• 15/12/2019 00:00

¿Libertad de pensar?

Hemos dicho una y otra vez que la libertad de pensar con originalidad e independencia de criterio es un mito, porque las hegemonías, en posesión de todos los recursos relacionados con la educación, o con los más sofisticados dispositivos de manipulación mediática, los usan para procesar ideas y fijarlas en el consciente y subconsciente colectivo, ¡según los intereses creados!.

Hemos dicho una y otra vez que la libertad de pensar con originalidad e independencia de criterio es un mito, porque las hegemonías, en posesión de todos los recursos relacionados con la educación, o con los más sofisticados dispositivos de manipulación mediática, los usan para procesar ideas y fijarlas en el consciente y subconsciente colectivo, ¡según los intereses creados!

¿Es abatible esta afirmación? Por supuesto. Claro. Es abatible precisamente porque las hegemonías tradicionales tienen mucho éxito en crear pensamientos unificados —mismas costumbres, mismos valores, mismos hábitos, mismas creencias religiosas y filosóficas—, lo cual no es malo en sí mismo, porque, a falta de conductas innatas como las que poseen los insectos, sirven para articular un orden social más o menos coherente, funcional, al margen de las aberraciones que le son concomitantes.

La única libertad que pueden darse el lujo de tener los seres humanos es examinar las distintas corrientes de pensamiento coexistentes en contextos históricos, según hayan sido codificadas en sus mentes, con propósitos altruistas en algunos casos, o según los beneficios que puedan obtener: los famosos y universales “¿qué hay pa' mí?”.

La intención de mi abordaje es demostrar que en el ámbito político local o geopolítico, las ideas fijadas en la conciencia y subconsciencia individual y colectiva determinan los comportamientos y puntos de vista más comunes y masivos respecto a todos los temas, particularmente a los relacionados con la lucha por el poder.

Los ciudadanos de cada país piensan como se les enseñó a pensar y actúan según el pensar aprendido.

Hay conceptos capitales en la articulación institucional humana como democracia, libertad, derechos humanos, dictaduras, soberanía, terrorismo, socialismo, capitalismo, neoliberalismo, nacionalismo, libre comercio, calentamiento global, ambientalismo, guerra y paz, a través de los cuales las distintas naciones y pueblos se alinean, muchas veces para matarse entre ellos.

Esos conceptos actualmente están sobre la mesa, constituyen pretextos ocultos para justificar la lucha encarnizada que protagonizan las potencias del Centro, ahora multipolar, para controlar y saquear los recursos de los países de la periferia, unos a la brava, otros con sutileza. Todo lo demás pertenece a la retórica de los magos de Oz.

Eso explica también la irracionalidad de nuestras adhesiones políticas. Inexplicablemente nos alineamos a favor de potencias que sin disimulo saquean nuestros recursos y arruinan nuestras economías con políticas usureras. En cambio, condenamos a los países que luchan por su libertad.

Nos alineamos con países en donde matan a cientos de luchadores sociales sin ningún asco. Pero pegamos el grito al cielo cuando muere un manifestante en un país de signo contrario al que se nos enseñó a amar.

Acogemos con placer a quienes arruinan nuestras economías por vía de la usura. Sin embargo, adversamos a quienes defienden sus recursos naturales con alma, vida y corazón. Aplaudimos a los que bombardean pueblos indefensos para arrebatarles su petróleo. Pero aceptamos que llamen terroristas a quienes defienden los recursos de sus pueblos. Me parece que si doy ejemplos, le falto respeto a los lectores. PRO

Periodista y escritor.
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