• 30/11/2020 00:00

Sobre otras dimensiones

La semana pasada me referí al Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”, un diálogo nacional convocado por el presidente Laurentino Cortizo, cuyo objetivo es el de “lograr acuerdos nacionales en materia de salud, seguridad social, educación, economía, seguridad y servicios básicos, para sentar las bases de un mejor Panamá…”.

La semana pasada me referí al Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”, un diálogo nacional convocado por el presidente Laurentino Cortizo, cuyo objetivo es el de “lograr acuerdos nacionales en materia de salud, seguridad social, educación, economía, seguridad y servicios básicos, para sentar las bases de un mejor Panamá…”. Esa iniciativa se inauguró el pasado jueves 26 de noviembre. No tengo intención de criticar el proceso ni mucho menos descalificarlo en su totalidad. La intención ha sido una sola: que se atienda, como prioridad superior, el tema de la corrupción.

Creo que las sociedades débiles, como la nuestra, seguirán inevitablemente sufriendo una amenaza a su seguridad social, si no buscamos la manera de salirnos de los encasillamientos en que nos hemos encerrado. Bondades para unos pocos y penurias para los muchos. La pandemia ha hecho más que evidente esa realidad y deberíamos sufrir de una dolorosa vergüenza (de esas que no dejan dormir), cuando entendemos que, con el pasar de las décadas, en un país como este, la gente vive a duras penas y a espalda de las enormes riquezas que el país genera.

Me he referido varias veces en este espacio al ejemplo que nos dejó Jacob August Riis, documentalista y periodista que emigró de Dinamarca a Estados Unidos en 1870, publicó en 1890 un libro titulado “How The Other Half Lives” (Como vive la otra mitad), que tenía el objetivo de retratar y hacer del conocimiento de la élite social y adinerada de Nueva York las condiciones de vida de las clases pobres y más necesitadas (generalmente emigrantes) con quienes compartían la ciudad de Nueva York en las postrimerías del siglo XIX.

El título del libro deriva de una frase del escritor galo Francois Rebelais (1494-1553): “una mitad del mundo no sabe en qué condiciones vive la otra mitad”, tan cierto hoy, 500 años después; arrinconados aquí en este pequeño espacio, pero de espaldas a la realidad de cada cual. Unos viviendo de la opulencia y el lujo exorbitante y otros comiendo de la basura que la ciudad desechaba. Unos aprovechando los avances tecnológicos de la época, entonces; y ahora, los otros viviendo de las sobras y las baratijas que la economía de hoy les ofrece.

Proporciones guardadas, aquí en Panamá, dentro del enmarcado en mención, hemos permitido, con poco espacio para maniobrar, que nuestra sociedad se infecte con una serie de contrariedades que hoy nos tienen amenazados sin una salida sensata para salvarnos de nosotros mismos.

Los males que nos aquejan como sociedad han ido envenenando nuestro tejido social desde hace mucho tiempo y una sociedad fuerte, en lo cultural, político y sobre todo en lo judicial -enferma y amenazada-, no necesitaría de diálogos de esta naturaleza para avanzar.

Jacob Riis alguna vez dijo que “La experiencia de cada hombre debe valer algo a la comunidad de la cual la sustrajo”. Eso me lleva a pensar que los líderes de las últimas décadas poco han dejado a la sociedad en general, alguna bondad a la comunidad de la cual son parte. Si lo hubieran hecho, tendríamos una mejor situación social frente a la pandemia. Las palabras de Riis deben abrirle los ojos a los que solo examinan las estadísticas; a los que aún siguen pregonando que casi somos país de primer mundo. Y la realidad es que ya no son dos mitades, es un pequeño grupo y los otros, incluyendo la clase media asfixiada.

Del discurso inaugural del presidente Cortizo, subrayo la siguiente frase: “… para hacer esto posible, dejemos un lado intereses particulares distintos a los del bien común. Los acuerdos a los que llegamos en este diálogo nacional serán sellados con el Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”. En ese sentido sus resultados serán vinculantes para mi Gobierno y ese es mi compromiso”.

El más grande reto del siglo pasado, la recuperación de la soberanía nacional, no contaba con el apoyo de todos los panameños. Muchos, incluso en las elites económicas y sociales, no veían bien que los Estados Unidos salieran de Panamá. Creo que será muy difícil que algunos sectores “dejen a un lado sus intereses particulares” y mucho más difícil que los resultados sean vinculantes para Gobiernos posteriores. Dejo esas dos reflexiones con el ánimo de que seamos “pragmáticos” en las propuestas y el diseño de un mejor futuro para todos.

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