El índice de Confianza del Consumidor Panameño (ICCP) se situó en 70 puntos en junio pasado, con una caída de 22 unidades respecto a enero de este año,...
- 05/05/2021 00:00
Encrucijada colonense
Las informaciones son elocuentes y en ocasiones contrastan: un noticiero confirma que el último muerto por causas violentas, es el número 47 en lo que va del año. En otro espacio, se habla de la formación de brigadas de niños que participarán en capacitaciones para entusiasmarles hacia el deporte, promovido por el programa de Panamá Solidario; sendas iniciativas que ofrecen un panorama de la realidad colonense en la actualidad.
Colón, ubicada en el extremo norte del país, en el Caribe y al borde del Canal de Panamá, es una provincia con una ciudad cabecera, que todos los días ofrece motivos para despachos que alimentan los medios de comunicación. Reproducen la crudeza, el ambiente intranquilo, los problemas que no parecieran tener solución y modelos de intervención ávidos de superar las contingencias de una dimensión que adquiere niveles críticos.
Algunos datos son esclarecedores. El Ministerio Público reportó 500 muertos por violencia en Panamá, durante 2020. De ellos, 99 se registraron en Colón, (el 19.8 %). En Panamá hubo 176 y es significativo saber que entre ambas provincias alcanzan un índice de 55 %. En 2019 ocurrieron 80 crímenes por estas causas en la ciudad caribeña; un año después, a pesar de los factores de pandemia, aumentó un 24 %.
Asombra ese clima de derrumbe socioeconómico, que también se manifiesta en otros sectores. Recuerdo cuando era niño, mi familia viajaba por lo menos un domingo cada mes en un paseo en tren para llegar allá y recorrer sus calles. Donde amigos, en un balcón amplísimo sobre la avenida Central, se degustaba un banquete casero: rico arroz, frijoles y carnes con los aliños locales, que recordaban la riqueza del sabor de las especias antillanas.
Hoy los esqueletos de los edificios recuerdan aquel pasado de la tacita de oro. La conmoción recorre los espíritus de la población y las iniciativas no terminan de satisfacer a la comunidad, ni tampoco al conjunto de los problemas estructurales que afectan a todos al final de la línea del ferrocarril. En 2020 las fiscalías superiores de Justicia admitieron 280 denuncias por hechos delictivos; de un total de 3005 en la República, representa el 9.3 %.
Según la prensa, tanto nacional e internacional, existe un núcleo de la violencia en cuatro puntos del territorio nacional: Panamá, San Miguelito, Panamá Oeste y Colón. Este último, perfectamente estructurado en 16 calles, es el área de desenvolvimiento y actuación de una cifra de alrededor de 33 bandas juveniles. En el estudio Caracterización de las pandillas en la República de Panamá, Luz Stella Soto y Gilberto Toro detallan su composición.
Cada cierto tiempo, un rimbombante proyecto es armado para su desarrollo en esta región. Por lo general es orquestado por mentes de políticos, publicistas o administradores que olvidan los aspectos psicológicos, sociales y antropológicos que deben constituir las bases de cualquier plan en que se involucre a un sector cultural e histórico tan importante. Se recuerdan fallidas experiencias llenas de glamour propagandístico y vacías en análisis.
Cada una de ellas es un aguijón que lacera el sentido común de los habitantes, y los sume en la incredulidad tradicional que les caracteriza. En el último de estos esfuerzos, se creó la urbanización Altos de los Lagos y se ha podido constatar que hubo una transferencia de los problemas a este lugar, establecido originalmente hasta con dificultades de acceso y sin servicios comerciales.
Gran número de los hechos negativos que trascienden sobre esta tierra, ahora tiene origen en este asentamiento. Por fortuna se hacen esfuerzos para impulsar nuevas ideas, como el “Diálogo Juventud C3, Propuesta para la Acción” concebido con una metodología particular y cinco pilares específicos.
Hay aquí un ejemplo de intervenciones que, con un inteligente manejo, pueden dar nuevos saltos en favor de un cambio integral. ¿Qué pasa en Colón?