• 28/05/2022 00:00

Decodificando valores: el derecho a la vida

De todos los temas morales, el derecho a la vida es el más importante, extenso, complicado y controversial. Desde ¿cómo lo definimos? hasta ¿quién es responsable?.

De todos los temas morales, el derecho a la vida es el más importante, extenso, complicado y controversial. Desde ¿cómo lo definimos? hasta ¿quién es responsable?

En 1973 la Corte Suprema de los Estados Unidos determinó en el caso de Roe vs. Wade que en principio la mujer tiene el derecho de aborto basándose en el “derecho a la privacidad” de la constitución. Esta misma Corte está en estos días discutiendo la posibilidad de cancelar este precedente, lo que permitiría a gobiernos locales imponer leyes antiaborto hasta el punto de definirlo como asesinato. En estados más conservadores se está considerando ilegalizar la fertilización in vitro y los anticonceptivos. Esta intervención del estado sobre la vida privada puede comenzar hoy con los abortos, pero puede fácilmente extenderse a otros temas de la vida, convirtiendo este tema en uno aún más controversial y fundamental.

El tema de aborto es complicado por muchas razones. La principal está en la congruencia de dos entidades de forma asimétrica, una dentro de otra. Aun cuando definamos el feto como una persona, no podemos darle el mismo peso que a su madre la cual tiene conciencia, deseos y estos pueden ser expresados. Nadie conoce al feto, sus deseos o aspiraciones. De ser posible conversar con el alma a punto de nacer, podríamos preguntarle: “No se sabe quién es tu papá y tu mamá no te quiere, además es pobre y tiene otros tres niños que cuidar, ¿Quieres nacer ya o no?” ¿Qué creen sería su respuesta?

Otra asimetría es la del estado sobre el cuerpo y vida de una mujer. ¿Qué base legal o moral tienen gobiernos a determinar su destino? Al ilegalizar el aborto, el gobierno está “obligando” a la mujer, quizás adolescente, no solo a convertirse en madre, sino a años de atención y sustento de otra persona, en el mejor de los casos. Si pudiéramos garantizar tal persona crezca a ser un sano y activo miembro de la sociedad, quizás no habría problema. Pero si la madre no quiere al bebé o no lo puede atender, es posible este se convierta en una carga a la sociedad o hasta un delincuente. Varios estudios sobre esta relación ( hipótesis de Donohue–Levitt) concluyen existe una correlación entre el aborto legal y la disminución de la delincuencia.

¿El derecho a la vida del bebé incluye el derecho a una vida de sufrimiento para el mismo así como para su madre y familiares? Muchas de las mujeres quienes piden abortos son pobres, ya tienen hijos, jóvenes, solteras y simplemente no están preparadas para dar la atención que un hijo se me merece. Ellas no son “malas” como ciertos conservadores extremistas pretenden presentarlas, pues su deseo de no traerlos al mundo está sustentado en que “su” mundo es uno de sufrimiento y desidia. ¿Tiene una mujer derecho sobre su propio cuerpo? Imagínese sea ilegal hacerse un tatú o hasta sacarse un diente bajo el pretexto que estas “violando” tu cuerpo. Los “provida” limitan esta responsabilidad con el embarazo, evento en que el cuerpo de una mujer se convierte en una máquina reproductora de la sociedad. Por otro lado, la creación de una persona no puede compararse con nada. Entonces, ¿qué valor damos a la vida misma? Cuando una mujer considera el aborto no lo hace ligeramente. Es muy probable estime la miseria que esto traerá a su vida misma y hasta las de sus hijos ya nacidos. Lo que los antiaborto están haciendo no es “igualando” el valor de la vida del feto con la de su madre, sino poniéndolo encima de la vida de su madre. Interesantemente es algo hipócrita que en los Estados Unidos se debata el derecho de nacer, considerando en varios estados, entre ellos, Hawaii, Maine, New Jersey y Washington, la eutanasia es legal, así como en tan solo siete países del mundo.

Además del tema moral, debemos considerar las consecuencias prácticas. Ilegalizar el aborto no necesariamente lo impediría. Una mujer desesperada podrá aún ejecutarlo pero en peores condiciones: lo haría arriesgando su propia vida en una clínica clandestina, a un gran costo, además de convertirse en criminal. Podría también intentarlo en su propia casa, drogándose o aún peor. Otro dilema son los casos más complicados como la violación, el incesto y madres adolescentes. Muchos conservadores también estos casos pretenden ilegalizar bajo la pretensión que “cada vida es valiosa”. ¡Que angustia para una mujer criar el hijo de su violador! Otro dilema es el establecimiento de que es un aborto o en otras palabras ¿Cuándo comienza la vida? La mayoría de los antiaborto la definen con el primer pálpito del corazón, lo que ocurre alrededor de la semana 5 o 6 cuando el embrión es del tamaño de un guisante, unos 3-4 mm, y la mujer difícilmente sabe está embarazada. Algunos lo definen desde la fertilización mientras otros a las 12 o 16 semanas de gestación. Liberales más extremos definen la vida desde el nacimiento. La carencia de una clara y aceptada definición de cuando comienza la vida dificulta aún más una solución a este dilema.

Como hombre me es difícil entender el sufrimiento de una mujer sometida a estas complejidades. De una u otra, toda sociedad democrática y libre debe determinar una solución en base a dos aspectos centrales. El primero es implementar el deseo de la mayoría de sus ciudadanos, o quizás la mayoría de las mujeres. O sea, deben ejecutarse discusiones y encuestas en la que se defina realmente su deseo. Esta decisión no debería tomarse por una minoría con la boca más grande o cercana al gobierno o con el bolsillo más lleno. El segundo es que, sin importar que decisión tomen los gobernantes, ésta debe ser implementada de forma total y concreta. Es decir, una sociedad que legalice el aborto debe hacerlo de forma responsable para que no se torne en una “fácil solución” a la que mujeres pueden recurrir, pues estarían no solo arriesgándose a ellas mismas, sino a esa misma sociedad con una “desvaloración” de su derecho reproductivo.

Igualmente, una sociedad que ilegalice el aborto debe hacerlo proveyendo de soluciones a estas madres de indeseados bebés con programas de adopción o con apoyo económico y social. Terrible sería una sociedad que además de limitar el derecho de una mujer sobre su cuerpo, no se haga en parte responsable por esta misma coerción. De una u otra forma, la mejor estrategia para evitar desde el principio la consideración del aborto es la prevención. Toda sociedad debe invertir en educación sexual, contraceptivos y demás herramientas para evitar siquiera lidiar con este dilema. Hoy en día existen herramientas relativamente “fáciles” como inyecciones o contraceptivos vaginales (Larc) más eficientes que la píldora diaria. Estas opciones deberían ser accesible. La intervención legal sobre el derecho de una mujer a su cuerpo es uno de los temas más complicados que nuestra sociedad puede discutir y cualquiera decisión que se tome debe estar fundamentada en el acuerdo, la lógica y en la práctica y menos en bases religiosas o políticas que distorsionan el diálogo en torno a este importante tema humano.

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