La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...
- 31/08/2020 00:00
Reitero: abran ya las escuelas
Un informe del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, el “CDC” europeo) del 6 de agosto, evalúa el impacto de las escuelas en las dinámicas de transmisión del SARS-CoV-2, y su impacto epidémico, así como el impacto de los cierres escolares en la salud de los niños y adolescentes, y sus perspectivas educativas. El informe señala algunos de los impactos negativos de los cierres escolares prolongados. Entre ellos están la interrupción del aprendizaje y la exacerbación de las disparidades, problemas de salud mental, y un mayor riesgo de violencia doméstica. Los impactos negativos afectan particularmente a los niños de grupos marginalizados y vulnerables. Como siempre, los pobres sufren desproporcionadamente.
Aún en los hogares de clase media, se nos ha hecho evidente para los que somos padres de niños en edad escolar, que, por más tecnología, la educación remota no es reemplazo adecuado para la educación presencial. Esto es particularmente notorio en niños de prescolar y de grados menores en nivel primario. Pero la escuela no es solo aprendizaje formal, académico, de asignaciones del maestro o profesor. La experiencia escolar es mucho más compleja que eso, y pretender resumirla a una interacción remota por Zoom, es reduccionista en extremo. La interacción del niño y del adolescente con sus pares es un aspecto importantísimo para su desarrollo integral, cosa de la que hemos privado a la niñez y adolescencia en este país durante cinco meses. Como señalan los autores de un artículo titulado “Reabriendo escuelas primarias durante la pandemia”, publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM) [DOI: 10.1056/NEJMms2024920], “al ser mantenidos en casa, los niños pierden en aprendizaje académico y social-emocional, relaciones formativas con sus pares y con adultos, oportunidades para el juego, y otras necesidades de su desarrollo”.
Pero, además, lo mencionado en el párrafo anterior aún no refleja la magnitud de la desventaja en que se coloca particularmente a la población joven de hogares en pobreza y pobreza extrema. La educación remota, por Internet, requiere de ciertas condiciones que en la clase media panameña se dan por sentadas, pero que no son para nada comunes en hogares pobres, mucho menos aún en hogares de pobreza extrema. Internet de alta velocidad, una computadora o tableta idónea por cada niño en el hogar, y la disponibilidad permanente de un adulto en casa que pueda ayudar al niño -especialmente niños pequeños de preescolar y de grados menores de nivel primario- a llevar sus clases a través de plataformas tecnológicas. Citando nuevamente el artículo de NEJM, “los cierres de escuelas han traído a la luz injusticia social, económica y racial [y como resultado] niños y familias marginalizados… están sufriendo los más y recibiendo el menor apoyo”
En el sitio de Internet de la Unesco, hay una página titulada (en inglés) “Efectos adversos de los cierres de escuelas”. Entre las muchas consecuencias adversas para los niños que allí señalan, destaco las siguientes: un aumento en las tasas de deserción escolar, y un incremento en la exposición de los menores a violencia y explotación. Sobre la deserción escolar, indica la Unesco que “es un reto asegurar el regreso a clases de los niños y adolescentes cuando reabran las escuelas… particularmente con cierres prolongados y cuando los shocks económicos ponen presión sobre los niños para trabajar y generar ingresos para familias afectadas financieramente”. En cuanto al mayor riesgo de violencia y explotación, la Unesco señala que “con los cierres de escuelas… se incrementa la explotación sexual de niñas y mujeres adolescentes, los embarazos precoces se vuelven más comunes, y aumenta el trabajo infantil”.
En cuanto a situaciones de riesgo de abuso, violencia doméstica, explotación sexual o laboral, el informe técnico del ECDC señala que “con las escuelas cerradas, los niños pierden la red de seguridad que puede detectar y reportar el abuso infantil, así como una red social externa y de apoyo para lidiar con situaciones de abuso doméstico. Más allá de efectos de corto plazo, el abuso infantil y situaciones de abandono/desatención tienen efectos de largo plazo, incluyendo desórdenes de salud mental, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, y abuso de sustancias”.
Lo peor es que los niños no reciben beneficio de salud de este cierre escolar eterno, pues, como señala el informe del ECDC, el grupo etario de 0-14 años no tiene mayor riesgo de mortalidad por COVID-19 que por influenza estacional. Enfrentémoslo: estamos causando grave daño iatrogénico a nuestra niñez, bajo la falsa idea de que los estamos protegiendo. Para ellos el encierro es puro daño, sin beneficio.