• 03/08/2022 00:00

Las élites económicas y su ética anticristiana

En una audiencia a los participantes en la 38ª. Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el papa Francisco afirmó algunas sentencias que hoy nos están desbordando en la realidad panameña y ha sido la temática de fondo del diálogo entre el movimiento popular y el gobierno nacional con la facilitación de la actual jerarquía de la Iglesia Católica.

En una audiencia a los participantes en la 38ª. Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el papa Francisco afirmó algunas sentencias que hoy nos están desbordando en la realidad panameña y ha sido la temática de fondo del diálogo entre el movimiento popular y el gobierno nacional con la facilitación de la actual jerarquía de la Iglesia Católica.

El Papa Francisco afirmó que: "Es necesario encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también y sobre todo, por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano" (Papa Francisco I, 20/junio/2013)

En la lucha contra el hambre, añadió, "no se puede seguir utilizando como coartada la crisis global actual" mientras que exista, entre otras cosas, "la especulación financiera, que en este momento condiciona el precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando su destino primario" (Ibidem). A los ojos del hermano mayor de los católicos, se impone un norte para alcanzar esa justicia y respeto del ser humano, tal es, que: "Es necesario oponerse a los intereses económicos miopes y a la lógica del poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población mundial y generan pobreza y marginación, causando disgregación en la sociedad, así como combatir esa corrupción que produce privilegios para algunos e injusticias para muchos" (Ibidem). ¿Se parece a lo que se discute en la mesa del diálogo que ha tenido como sede a Penonomé? Sin duda que sí.

En efecto, la población panameña ya no se traga el cuento de que la guerra en Ucrania es la raíz de todos los males referidos a la canasta básica familiar, misma que no se restringe a la de alimentos, sino a todos los bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades de los hogares. De allí que en las exigencias del movimiento social que sentó al gobierno en una mesa, estuviesen la gasolina y los medicamentos, pero también el de la corrupción público-privada que produce lo que denuncia el Papa: “privilegios para algunos e injusticias para muchos”. Ese es el modelo ético denunciado por el San Pedro contemporáneo, al que los sectores más anti solidarios del empresariado panameño se niegan a modificar en aras de la justicia social y el respeto de la persona humana.

Me contaba un pequeño productor en Coclé, que los dueños de molinos-que juegan el papel de grandes intermediarios-le compran el arroz en cáscara a 17 dólares el quintal y estos terminan vendiéndole al chinito del minisúper el quintal a 38 dólares ¡más del doble del precio pagado al productor pequeño! Pero sucede que-me informaba este trabajador del campo-en el caso del arroz de primera, el chinito no podía venderlo a más de 40 dólares el quintal al consumidor final. ¿Dónde está la especulación denunciada por el Papa que condiciona el precio de los alimentos? En los grandes molineros-intermediarios. Ah, pero la cosa no se queda allí, me decía con cierta indignación, sucede que además como son grandes productores, reciben subsidio por este producto como productores y también como agroindustriales de un bien de producción nacional.

A fin de cuentas, el escandaloso margen de ganancia de estos intermediarios, es a lo que ha apuntado la dirigencia popular en el diálogo que se le tuvo que imponer al gobierno y es por eso que ahora los cascarones de agrupaciones de empresarios “productores” han exigido su inclusión en el diálogo, para evitar que se tomen medidas de mera justicia social; de simples ajustes a las distorsiones del mercado que ellos mismos provocan en los precios, en perjuicio de las clases menos pudientes.

De aquí, se entiende por qué han desatado una campaña de desprestigio del diálogo de Penonomé e inclusive, de una irrespetuosa descalificación del papel facilitador de la jerarquía católica nacional. Se explica, por qué han sacado de su baúl ideológico, el “fantasma del comunismo”, en el que caen muchos incautos, sin percatarse que ninguna de las medidas consensuadas en esa mesa única de Coclé tienen nada cercano a medidas comunistas.

Sociólogo y docente investigador de la UP
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