos de placer y diversos grados de angustia en los que se descubren cosas que a menudo no se buscaban' como el mismo Enrique escribe en el Prólogo.

Por un instante antes de entrar a leer los cuentos, motivo principal por el que compraremos este libro, debemos considerar que está muy bien presentado desde su portada, arte de Enrique Jaramillo Barnes, tiene muy buen precio y su letra y material nos lo hacen muy atractivo. Su diagramación es otra obra en equipo con la habilidad en ese campo de Silvia Fernández de Risco.

Volvemos al antologador para resaltar que este trabajador intelectual ha puesto todo su empeño en crear obras que se erigen como empresas de arte o de literatura para que la gente hable, discuta, aprenda a oír, en un pueblo donde hemos perdido la capacidad de escuchar, disminuyendo el ruido exterior y escucharnos más para que, en el momento oportuno, podamos lanzar la réplica inteligente, sagaz y adecuada. Antologías como esta nos invitan a pensar y dialogar en torno al motivo aglutinante en un determinado tema como en este caso lo es la ficción breve.

Los relatos, historias o cuentos catalogados aquí como minificciones están articulados en torno a dos principios básicos: brevedad y narratividad. Es decir, para que un texto entre dentro de esta categoría literaria, además de ser breve y de estar escrito en prosa, tiene que contarnos una historia, con un sujeto actor y una acción sustentada en un conflicto y en un cambio de situación y de tiempo, aunque sean mínimos.

Los 69 autores de esta compilación recorren toda una gama de emociones, vivencias, fantasías, sueños y experiencias humanas en un amplio abanico narrativo para complacer a cualquier lector exigente. Así vemos temas como los talleres de creación literaria que le sirven a Rafael Alexis Álvarez de disparador para su minificción; elementos oníricos mueven a Nicolle Alzamora Candanedo; el absurdo guía a Bolívar Aparicio; la historia provee de circunstancias y personajes a Rey Barría. Los cuentos de Alberto Cabredo te presentan personajes y entornos cercanos a la experiencia cotidiana y su relato Delete fatal hace un guiño a la moderna tecnología; Gloriela Carles Lombardo se adentra en exploración sicológica enfrentándonos desde allí, al absurdo. Mediante un humor ácido contra el personaje mismo en Le pedí al genio de Claudio De Castro nos saca sonrisas con su ingenio.

El cuento más breve de la colección demuestra que en la brevedad de estos cuentos se puede encontrar un mundo en la clásica nuez:

Tratamiento

Algunos dicen que es una verdadera loca y que ahí donde la ves, se come un muerto y no lo eructa. Otros comentan que pase lo que pase ella es la que siempre se echa al muerto. Si se lo come o si se lo echa es lo de menos. Lo urgente aquí es que se le dé tratamiento siquiátrico intensivo para tratar su necrofilia. (Cuento de Annabel Miguelena, Minificcionario, pág 256).

Los autores aquí incluidos tratan el material de los sueños, la ficción, el espíritu, las emociones con la delicadeza de su naturaleza dúctil y frágil, siempre en riesgo de que se sesgue, se rompa, se desaparezca en el proceso. Todos ellos nos deleitan con lo escueto, lo mínimo, lo justo y apenas suficiente. Erotismo y sorpresa nos enajenan en los cuentos de Luigi Lescure, especialmente en Cuidar a Sofía; desolación y amargura en una vida antes de la vida en el cuento Un minuto de Griselda López; tradición, belleza y armonía en el polisémico Zumbido de Moravia Ochoa López; ironía trágica en el cuento Demasiado tarde de Maritza López-Lasso; y así constatamos en todos los textos que en este género cada palabra tiene un determinado valor y el peso de una roca. Pero el gran placer del escritor de microrrelatos es la posibilidad de llegar desde la torpe materia prima hasta una joya perfecta en un giro breve, sugestivo y sorprendente. En homenaje a todos los autores de esta Antología, termino con palabras de una maestra de la minificción, Ana María Shua, quien en Cómo escribir un microrrelato, dice: ‘…estas historias puedan entretener, emocionar, intrigar, o sorprender a los buenos lectores; y, si todo ello junto, mejor que mejor'.

BIBLIOTECA INTERNACIONAL SIMÓN BOLÍVAR, UP.

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