• 09/03/2020 04:00

La espiral histórica y las elecciones en Estados Unidos

Hay diferentes maneras de ver el tema de la contienda electoral en los Estados Unidos. Si el contexto es una espiral (para utilizar la conocida metáfora sobre la historia), sugiero que se parta desde la esfera más distante en dirección hacia el centro del tema, para ver si nos movemos, en el vaivén de los surcos, a un mejor sentido de humanidad para todos.

Hay diferentes maneras de ver el tema de la contienda electoral en los Estados Unidos. Si el contexto es una espiral (para utilizar la conocida metáfora sobre la historia), sugiero que se parta desde la esfera más distante en dirección hacia el centro del tema, para ver si nos movemos, en el vaivén de los surcos, a un mejor sentido de humanidad para todos. Digamos que el centro de la espiral es una sociedad más justa y entonces nos preguntamos: ¿hay movimientos entre las esferas de la espiral que indican que la mayoría de la población estadounidense avanza hacia el centro? La respuesta debe ser Sí.

El modelo electoral de los Estados Unidos, los famosos Colegios Electorales, no apoya convincentemente su postura de “perfecta democracia”, ni su conducta internacional de defensor de esta, y crítico de aquellos países que, “no respetan el voto del pueblo en las urnas”. Desde 1992 en las elecciones presidenciales en ese país, el presidente electo republicano solo ha ganado el voto popular en una ocasión, eso fue en el 2004. Las otras veces, aunque hayan ganado o se les haya otorgado la Presidencia a los republicanos, el voto popular ha sido para los demócratas. Dicho de otra forma: en siete (7) contiendas electorales desde 1992, los demócratas han ganado el voto popular seis (6) veces y solo han ocupado la Presidencia en cuatro ocasiones: dos veces Bill Clinton y dos veces Obama.

Como señalé, hay un sinnúmero de maneras para analizar estos eventos políticos. Además de las razones convenientes de lado y lado que nos subrayan casi 24 horas al día con una cantidad interminable de “analistas” en todos los medios de comunicación, la realidad es que pocos aterrizan o discuten a profundad el fenómeno que permite que los resultados sean un tanto incongruentes con la realidad sociopolítica de esa sociedad. Se pasan las horas y los días analizando una variedad de alternativas, números, probables escenarios de triunfo o perdida, basados en porcentajes, encuestas y el vaivén que producen las certezas o los desaciertos de los candidatos y del mismo Donald Trump. Es decir, tratan de definir el resultado enredados en los surcos históricos de la espiral electoral.

Hace unas tres semanas me atreví a pronosticar que, a esa fecha, el senador Bernie Sanders llegaría a la Presidencia de los Estados Unidos. Esa predicción se fundamentaba en que para las primarias del 2016 Sanders claramente levantó un movimiento social que amenazó la tranquilidad del “establishment”. Sus propuestas de cambio al sistema económico, por ejemplo, en términos generales, asustan a los poderes hegemónicos y este año va sumando más adeptos que están convencidos de que la misma debe cambiar dramáticamente, por lo menos a favor de la clase media.

La revista TIME publicó un artículo en mayo de 2019 en el que señala que: “… una ligera mayoría de estadounidenses (…), alrededor del 53 %, está a favor de una enmienda constitucional para requerir un voto popular, en comparación con el 43 % que está de acuerdo con mantener el Colegio Electoral”. Elizabeth Warren, precandidata demócrata que se retiró de la contienda la semana pasada, dijo: “Cada voto es importante y la forma en que podemos lograrlo es que podamos tener una votación nacional, y eso significa deshacernos del Colegio Electoral”, según el mismo artículo de la revista TIME.

En el 2016 nadie se imaginaba que Trump iba a ganar. Hilary Clinton ganó el voto popular por más de cinco millones de votos. En el presente sistema electoral, las posibilidades de Sanders se mantienen levemente, aunque se desvanecen, traicionado por los que hablan de democracia, pero intervienen para inclinar la balanza a favor de sus intereses. No hay tal democracia, en todo caso, como escribiera el poeta Pedro Rivera, los dirigentes de los partidos demócrata y republicano, confabulados para sacar a Sanders, “son cara y sello de la misma moneda. (…) Pero las fisuras se aprovechan”.

La consistencia en el voto popular de las últimas siete elecciones y el apoyo a candidatos como Sanders y Warren en los últimos años, colocan a los Estados Unidos en un surco histórico en donde esa sociedad reta el statu quo y trata de definir su futuro con miras a ese más justo e inclusivo sentido de sociedad en el centro de la espiral.

Comunicador social.
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