• 12/01/2022 00:00

El 20 de Diciembre y su derecho a Día de Duelo Nacional

“¿Qué impide fijar legalmente lo que ya se ha fijado en la memoria martirizada de nuestro pueblo como fecha de duelo nacional?”

“Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”, George Santillana.

“La patria es el recuerdo… Pedazos de la vida envueltos en jirones de amor o de dolor…

La patria son los viejos senderos retorcidos que el pie, desde la infancia, sin tregua recorrió…”, Ricardo Miró.

Para los desmemoriados o no nacidos antes de 1989, es saludable recordarles que, en la fecha arriba anotada, aconteció una invasión a Panamá por el ejército estadounidense; y que el invasor la denominó “Causa Justa”. ¿Qué de justa tenía? Veamos sus causas, componentes y efectos:

Desde 1968, las organizaciones estudiantiles, con fuerte asentamiento en la Universidad de Panamá y en el Instituto Nacional, propusieron sembrar banderas panameñas en la zona canalera para hacer cumplir acuerdo -EUA-PMÁ- que autorizaba izar las dos banderas en sitios públicos; fue creciendo un sentimiento nacionalista que se concretó el 9 de Enero de1964, cuando la juventud institutora fue reprimida brutalmente por proponerse hacer cumplir ese acuerdo; represión que causó 21 muertos panameños. Desde entonces, este lacerante dolor en los panameños se intentó superar mediante acuerdos, sin éxito, con sucesivos Gobiernos; permaneciendo una resentida relación entre ambas naciones. Resentimiento que sorpresiva e inesperadamente encarnó un régimen militar surgido de un golpe de Estado en 1968; régimen que abanderó el reclamo patriótico hasta culminar con una solución, mediante un Tratado -1977- denominado Torrijos-Carter. Imparcial e objetivamente los aplausos fueron para el general Omar Torrijos, quien fungía como jefe del Gobierno panameño y el presidente -EUA- Jimmy Carter.

Para más detalles, léase “Mi general Torrijos”, de José de Jesús Martínez o “El general Torrijos”, de Rómulo Escobar B.

Pero a partir de la muerte -1981- del general Torrijos, el régimen castrense entró en conflictos internos, violó la ruta trazada para el retorno de un Gobierno civilista, violó derechos básicos-ciudadanos, desatendió la hoja de ruta-procesal para la estructuración de un nuevo régimen político-administrativo y animó la creación de un paramilitarismo, que se transformó represivo, para enfrentar una sospechosa invasión estadounidense; comprobándose posteriormente su vinculación oculta con el narcotráfico; incluso con acciones encubiertas del Senado de EUA.

Resumen: una estructura gubernamental panameña, aferrada al poder militar, sin jerarquía nacional, no controlada por el imperio estadounidense de acuerdo con su estrategia geopolítica y con una clase oligarca apadrinada por EUA, organizada para la retoma total del poder sociopolítico perdido.

En ese espectro, antes descrito, el Gobierno estadounidense, al mando de G. Bush, decide invadir, indiscriminadamente, a Panamá, con la excusa-justificación de atrapar al general Noriega, como jefe de Gobierno, déspota vinculado al trasiego de la droga colombiana.

Resultado de esa invasión criminal de lesa-humanidad: miles de muertos inocentes, destrucción material de bienes públicos-privados, el espectáculo deprimente de una toma de posesión de Gobierno en una base militar de EUA, por grupo político ganador de elecciones pasadas.

Sabemos que jamás en América Latina se ha dado la crueldad antes señalada y que se debe fijar en la historia como lección irrepetible para dirimir desacuerdos. Fecha grabada históricamente como duelo nacional-mundial; cuya pérdida de muchas inocentes vidas humanas deben ser reivindicadas para exaltar su sacrificio, y que este no sea en vano.

Ese día debe ser una celebración nacional a la vida, en honor a los que se fueron dejándonos inscritos en la historia de los pueblos mártires. Y, en su honor, construyamos sitios-plazas de recordación donde se debatirá y se distribuirá producción literaria que llegue a todos los niveles.

No serán actos producto de resentidos, semejantes a los que celebran en otros países, sino un agregado cultural a la identidad nacional y una oportunidad para un enlace más fraternal con quien, arrepentido, nos hizo daño.

¿Qué impide fijar legalmente lo que ya se ha fijado en la memoria martirizada de nuestro pueblo como fecha de duelo nacional? Señalar y homenajear una fecha trascendente, debe ser para reflexionar sobre lo acontecido y no para estigmatizar o limpiar a sus actores.

¿Qué criterios interesados frenan para que el 20 de Diciembre no sea Día de Duelo Nacional?

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