• 28/09/2020 00:00

Cuando nos abandonan nuestros amigos

Vivimos tiempos de desesperanza, dolor y temor por los acontecimientos de la pandemia que azota al mundo y nuestro país. En mis casi siete décadas de vida, he visto cómo muchos de mis amigos han fallecido en los últimos veinte años, y otros más, recientemente, por la COVID-19 u otras complicaciones.

Vivimos tiempos de desesperanza, dolor y temor por los acontecimientos de la pandemia que azota al mundo y nuestro país. En mis casi siete décadas de vida, he visto cómo muchos de mis amigos han fallecido en los últimos veinte años, y otros más, recientemente, por la COVID-19 u otras complicaciones.

Lo anterior provoca un sentimiento de vacío, al comprender que, a aquella persona, que quisimos como amiga, y casi hermana, no la volveremos a ver en esta vida.

Para mí, la amistad es un vínculo muy fuerte, y siguiendo la palabra de Jesús, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, me llega muy profundo.

Hace algunos años, perdí a mis primeros amigos de juventud, con los cuales compartía momentos de esparcimiento y alegría. Adriano, Gregorio y recientemente Heraido.

A nuestra edad, las fiestas y bailes son cosa del pasado; pero, se siente la nostalgia de aquellos momentos en que compartíamos los fines de semana, o diferentes fiestas o paseos junto a nuestras familias.

También recordamos a aquellos que fueron nuestros superiores y de quienes obtuvimos grandes enseñanzas, como la maestra Ada Luz o el ingeniero Barraza.

Alumnos de nuestra universidad que se nos adelantaron, algunos de ellos siendo distinguidos profesionales de otras disciplinas, como el Dr. Villalaz. O colegas que solo en los últimos cinco años suman más de veinte, entre ellos la enfermera Bertha o Rubén Darío.

En esta pandemia perdimos a Eleazar, distinguido calobreño y hombre de bien para su pueblo. Siendo visitador médico, no había quien no recibiera un consejo o medicamento de su parte. Pocos días después, fallece el suegro de mi hija Maritza, el periodista deportivo Mario Molina.

Estamos golpeados, y cada vez más solitarios, hasta que nos toque nuestro momento. Pero debemos tener los ciudadanos del mundo fe en el Creador, en que venceremos la muerte, y que aprenderemos a apreciar la vida como el regalo más sublime de su parte.

Como dice mi amigo, el padre Popito: “Mucho ánimo, y nos veremos pronto”.

A todos los familiares de las víctimas de esta y otras enfermedades, les deseamos mucha fortaleza y esperanza en que lo superaremos.

Docente universitario jubilado.
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