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- 16/01/2020 00:00
200 años después…
A juicio del acontecer histórico pareciera ser que aún no estamos preparados para asumir nuestras responsabilidades ante la democracia y las libertades. Ser libres implica derechos, deberes y obligaciones que, en ocasiones, pareciera, que nuestra comodidad se impone antes que hacer lo correcto. Vemos el cumplimiento del deber como gran sacrificio.
¿Por qué 200 años después de las luchas independentistas, seguimos igual? Cuando observamos que la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor, que las reformas fiscales tienden a meterle la mano en los bolsillos a los humildes, mientras protegen los intereses y privilegios de grandes capitales, vemos como los dueños de estos capitales hacen lobbying para proteger sus privilegios, y los trabajadores hacen paros para protestar por sus derechos, se puede decir que, 200 años después, seguimos igual…
Sólo ver los debates de los políticos planteando argumentos en función de las multinacionales, sector empresarial e intereses personales, en vez de hacerlo en función de la sociedad, son hechos que reiteran que, poco ha cambiado.
La evidencia cotidiana del ciudadano oprimiendo a su igual, aprovechándose, e incluso, explotando al otro, es ver hoy la misma esclavitud de hace 200 años, es decir, seguimos igual…
Cuando hermanos se agreden unos a otros por nacionalidad, religión, orientación sexual, color de piel, condición de discapacidad o, por el motivo que sea, es hacer remembranza a la época de 200 años atrás.
Mirar la Unión Europa, pese a que la conforman 28 países, hablan 24 idiomas, y coexistan más de cinco creencias –espirituales-religiosas- esto, ¿no nos dice nada? No nos percatamos que somos de las pocas regiones del mundo que, hablamos el mismo idioma, tenemos raíces culturales similares, en su mayoría con la misma religión, con todas éstas similitudes y no hemos sido capaces en 200 años de unirnos en la gran nación americana, tal como la soñó —y por lo que dio su vida— Simón Bolívar, nos lleva a pensar que, 200 años después, seguimos igual…
A todas esas conclusiones llega cualquier persona desprevenida que vea la recientemente serie de televisión “Bolívar, una lucha admirable”, producida por Sony Pictures Televisión y Caracol Televisión, muy a pesar de estar novelada para ser más atractiva, el telón de la historia siempre muestra los hechos.
Aún resuenan las palabras del maestro del Libertador, Simón Rodríguez, cuando abandona Venezuela para irse al exilio, después de la fallida conspiración contra los realistas, que le dijo a su aventajado alumno: “…el pueblo no está preparado para dejar el dominio del Rey, les falta un buen líder que lleve a cabo la misión por la causa, por la libertad, además de educación, preparación, unión y disciplina”.
Al parecer, 200 años después, seguimos igual, pues, nuestros pueblos se resisten al cambio, les es cómodo a los gobernantes que tienen, así no sea lo adecuado, antes que ser protagonistas de la transformación que necesitan, sólo rezan esperando un Mesías que haga el milagro.
La serie nos muestra la convicción de Bolívar “…para llevar a cabo una revolución, para instaurar una república, debe haber verdadero movimiento del pueblo, no solamente los mantuanos y canarios —colaboradores—”.
Todo indica que nuestros problemas en la región son atemporales; es decir, después de las luchas independentistas seguimos igual… con los problemas de ayer, hoy y, sino asumimos nuestras responsabilidades como ciudadanos, tendremos los mismos problemas por mucho tiempo más.
Sobre la serie hay cierto debate entre algunos historiadores, sobre si es fiel o no a la historia. No tengo el nivel de conocimiento para asumir una postura en ese debate y, seguramente, por ser una serie, la misma debió haber sido novelada, para hacerla más atractiva para los espectadores, pero, lo importante aquí son las varias lecciones que podemos sacar de la serie y la semblanza del pensamiento del Libertador.
A manera de conclusión, aunque suene repetitivo, 200 años después de las luchas independentistas, seguimos igual. Pero, confío en que llegó la hora de las nuevas generaciones, la gran oportunidad de cambiar esa realidad.
La gran conclusión la encontramos en la última proclama del Libertador hecha en Santa Marta: “¡colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”, sigue vigente y, debe ser interpretada y aplicada, que “se consolide la unión”.
Los líderes de las nuevas generaciones tienen la histórica oportunidad de superar problemas que 200 años después, aún tenemos.