• 06/09/2019 02:00

Crisis política y social en Hong Kong

Pero la posibilidad de extraditar a sus ciudadanos o residentes a un país con un sistema político y jurídico socialista-totalitario 

Un crimen pasional en Taiwán, en febrero de 2018, fue el origen improbable y novelesco de los disturbios multitudinarios, cada vez más violentos, que desde 9 de junio de 2019 han confrontado a manifestantes y policías en Hong Kong, con consecuencias impredecibles para este territorio autónomo chino.

El crimen involucró a dos ciudadanos hongkoneses, Chan Tong Kai, quien allí asesinó a su joven pareja encinta, Poon Hui Wing, escapando posteriormente a Hong Kong para evadir la justicia taiwanesa, que pidió su extradición sin ser esto posible, al no existir un acuerdo de extradición entre estos dos territorios autónomos chinos.

Un año después (13 febrero 2019), el gobierno hongkonés, garante de un verdadero Estado de derecho, propuso reformas a sus leyes para corregir esta anomalía y así poder concluir acuerdos de extradición no solo con Taiwán, sino también con Macao y China, como tiene con otros 20 países, incluyendo EUA, Reino Unido, Francia, etcétera.

Pero la posibilidad de extraditar a sus ciudadanos o residentes a un país con un sistema político y jurídico socialista-totalitario afectó profundamente el alma de esta excolonia británica, pues, a pesar de formar parte de la República Popular China desde 1997, Hong Kong todavía se rige por un sistema capitalista con mucha libertad individual, incluyendo la primacía e igualdad ante la ley, valores muy diferentes a los de sus coterráneos socialistas.

Vale recordar que en 1984 el Reino Unido y China firmaron la ‘Declaración Conjunta Sino-Británica' que revirtió esa colonia británica a China después de 156 años (1841-1997) de ocupación. Dicha declaración de principios y la Constitución hongkonesa (Ley Básica de 1990), basada en ella, creó una codependencia muy pragmática de ‘un país y dos sistemas', garantizando su modo de vida capitalista, excluyendo además el sistema y políticas socialistas allí, garantías respetadas cabalmente por China que regirán hasta 2047 (Art. 5).

Pero en esta tragedia hay muchos otros intereses foráneos que quieren darle un matiz de movimiento prodemocrático a estas manifestaciones antiextradición para cumplir otros fines que muy poco tienen que ver con extradiciones o el fiel cumplimiento de ese compromiso bilateral sino-británico de 1984, aprovechándose de los manifestantes hongkoneses más extremos para lograrlos.

El antagonismo actual entre EUA y la China Popular va mucho más allá de un conflicto comercial por ser naciones opuestas ideológicamente (plutocracia capitalista estadounidense vs. capitalismo estatal y meritocracia administrativa china) con prioridades políticas y sociales propias para acomodar sus aspiraciones a un poderío mundial creciente, en el caso chino, o decreciente, en el caso estadounidense.

Este antagonismo juega un papel primordial en la crisis que vive Hong Kong actualmente, donde supuestas organizaciones sin fines de lucro, patrocinadas por la CIA, se cuelan para agitar a activistas con propaganda y dinero, demonizando a China y su soberanía sobre Hong Kong.

Panamá, gracias a esa soberanía china, tiene un consulado allí; nuestra larga experiencia con intervenciones estadounidenses de toda índole, a lo largo de 116 años de República y mucho antes, nos debe servir para entender lo que pasa en Hong Kong.

EXDIPLOMÁTICO

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