• 11/12/2020 00:00

Cerremos la brecha de la desigualdad

“Para nosotros, […], es un imperativo, ético y moral, comprometernos con superar la injusta desigualdad, sentando las bases para alcanzar el desarrollo para todos en todos los lugares, comenzando con el millón de panameños que vive en condiciones de pobreza multidimensional”

Este año, la celebración del tema del Día de los Derechos Humanos está relacionada con la pandemia de COVID-19 y se centra en la necesidad de reconstruir para mejorar, asegurándose de que los derechos humanos sean la base para los esfuerzos de recuperación. Solo alcanzaremos nuestros objetivos comunes en todo el mundo, si somos capaces de crear igualdad de oportunidades para todos, abordar los fracasos que la pandemia ha dejado en evidencia y aplicar las normas de derechos humanos para hacer frente a las desigualdades, la exclusión y la discriminación arraigadas, sistemáticas e intergeneracionales.

Subraya la ONU que, la crisis de la COVID-19 se ha visto alimentada por el agravamiento de la pobreza, el aumento de las desigualdades, la discriminación estructural y arraigada y otras brechas en la protección de los derechos humanos. Solo las medidas para cerrar estas brechas y promover los derechos humanos pueden garantizar una plena recuperación y la reconstrucción de un mundo mejor, más resiliente, justo y sostenible.

Para nosotros, luego de nueve meses de epidemia de COVID-19 que, ha golpeado con más fuerza a los panameños que padecen múltiples carencias y privaciones de todo tipo, a lo que se agregan las precarias condiciones previas de salud de muchos ancianos que son los que están poniendo la mayoría de los muertos en esta batalla, es un imperativo, ético y moral, comprometernos con superar la injusta desigualdad, sentando las bases para alcanzar el desarrollo para todos en todos los lugares, comenzando con el millón de panameños que vive en condiciones de pobreza multidimensional.

Para nuestro país, que es uno de los más desiguales del planeta, en el que se conjugan grandes desequilibrios con enormes posibilidades, será obligatorio aprovechar el diálogo social llamado a cerrar brechas, para proponer iniciativas que nos permitan avanzar por un camino de mayor igualdad, haciendo de los derechos humanos una prioridad ahora y después de la pandemia por COVID-19.

Para ello, Naciones Unidas nos hace un llamado a erradicar cualquier tipo de discriminación, subrayando que, la crisis de la COVID-19 se ha visto alimentada por la discriminación estructural y el racismo. La igualdad y la no discriminación son requisitos básicos para el mundo después de la COVID. Para recuperarnos de la crisis, también debemos afrontar la pandemia de la desigualdad. Necesitamos fomentar y proteger los derechos económicos, sociales y culturales. Precisamos un nuevo compromiso social para una nueva era. Al fin de cuentas, necesitamos el desarrollo sostenible para las personas y para el planeta, sin dejar a nadie atrás.

No menos importante, señala la ONU, será impulsar la participación y solidaridad, pues todos estamos juntos en esto. Desde las personas hasta los Gobiernos, desde la sociedad civil y las comunidades de base hasta el sector privado, todo el mundo tiene una función que desempeñar en la construcción de un mundo después de la pandemia de COVID que sea mejor para las generaciones presentes y futuras. Tenemos que asegurarnos de que las voces de los más afectados y vulnerables informen de las actividades de recuperación.

Los panameños habremos de formular y financiar estrategias que favorezcan los necesarios y profundos cambios estructurales en lo político y económico, para abordar de forma efectiva y sistemática las causas fundamentales de los elevados niveles de pobreza y desigualdad según territorios, en los cuales grupos importantes de la población no acumulan capital humano ni social, así como tampoco desarrollan capacidades que les permitan generar los niveles de ingreso requeridos para satisfacer sus necesidades básicas.

Para ayudarnos en esta formulación, conviene tomar como referencia obligada los componentes de la pobreza multidimensional que afecta a cerca de un millón de panameños, y priorizar el esfuerzo para cerrar la brecha en el área de los siete indicadores que explican el 60 % del IPM: logro educativo insuficiente, precariedad del empleo, manejo inadecuado de los desechos, desocupado y trabajador familiar, carencia y disponibilidad de fuentes de agua mejorada, acceso a servicios de salud, y repitencia escolar. Cualquier intervención que afecte alguno de estos indicadores, tendrá un mayor impacto potencial en cerrar la brecha de la desigualdad.

Para finalizar, me refiero brevemente a dos componentes imprescindibles para que el desarrollo funcione para todas las personas. En materia de educación debemos solventar la deuda que tenemos en materia de capacidades, producto de brechas de aprendizaje y por una educación desfasada de las destrezas requeridas para acompañar los cambios del mundo productivo. Urge crear los mecanismos que nos permitan generar y aprovechar talento y capacidades en todos los panameños en todos los lugares del territorio nacional.

En materia de salud, deberemos redoblar el esfuerzo para cumplir con nuestra obligación de “Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades”. Para ello deberemos colocar la equidad como imperativo ético para orientar, informar y definir las prioridades de la acción política en materia de salud y bienestar. En ese sentido, cuando superemos esta epidemia, los panameños estamos obligados a comprometernos con superar la injusta desigualdad, y alcanzar la equidad en salud.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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