• 10/06/2021 00:00

¿Puede una nueva constitución ayudarnos a forjar una nueva nación?

“[…] he decidido no firmar […] hasta que el Tribunal Electoral no haya establecido el proceso para elegir a los candidatos y no tenga la seguridad de que este producirá los mejores […]”.

En estos días, no hay tema más discutido en las redes y en las conversaciones interpersonales que la necesidad de una constituyente. Por donde se mire, hay amigos o conocidos que te invitan a firmar o a unirte a la recolección de firmas. “No podemos dejar que las cosas sigan como están” es el argumento común.

Mientras celebro la participación de ciudadanos de las más diversas edades, procedencias y profesiones en este esfuerzo patriótico, no dejan de preocuparme varios aspectos de este movimiento proconstituyente. En primer lugar, me inquieta que la conversación se ha ido enfocando en el método para redactar una nueva constitución o enmendar el actual documento -constituyente paralela u originaria-, y que se dé por sentada la sabiduría del pueblo para elegir buenos constituyentes y la capacidad de estos para elaborar una constitución que resolverá nuestros problemas.

En lo personal, he decidido no firmar ninguna petición a favor de la constituyente hasta que el Tribunal Electoral no haya establecido el proceso para elegir a los candidatos y no tenga la seguridad de que este producirá los mejores candidatos. Temo también que muchos de los problemas que nos acongojan no son solo de índole legal, sino moral y cultural y que se termine, a mucho costo, redactando una constitución que “lo cambie todo para que todo siga igual” (gatopardismo).

Me gustaría ver que la encomiable labor de recoger firmas para una constituyente estuviera acompañada por la de fomentar un debate dirigido a entender a profundidad cómo una nueva o enmendada constitución puede o no puede combatir los obstáculos principales que enfrentamos para la justicia y paz social: i.e la corrupción (privada y gubernamental) y la pobre institucionalidad -supremacía de los intereses partidistas y personales por encima de los intereses de la nación.

En base a lo dicho, y partiendo de que es positivo un fervor ciudadano como el que se está dando y de que sí necesitamos renovar y corregir nuestra Constitución, propongo ampliar la discusión con el fin de: 1) clarificar qué se quiere lograr con una nueva constitución, 2) promover el debate que ayude a entender las capacidades y límites de una constitución para llevarnos a esa instancia superior de paz y justicia social que buscamos, 3) rescatar y discutir los cambios a la Constitución propuestos por un grupo de notables convocados en el año 2011, y, 4) discutir y analizar a profundidad las raíces de nuestros problemas para buscar soluciones adecuadas.

Periodista
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