• 15/12/2021 00:00

Cuarenta años de crónica

“Cuarenta años de miseria es, […], un texto de ochenta años y, hoy, permite una nueva lectura de nosotros mismos y de nuestra cultura”

Las novelas Tú sola en mi vida y La india dormida constituyeron la iniciación literaria de muchas generaciones. Ambas, con diferentes distinciones, eran los relatos de Julio B. Sosa, hijo del historiador Juan B. Sosa y que, siguiendo las líneas referenciales de este, se adentraban en el pasado como escenario donde ocurrieron acontecimientos que marcaron un perfil nacional. Además, escribió cuentos y otra obra: En las cumbres se pierden los caminos.

Este autor, que vivió 33 años, ejerció también el periodismo y publicó un semanario, denominado Crítica, donde hizo reseñas con análisis sobre el acontecer y la vida política durante las primeras décadas del siglo XX. El énfasis de las publicaciones era la gestión de las distintas administraciones y las modalidades de cada una para construir la nación, liberada de su nexo con Colombia, precisamente al iniciar la centuria.

Producto de estas preocupaciones, armó un compendio que permitía conocer la forma en que se asentaba el país con sus logros y yerros. Le dio el título de Cuarenta años de miseria y allí, al inicio, explicaba: “… puedo hablar en nombre de aquellos que no pueden hacerlo; en nombre de los intelectuales a quienes se les cierra la prensa contaminada del país; en nombre de los trabajadores tantas veces engañados por nuestros líderes políticos…”.

A la muerte de Sosa, en 1943, el documento no pudo ver su publicación y estuvo en poder de la familia, y ahora ha sido publicado, gracias al apoyo editorial de la Universidad de Panamá en un libro de 110 páginas, quince capítulos y una nota obituario de Rogelio Sinán; además, presentación, prólogo y proemio.

El tomo fue presentado en una ceremonia que tuvo lugar en el aula máxima del Instituto Nacional hace unos días, con la presencia de miembros de la familia, el rector de la Universidad de Panamá, Eduardo Flores Castro, Aristides Royo Sánchez, ex presidente de la República y director de la Academia Panameña de la Lengua; varios exministros y diplomáticos, así como la rectora del colegio.

La visión del escritor era clara sobre las perspectivas que se esperaban del país y su sociedad, y proponía “el sagrado deber, único e indivisible, de defender los postulados de la libertad, de despertar la conciencia nacional, de amparar el derecho a la libre determinación y a la crítica con la voz de la opinión pública”. Era consciente de que las “bonanzas públicas” radican, muchas veces, en las desigualdades de oportunidades e implantación de monopolios.

Su diagnóstico fue puntual y certero en ese momento. Las características y desarrollo del sector financiero dieron razón a su criterio de la prolongación de una “independencia ficticia”, y puntualizó que éramos “indignos de merecerla”. Este enfoque es explicado en cada uno de los capítulos, que constituyen balances de cada período presidencial: desde la emancipación de Colombia hasta la accidentada presidencia de Arnulfo Arias, hacia 1941.

Aunque otros ensayistas se preocuparon de estudiar esta etapa de los primeros años republicanos; el conjunto de los escritos de Sosa tiene la particularidad de ubicarse, serenamente, frente a la vida sociopolítica panameña. Reconoce que pudo ser tildado de “disconformidad personalista”; pero el hecho de que algunos clamaran por un “mejoramiento social y político”, demuestra que no se gozaba de una aquiescencia generalizada.

Era consciente este escritor de un malestar que aquejaba a la nación y, por esa razón, expone desde un principio algunas anécdotas que escudriñan actuaciones y el papel de algunos protagonistas del acontecer, de circunstancias que dieron un carácter específico a la relación entre los diferentes grupos que determinaban la dirección que seguía Panamá. En algunos casos, justifica la actuación de ciertos personajes; en otras, es más crítico.

Cuarenta años de miseria es, por tanto, un texto de ochenta años y, hoy, permite una nueva lectura de nosotros mismos y de nuestra cultura.

Periodista
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