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- 20/09/2022 00:00
Robo, generalizaciones y la verdad
Las generalizaciones en muchas ocasiones incorrectas no son más que falacias, un discurso con premisas que pueden ser ciertas, que sacan una conclusión y la toman como una verdad absoluta, sin disponer de evidencias.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, uno de cuatro personas tienen problemas de salud mental, entre otros, por el empleo de palabras despectivas o generalizaciones falsas como “todos son unos ladrones”, “por lo que es importante no dejarse influir por lo que dice la gente (Espaiove).
Hay una anécdota de Pedro I, El Grande que propuso colgar a cada hombre que despilfarrara al Gobierno, y su procurador general le dio como respuesta, que esto lo dejaría sin funcionario alguno, ya que “todos robamos, la única diferencia es que algunos roban en mayores cantidades y abiertamente” (Galeotti).
Todos sabemos que robar es un hecho moral y jurídicamente inaceptable que consiste en tomar algo ajeno contra la voluntad del sujeto para quedarse con ello, empleando la violencia e intimidación hacia las personas, pero en realidad ignoramos las diferentes formas de robar, por lo que es ilustrativo las explicaciones de uno de los principales pecados contra el séptimo mandamiento de la Iglesia católica, que, en un sentido integral y desprovisto de contornos legales, concluye que hay robo siempre que le quitamos a otro lo que es suyo.
Así podemos afirmar que hay robo y nos sentimos robado, cuando el vendedor nos vende algo en mal estado o a un precio más de lo que vale, cuando se nos presta dinero con interés excesivo, cuando prestamos cosas a nuestros amigos y no nos la devuelve cuando se las solicitamos, o cuando el cajero de un local comercial se queda con el cambio de la compra. El que no paga los impuestos también roba, como el empleador que no le paga lo justo al empleado por su trabajo, o el trabajador que no cumple con su trabajo y lo hace mal y perjudica a los demás, el que comete corrupción, el que daña la propiedad de otro, el que no paga sus deudas, o el que se queda con objetos que sabe que son robados, en general tomar y, usar bienes ajenos de manera injusta perjudicando a otros.
Hay ladrones de tiempo, que roban sueños, conciencia, emociones, roban identidad, o propiedad intelectual, pueden serlo cualquier persona y cometerlo en gran escala, o concretar un robo hormiga de pocos productos a negocios o empresas, o simplemente hacerlo al estilo de la leyenda de Robin Hood que se dice que robaba tanto a ricos como a pobres.
¿Y luego de lo anterior, les preguntó: ¿Es correcto robar? ¿Todos somos ladrones? ¿A qué conduce esto? ¿Es ética la consigna “robo, pero hizo” o “roba, pero hace obra” empleada en muchos países? Solo señalaré, por el momento, que todo esto es una distorsión de la verdad y un ataque a la ética, causado por ese relativismo en el discurso político (Sime Rendon, 2016), y que el fin no justifica los medios, eso sería, por ejemplo, asumir, que una mujer acepte los golpes de su esposo solo porque este le da dinero para la comida, o “tolerar que el profesor de tu hijo le pegue porque así aprende mejor” (Holguín,2014).