• 24/02/2023 00:00

Guerra, pronóstico más que reservado

"El lunes pasado, en Kiev, Biden respaldó plenamente a Ucrania [...]. La respuesta moscovita fue inmediata; suspendió su participación en el Tratado Nuevo Start, que regula la fuerza nuclear de las potencias”

El territorio es actor y escenario de la política internacional y condiciona o determina la política exterior cuando un país presume o comprueba que existen amenazas exteriores. Frecuentemente se puede prevenir cuándo, en qué condiciones y qué actores intervienen cuando estalla un conflicto, pero jamás anticipar cuándo, cómo y con qué nuevos actores este termina.

Hoy, se cumple un año de la invasión rusa a Ucrania, hecho totalmente previsible tras el derrumbe del muro de Berlín, a pesar de ser el capítulo más visible y cruento de una guerra focalizada de baja intensidad iniciada con anterioridad. Veamos.

Ucrania comparte con Rusia un pasado común desde el siglo IX, cuando la tribu Rus puebla Kiev y esta se convierte en la capital del Principado de Moscú. Con contadas interrupciones, desde el siglo XVI hasta el derrumbe del Muro de Berlín, la nación ucraniana formó parte del vasto territorio ruso.

En la Cumbre de Malta de 1989 el secretario de Estado, James Baker, en presencia de Bush, le aseguró a Gorbachov que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada más”, aludiendo a las exrepúblicas soviéticas. Tras la reunificación alemana, Eslovaquia, Hungría, Polonia, República Checa, Bulgaria, Albania y Rumania y Albania ingresaron a la OTAN.

Años después, Putin acusó a la OTAN de violar el Acta Fundacional de Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad entre la Federación Rusa y la OTAN suscrita en París por Clinton y Yeltsin en mayo de 1997. La alianza había instalado potentes sistemas bélicos ofensivos en Letonia, Estonia y Polonia, muy cerca de Rusia.

En febrero del 2014 Moscú recupera la península de Crimea y poco después alienta la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. En julio de 2021 Putin sostuvo que los rusos y los ucranianos eran “un solo pueblo” y acusó a Occidente de haber producido en Ucrania un “cambio de identidad forzado”, contrario a todo lo ruso.

Producida la invasión, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, señaló que buscaban la neutralidad ucraniana -como Finlandia- la aceptación de una Crimea rusa y el reconocimiento de la independencia de las dos repúblicas aludidas.

Resulta útil entender una guerra conociendo la personalidad de sus generales. Putin, histórico cuadro de la KGB, ha manipulado lo posible reteniendo el poder más de dos décadas. Autócrata, nacionalista, conservador y pragmático, está convencido del destino manifiesto de su país, considera que su país ha sido maltratado por Occidente e intenta restaurar un poder “zarista” en el mundo.

Escaso de aliados, desafía, mide y tensa todo lo que puede al límite y afirma que el cristianismo ortodoxo ruso posee valores moralmente superiores a los occidentales, calificándolos de decadentes, dados sus “excesos liberales”.

Zelensky, quien fuera un comediante de la televisión tiempo antes de aspirar la Presidencia ucraniana, la guerra le permitió convertirse en el esperado líder de la resistencia nacional, de sus libertades y valores. El juvenil presidente facilitó extensos corredores humanitarios para que la diáspora ucraniana huyera en diversas direcciones. Millones emigraron y buena parte a la tierra de sus ancestros, como es el caso de Polonia.

Viajando frecuentemente, Zelensky consiguió que la guerra encabezara las agendas globales, consiguió ingentes fondos, unidades bélicas, armamentos y también importantes pero simbólicos votos.

En este contexto, la Unión Europea siempre sostiene largas negociaciones para acordar acciones conjuntas, debido a que cada paquete de ayuda a Ucrania debe tener en cuenta las particularidades de sus miembros, porque no todos son impactados por igual ni tienen iguales fondos para dichos fines.

Las Naciones Unidas padece de enormes limitaciones que nacen de la conformación del Consejo de Seguridad; no ha podido gestar un orden mundial justo, ni siquiera un orden, evidenciando el prevaleciente mundo apolar. Así y todo, Zelenski consiguió que los referendos promovidos por Moscú en Jersón y Zaporizhia, Lugansk y en Donetsk fueran declarados violatorios al derecho internacional y que la Asamblea General adopte una resolución –no vinculante- condenando la invasión con 141 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones.

La desinformación es tan antigua como la guerra, resulta imposible obtener datos precisos, pero las imágenes no dejan dudas de la ferocidad del conflicto. Ahora bien, un balance preliminar permite suponer que los muertos y heridos militares y civiles son muchísimos, y asegurar que no menos del 80 % de los activos críticos ucranianos han sido destruidos. Según fuentes especializadas, la producción y precio final de las armas -negocio para pocos- alcanzan máximos históricos. Debido a las renovadas y ampliadas restricciones impuestas a Rusia y el corte del suministro de su gas a Alemania, entre otros, aumentó el costo del petróleo, la inseguridad alimentaria y los actores en la escena. En adición, subió el costo de vida por doquier, se alteraron las rutas comerciales y Moscú fortalece, política y comercialmente la ruta euroasiática.

Sylvie Kauffmann, editorialista de política internacional de Le monde y excorresponsal en Moscú, considera que la guerra ha cambiado profundamente a Europa. Ella nos lo explica así:

“Primero dijimos que esta guerra era existencial para Ucrania, luego nos dimos cuenta de que también lo era para Putin. Si la pierde, todo su credo se desmorona, luego nos dimos cuenta de que también es importante para nosotros”.

Zelensky inicialmente estuvo dispuesto a garantizar la neutralidad ucraniana, pero no hubo armisticio para negociar nada. La sorpresa ha sido la resistencia ucraniana a punto de existir un oculto temor de que Rusia sea atacada en su suelo, lo que no puedo descartar.

El lunes pasado, en Kiev, Biden respaldó plenamente a Ucrania diciendo: “Un año después, Kiev sigue de pie, Ucrania sigue de pie y la democracia sigue de pie” y después en Polonia: “Ucrania nunca será una victoria para Rusia, nunca”. La respuesta moscovita fue inmediata; suspendió su participación en el Tratado Nuevo Start, que regula la fuerza nuclear de las potencias.

Finalizando, en esta semana el conflicto escaló gravemente, ergo, el presente parte de guerra es de pronóstico más que reservado.

(*) Peruano, PhD en Ciencia Política, experto en gobierno e internacionalista.
Lo Nuevo
comments powered by Disqus