• 30/01/2021 00:00

La transparencia como política para enfrentar la COVID-19

“Tanto en la salud como en la enfermedad concurren muchos factores que no podemos soslayar, por ello es necesario ser transparentes con la información estadística […]”

Hay un aspecto fundamental en la lucha contra la COVID-19 y este es la transparencia en la información para la ciudadanía. En este mundo de redes sociales, donde la información llega al instante a muchas personas, dar información incompleta es crear confusión que puede llevar a un pánico que muchas veces se puede propagar más rápido que la misma pandemia, con el riesgo de amplificar la incertidumbre y la comprensión errónea de la crisis. Esto es más relevante cuando se trata sobre los fallecimientos.

Vemos con preocupación cómo los panameños están llegando a conclusiones de pánico, basadas en información incompleta, cuando se anuncian las cantidades de fallecidos. Por eso llama la atención que las autoridades de Salud hayan dejado de publicar desde junio pasado, en la estadística de los fallecidos, los datos complementarios, como el corregimiento de donde procede el fallecido, el hospital donde falleció, las edades y las comorbilidades. Con esos datos podemos valorar la manera cómo realmente está impactando la enfermedad y comprendemos mejor las causas de los fallecimientos.

Por supuesto que todas son vidas valiosas y publicar esta información de ninguna manera debe minimizar la tragedia, pero esta es una información que los panameños y el mundo deben conocer, porque de lo contrario pareciera que estuviéramos sin control y hasta perjudica la confianza en las autoridades de Salud y le hace una mala jugada a la imagen del Gobierno nacional.

La transparencia en la publicación de estos datos les permitiría a los panameños comprender la manera cómo evoluciona la enfermedad, ser más responsables en el manejo de la información que se transmite por las redes y tomar las precauciones necesarias para evitar quedar vulnerables ante el virus y cuidar a los que están más vulnerables. El virus de la COVID-19 ha demostrado que incide con mayor virulencia en las personas con enfermedades preexistentes y donde hay hacinamiento social, necesidad o precariedad. Estos factores actúan como caldos de cultivo que incrementan el riesgo de complicaciones, de muertes y amplifican los contagios.

La Organización Mundial de la Salud en sus estatutos fundacionales definió la Salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades”. Para que haya salud deben concurrir numerosos factores y no es solo ausencia de enfermedad. La OMS considera la salud como la interacción de factores sociales, políticos, económicos, culturales y científicos. La salud es una realidad compleja, interdisciplinaria y por ello, no es casual que los niveles de salud de hoy sean superiores a los de hace 100 años. Está íntimamente relacionado con el mejoramiento de la calidad de vida y la capacidad para proveernos el sustento de vida. Todo lo que nos da salud y calidad de vida, por ejemplo, el agua, la vivienda, el alimento, la electricidad, etc., son productos del trabajo del hombre a través de la actividad económica y para eso es importante tener la libertad de producir.

Si existe un desbalance en alguno de estos factores de bienestar que define la OMS, quedamos vulnerables. Incluso la decisión de imponer cuarentenas debe ser observada con detenimiento por las consecuencias que pueden derivar en el desmejoramiento de la calidad de vida. A la vez, las cuarentenas tampoco son la solución más adecuada para cortar las vías de transmisión del virus, si no atendemos las enfermedades crónicas y las necesidades socioeconómicas.

La pandemia de la COVID-19 sorprendió al sistema sanitario del país que desde hace años viene padeciendo de falta de recursos en los hospitales que se traduce en detrimento de las atenciones médicas, falta de medicamentos y en la degradación de la salud de los panameños ante el incremento de enfermedades crónicas. La estadística presentada por la Caja de Seguro Social, el 4 de septiembre de 2019 en los Censos de Salud Preventiva, mostró que entre la población censada a lo largo de los últimos cinco años se encontró que 45 % padece de obesidad, 38,5 % de colesterol/triglicéridos altos, 35.9 % de hipertensión arterial, 14 % de diabetes y 4 % de enfermedades renales y lo peor es que muchas personas ni siquiera sabían que estaban enfermas. Para agravar la situación, de acuerdo con un informe de Naciones Unidas de 2019, 400 mil personas padecían de hambre en Panamá.

Tanto en la salud como en la enfermedad concurren muchos factores que no podemos soslayar, por ello es necesario ser transparentes con la información estadística, para que no se pierda ese delicado balance que debe existir para conservar ese estado de salud y bienestar que bien define la OMS.

Ingeniero civil.
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