• 25/04/2020 00:00

Panamá pos–COVID-19

Sentado frente al computador, en la improvisada oficina en el comedor de mi casa, mientras superamos el confinamiento, es imposible no reflexionar sobre los impactos sociales que tendrá en Panamá el pos-COVID-19.

Sentado frente al computador, en la improvisada oficina en el comedor de mi casa, mientras superamos el confinamiento, es imposible no reflexionar sobre los impactos sociales que tendrá en Panamá el pos-COVID-19.

Antes de proseguir, manifiesto que soy una persona con discapacidad visual y que utilizo en mi ordenador “Jaws para Windows”. Un lector de pantalla, responsable de convertir toda la información de los programas ejecutados en la computadora para su reproducción a voz sintetizada.

Después de quedar totalmente ciego y pasar unos 10 años confinado en casa, con la penumbra que provoca la pérdida del sentido de la vista, cierto día, empuñamos el bastón blanco y vencimos el miedo, convencidos de que cuando una puerta se cierra, se abre una ventana; y a través de esa ventana logramos encontrar la resplandeciente luz de las grandes oportunidades.

Aunque no pretendemos convertirnos en vaticinadores o predecir de forma directa cómo será el nuevo futuro al que se encamina la humanidad, es posible analizar algunas señales o bosquejar algunas tendencias que ya nos permiten intuir cómo será probablemente la vida en Panamá poscoronavirus, y siguiendo lo que dice el proverbio chino: “una crisis es también una oportunidad”.

La historia nos indica que hay ciertos acontecimientos de trascendencia global y personal, que cambian la forma de vivir o relacionarnos para siempre.

No obstante, paradójicamente, las crisis se han constituido en palancas del progreso, con ellas vienen también grandes aprendizajes. Grandes avances sanitarios. No será la primera ni la última.

Albert Einstein aseguró que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y los países, porque la crisis trae progresos”.

Evidentemente, la incertidumbre global a causa del COVID-19 nos lleva a preguntarnos por el día después… y sobre el mundo que sobrevendrá a Panamá pospandemia.

Seguramente tendremos que adaptarnos a una nueva forma de vivir, trabajar y relacionarnos… Además de las transformaciones en la economía y política, la vida poscoronavirus augura revaluar el tejido social en lo relativo a costumbres, principios y relaciones personales.

En el campo laboral, las compañías fortalecerán la flexibilidad horaria, reuniones por videoconferencias, los sistemas de inteligencia artificial y el teletrabajo serán una tendencia al alza. Posiblemente, se logren consolidar las clases en línea para colegios y universidades.

En consecuencia, habrá menos colaboradores y estudiantes que se desplacen diariamente a las oficinas y centros educativos.

Los hábitos de consumo cambiarán: Las personas optarán en mayor medida por las compras “on-line”. Una vez termine la restricción, el factor precio cobrará una importancia relevante; tendremos que reducir los gastos superfluos. Mientras que las empresas, sobre todo las pymes, tendrán que ajustar su eficiencia al máximo.

Los pagos electrónicos, las compras y ventas en línea, pasarán a formar parte fundamental de nuestra cotidianeidad.

Posiblemente, como medida de seguridad ante la expansión o un nuevo brote de la pandemia, en adelante será común en los sitios públicos el uso de mascarillas, la toma de temperatura y los test rápidos del coronavirus, entre otros métodos de diagnóstico.

Afortunadamente, con menos autos y personas en la calle, la reducción de la contaminación será un proceso favorable para el medioambiente en las principales ciudades de Panamá.

En medio de la crisis planetaria que moviliza a Gobiernos, los científicos y profesionales de la medicina, que están en la primera línea en esta crisis, son los héroes de hoy; pero mañana, implementarán con más intensidad las citas médicas de control a través de videollamadas.

Incluso, el mundo cristiano posiblemente también deba replantearse la forma de congregación y cómo llevar el mensaje a los fieles para ayudar a frenar la propagación del COVID-19.

En el corto plazo, se fortalecerá el turismo interno: Los viajes serán breves y de proximidad, momentos perfectos para redescubrir las maravillas de Panamá.

Cabe recordar que las interconexiones tras continentales, demuestran una vez más, que los virus no conocen de fronteras físicas; no hace diferencia de clases sociales; de poder adquisitivo, color o raza.

Las bacterias y virus no necesitan pasaporte o boletos de viaje; no les importa si es un país desarrollado o en vías de desarrollo, sino la receptividad de un huésped para su reproducción mortal.

Convincentemente, para los chinos, la palabra crisis se compone de dos elementos, uno que advierte de un peligro mortal, si la misma no se afronta bien y otro que indica una oportunidad única para crecer, superarnos y salir adelante.

Siempre habrá problemas que no podremos ni anticipar ni evitar, pero lo que continuamente dependerá de nosotros es la manera de afrontarlos. Demostrarle al coronavirus que no es una crisis, sino una oportunidad.

Si bien, no todo está bajo nuestro control, nuestra actitud y nuestras decisiones sí lo están para salir adelante en el Panamá pos–COVID-19.

No vidente y comunicador social.
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