• 23/12/2019 00:00

En el 2020, el bejuco de macano acabará con jueces de paz y otros bodrios

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Ahora si estoy seguro que muchos de los especialistas en tecnicismos jurídicos, sobre todo esos que inventaron a los jueces de paz no saben o no vivieron nunca los conflictos y controversias reales que ocurren en comunidades vecinales, en cárceles y pandillas.

Esta gente cree que los panameños estamos lo suficientemente educados para jueces de paz y para remedios infantiles ante la tenebrosa delincuencia como el famoso: “sana, sana, culito de rana”. Les relato dos casos menores, porque de los grandes no me atrevo, ocurridos en la barriada de Cerro viento. El primero se dio en la avenida principal porque los 3 perros de raza de una poderosa señora dueña de “casa grande” no encontraban otro lugar mejor para cagar que la entrada de la casa de un alto dirigente del PRD. Ellos hablaron sí, pero no le dijeron nada a los perros que siguieron con sus actos fisiológicos de orinar y cagar a las seis de la mañana, hasta que el ingeniero no soportó porque saliendo a trabajar tuvo que apartar como seis libras de excremento fresco. Los cargó en una pala y los tiró en la puerta de la doña. Ésta salió e intercambiaron insultos fortísimos. El vecino se retiró con la cara más roja que el “pipí de un perro”, al verse superado en vocabulario. Pero cometió el error de voltearse a 50 metros para señalar con el índice amenazante, por lo que “la chancera” le lanzó una piedra del río Pacora de esas que dejan las constructoras a lo largo del país. La roca picó dos veces antes de darle en la espinilla al hombre y quebrárlo.

El otro caso fue allí mismo en Cerro Viento, cerca de la famosa casa de piedra, en donde un vecino de años tan solo porque las ramas de un árbol de mango le afectaban, le dio un balazo de rifle a su vecino, perforándole el “estómago”, decía la gente.

Urge hacer algo porque la delincuencia y los casos aumentan y la gente no cree en los jueces de paz ni el mismo jefe Mirones.

Hace falta ahora otro relato cierto, de los cientos que me han contado en campos, ciudades y montañas.

—Que en el Potrero de La Pintada, antes del magnicidio contra el presidente Antonio Remón Cantera, el gobierno envió por primera vez a un policía nacional pues la Alcaldía no permitió bailes ese año y que solo pasearan al patrono Nazareno.

—¡ Que ocurrió!, pues que tres personas en forma subrepticia aprovechando la oscuridad, sacaron y botaron al santo de la iglesia, tirándolo en un lejano barranco del Guacamaya.

El pueblo quedó alarmado y cuando lo encontraron meses después, un cura de La Pintada, fuertemente consternado, solo atinó a decir unas palabras que se han convertido en una maldición paupérrima: “pueblo de Potrero…, potrero eres y potrero serás”.

A los meses encontraron al Nazareno formándose una gran fiesta,¿ pero que sucedió?, que durante el festejo al policía le botaron el quepi y le dieron una palera con bejuco de macano. Y casi muerto lo llevaron a la casa de una rezadora, quién le vio la oreja casi desprendida, y tomando un puñado de hojas de romero de mucho que por allí había, las mascó y las mezcló con sal, vendando lo que quedaba de oreja, repicando que eso lo curaría y que no era menester más nada, al guardia como pudieron lo sacaron en hamaca a esas horas de la madrugada, para que lo atendiera un veterinario en el cuartel de Natá. Para sorpresa, cuando le quitaron la ensangrentada camisa del uniforme, el pobre tenía 30 mordidas en la espalda.

Panamá parece haber perdido el norte, porque en muchos pueblos hoy día se ven criminales descuartizando a machete a sus víctimas, asesinos en libertad, amparados por el casa por cárcel. Sin embargo, el pueblo honesto y creyente cuenta con el bejuco de macano para defenderse esperando que reabran a Coiba como planificaron primero Porras y después el Fufo., lo demás son cuentos como los míos.

Escritor costumbrista
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