• 17/03/2023 00:00

Nada nuevo en el horizonte político

“La inseguridad en las calles, [...], no será abordada de manera responsable por los actuales aspirantes a dirigir los destinos de nuestro país”

Hasta la fecha, lo que estamos contemplando en el escenario preelectoral es la repetición de las mismas formas y prácticas de “hacer política” que persisten a través de décadas en nuestro país.

Por un lado, están los discursos de “barricada”, con lo cual algunos personajes bastante conocidos nos pretenden “vender” acompañados de fórmulas mágicas donde la corrupción y la pobreza serán extirpadas de una vez por todas. La demagogia, o el arte de prometer cosas que jamás se cumplirán, está otra vez de vuelta. Figuras políticas, con intenciones de capturar simpatía y votos, de pronto se nos aparecen con rostros compungidos y un aura de “santidad”.

Muchos de los “grandes partidos políticos” que hoy tenemos son viejos cascarones donde no se alberga ya ni una pizca de componentes ideológicos. Su visión oferta-clientela se pone otra vez de manifiesto con el ofrecimiento de “salpiques” y puestos de trabajos a todos aquellos ciudadanos que prometan dar su apoyo y desde luego el voto.

Panamá, hoy día, atraviesa por graves problemas de pobreza, entre los cuales el desempleo es una de sus aristas. La inseguridad en las calles, por la ola diaria de homicidios, femicidios, raptos, desapariciones, al parecer, no será abordada de manera responsable por los actuales aspirantes a dirigir los destinos de nuestro país. Sin carisma ni carácter para hacer cumplir las leyes como dicta la Constitución Nacional, reaparecen una vez más los mismos perfiles de políticos a los que solo les interesa “engrosar sus cuentas bancarias” a costa de negociados a espaldas del pueblo panameño.

Para la conformación de alianzas que respaldan a un candidato, como en ocasiones pasadas, solo se requieren la ambición y las ansias de ocupar puestos estratégicos en el Gobierno, cuya repartición se realizará de acuerdo a las cuotas de poder que tengan los partidos y los grados de aceptación que marcan algunas “encuestas de opinión”, muchas de ellas pagadas para beneficiar a determinadas figuras.

También la injerencia del Gobierno de Estados Unidos en nuestros asuntos internos vuelve a manifestarse con las declaraciones de la actual embajadora de la potencia norteña, donde diplomáticamente nos trata de imponer los candidatos que deben “ser ganadores”; es decir, aquellos que se han “portado bien”. Ya no es el discurso de la “guerra fría” contra el comunismo; ahora la nueva embajadora, Mari Carmen Aponte, nos sugiere que la “democracia está en peligro” por problemas de corrupción y, al parecer, existe una larga lista de excluidos del beneplácito “gringo” por estar embarrados en “negocios sucios”.

Es lamentable que, en pleno siglo XXI, los gobernantes de turno en nuestro país sigan actuando como “lacayos” de los presidentes de Estados Unidos y danzando “al son que estos les toquen”. En desfase, el Gobierno demócrata de Joe Biden continúa actuando con el “chip” del intervencionismo y pensando que América Latina sigue siendo su “patio trasero”.

La gran “alianza de partidos”, que se empezó a cocinar con la entrada en escena del expresidente Martín Torrijos, quien ahora nos quiere impresionar con su discurso “anticorrupción”, no es más que la representación de los mismos poderes económicos que patrocinan y mueven los hilos políticos en nuestro país desde hace mucho.

Todo apunta a que la figura de Martín Torrijos atraerá, como una luz a las polillas, a todos aquellos políticos que adversan a Ricardo Martinelli y también a los muchos resentidos y marginados del Partido Revolucionario Democrático que esperan una respuesta a sus demandas de empleo seguro, que el Gobierno de Laurentino Cortizo no pudo cristalizar. Amanecerá y veremos.

Sociólogo y docente panameño.
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