• 19/10/2020 00:00

El imprescindible

“[…], nos tenemos que preguntar si realmente es imprescindible contratar a un exdiputado que ya tiene otro puesto en la estructura gubernamental […]”

Cuando tratamos de justificar lo injustificable, los argumentos que expongamos, en vez de ayudar, lo que hacen es que complican la situación. En el caso de las planillas de la Asamblea Nacional, no ha existido un acto de mea culpa, en que, al menos, reconozcan que se hizo algo incorrecto.

Cuando el exdiputado Ortega trata de justificar los servicios prestados en la Asamblea, nos tenemos que preguntar si realmente es imprescindible contratar a un exdiputado que ya tiene otro puesto en la estructura gubernamental y que se puede dar el lujo de pedir una licencia para prestar un servicio en la Asamblea.

Siguiendo los principios elementales de contratación de personal, donde existe una relación entre la oferta y la demanda laboral, debemos asumir que el Sr. Ortega tiene una experticia irremplazable, que la Asamblea se vio en la necesidad de solicitarle sus valiosos servicios, en virtud de que no hay persona calificada para hacer la tarea que debía desempeñar dentro de la Asamblea.

Si usamos un poco el sentido común, tendríamos que preguntarnos la cantidad de panameños que han perdido su empleo, mientras que este señor, teniendo un empleo “solicita una licencia” para atender una responsabilidad de la Asamblea.

Indudablemente estos argumentos son insostenibles, sobre todo en momentos en que le estamos pidiendo a la sociedad solidaridad, que los panameños que han perdido sus empleos puedan resolver sus problemas con el bono solidario, mientras otros pueden aumentar sus ingresos exponencialmente en época de pandemia.

La experiencia ha sido aleccionadora, a la Asamblea se llega con los votos, de manera tal que los candidatos perdedores deben aceptar el veredicto que les dijo no a sus pretensiones de continuar en la Asamblea, de manera que cuando los vemos devengando un salario de la institución, pensamos que es subterfugio para quedarse en la Asamblea, a pesar de que a través del voto no lo pudieron hacer; al final, la voluntad del pueblo ha sido burlada.

El hecho de que exista una disponibilidad presupuestaria no significa que el gestor de esa organización deba gastarse el dinero, la discrecionalidad significa utilizar el presupuesto adaptado a las situaciones y sentimos que, en época de pandemia, esos gastos se pudieron haber diferido para otro momento, en caso de que sean necesarios.

La mejor forma de justificar estos salarios, no es decir que estaban trabajando, lo importante es poder exhibir los resultados del trabajo de esas 1750 personas, que debe traducirse en mejores leyes, aquellas que promuevan desarrollo económico, que busquen la equidad, en un país que se caracteriza por profundas desigualdades sociales.

Insistimos que el Sr. Ortega es un imprescindible, porque para contratarlo, asumimos que será como una especie de ingeniero nuclear, que la Asamblea, al requerir sus servicios, tendría que hacerlo, porque no hay más profesionales con esa calificación.

Docente universitario.
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