• 06/04/2021 00:00

Tabúes y virus que no creen en guerra fría

“[…] desde dentro del propio Estado, tecnócratas apologistas de tabúes geopolíticos y mercaderes de la salud, que ven amenazados sus negocios, han puesto obstáculos a la contratación de otras vacunas […]”

Hasta el 2005, teníamos en Panamá una gran preocupación por el alza de las infecciones de VIH y consecuentes muertes por SIDA entre originarios de la nación Guna. La cuestión pasaba por la dificultad que por años teníamos en las instituciones de Salud y Educación para realizar trabajo preventivo, particularmente en sus comunidades comarcales.

El principal escollo giraba en torno al tabú -prohibición social sobre bases no racionales- sobre la salud sexual y reproductiva, que impedía que se educara sobre la sexualidad fuera del círculo hogareño. Era común que los docentes de los centros escolares “pasaran la página” en temas y conceptos referidos a esta dimensión humana, en materias como Ciencias Naturales -sistema inmunológico, formas de infección, etc.- o hasta en Ética y valores -importancia de la protección del cuerpo, los perjuicios de las prácticas promiscuas, etc.-. Nadie quería exponerse a la expulsión de una escuela o a sanciones con la “ortiga”.

Una década después, las estadísticas se redujeron significativamente ¿Y qué dio lugar a que esto ocurriera? En esencia, las autoridades comarcales cedieron a la sensatez, dejando a un lado el tabú. Así, luego de un congreso general de dicha etnia en el año 2006, sus autoridades y representantes tradicionales y técnico políticos, acudieron al Minsa y al Meduca para que se desarrollara el trabajo de prevención -no hay otra forma más efectiva para enfrentar el VIH- en sus comunidades.

Dado que esta repentina ruptura con un tabú nos generó cierta extrañeza, pregunté a qué se debía su nuevo interés. Y palabras más, palabras menos, se me respondió que estaban viendo morir cada vez más a sus hijos/as, nietos/as, hermanos/as, que se infectaban en las ciudades y luego se trasladaban a las islas. Sin duda, un ejemplo claro de cuando el pensamiento crítico comprometido con el bien común lleva a tomar las decisiones correctas para beneficio de la población, aun cuando se vulnere una práctica tradicional.

Efectivamente, cuando el Gobierno se planteó evitar el colapso hospitalario con la asistencia de las brigadas médicas cubanas -en realidad los únicos que acudieron al llamado internacional que hizo el Estado- hubo rechazo velado hasta de autoridades sanitarias. Una vez aquí, el trato dado fue muy inconexo. Se sabe de varios hospitales, en el occidente del país, donde el personal especializado local puso entorpecimientos, lo que llevó a tomar la decisión de trasladarlos a otros lugares.

Otros, recibieron las peores comidas -estando en sus sitios de hospedaje- que se les puede brindar a un personal que vino a resolver eficientemente -lo dicen muchos pacientes bajo su atención- un requerimiento de país. Y la cereza en el pastel: ninguna autoridad del Minsa o CSS les dio la despedida que se merecían. Evidentemente, el tabú geopolítico anticubano primó en los que respaldaron esas descortesías.

Algo similar ocurre con el proceso de vacunación; se ha dependido de la todopoderosa vacuna Pfizer, que a esta altura debió haber entregado el equivalente de los 4.5 millones de dólares que el Gobierno les adelantó por 875 mil dosis, pero hemos recibido apenas un 57 por ciento de estas.

Con la nueva amenaza de la cepa brasileña, el Minsa ya aprobó la utilización de emergencia de la vacuna rusa Sputnik V y la Dirección de Farmacias y Droga ya inició el proceso de revisión de la carpeta de la vacuna Sinovac, producida en China. La pregunta es ¿por qué han demorado tanto tiempo para mirar hacia estas vacunas?

Ciertamente, desde dentro del propio Estado, tecnócratas apologistas de tabúes geopolíticos y mercaderes de la salud, que ven amenazados sus negocios, han puesto obstáculos a la contratación de otras vacunas que están fuera del radio de influencia de las transnacionales de EUA-Alemania, todas aprobadas en las pruebas internacionales. Lo mismo que la cubana, próximamente en producción masiva.

Actitudes de sensatez las hay, como en Chile, que, ante las demoras de las transnacionales de EUA, dejó atrás el tabú geopolítico, sin renunciar a su carácter capitalista. De los más de 13 millones de vacunas utilizadas hasta la semana pasada, más de 11 millones las adquirió en China; apenas unos dos millones de Pfizer (www.webpicking.com).

Como bien dijo el economista Miguel Ramos, parece que quienes rechazan adquirir otras vacunas para poder salir de esta pandemia, estabilizar la economía y volver a la presencialidad escolar este mismo año, no se han percatado de que “al virus no le interesa la guerra fría”.

Sociólogo y docente en la Facultad de Medicina, UP.
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