• 04/05/2011 02:00

Los 35 minutos de Panamá

S ería equivocado desconocer el significado de la reunión del pasado 28 de abril del presidente panameño y el de Estados Unidos. Sin emb...

S ería equivocado desconocer el significado de la reunión del pasado 28 de abril del presidente panameño y el de Estados Unidos. Sin embargo, es de suponer que ese encuentro fuese más importante para nuestro presidente, porque debió representar una experiencia personal y política que lo llenaría de satisfacción. Para el mandatario de la nación más poderosa del mundo —que busca su reelección el próximo año— quizás no tuviera igual trascendencia política, más allá de la oportunidad de calibrar personalmente a su homólogo panameño. Los beneficios concretos para nuestro país están por verse, ya que mucho dependerá de las acciones de seguimiento de ahora en adelante.

Recuerdo que, en el encuentro de 1990 del presidente Endara y el presidente Bush padre, se le dedicó al tema de Panamá una sesión de trabajo seguida de un almuerzo ofrecido por el anfitrión en la Casa Blanca; pero, tanto entonces como ahora, es evidente que el tiempo limitado siempre obliga a destilar los puntos neurálgicos que se hayan de tratar en esa oportunidad. De otro lado, hay la razonable sospecha —abonada por una batería de wikileaks conocidos y por conocer— de que no hay nada que nuestro presidente pudo decirle a su homólogo que este ya no supiera sobre su propia persona, nuestro gobierno, los panameños y Panamá. Los eslóganes ‘Vamos bien’, ‘Ahora le toca al pueblo’ y ‘Juntos trabajando’, etc., deben ser harto conocidos en Washington; cualquier referencia directa o indirecta a ellos hubiese significado perder valiosos minutos.

En cambio, interesante sería conocer lo discutido en la intimidad; sobre todo aquellos asuntos que no podrían dejar de tratarse en esta singular oportunidad. Son los temas trascendentales que deben quedar bien sedimentados: claros mensajes de parte y parte, que deben ser cuidadosamente analizados. No cabrían notas discordantes porque ambos presidentes son individuos políticos, sobre todo el anfitrión que entusiasmó a su pueblo con un discurso que rememoró los ideales del difunto presidente Kennedy. Por eso debemos pensar que era lógico que el ambiente fuese de la mayor cordialidad y amistad, aunque lo cortés no debió quitar lo valiente. Las reglas dicen que las fotografías deben mostrar sonrisas con apretones de manos.

Para adivinar lo que trascendió a puertas cerradas podemos referirnos a la declaración conjunta de seis minutos al terminar la sesión de trabajo. Ambos mandatarios coincidieron en informar sobre dos temas centrales: el TPC que, según ellos, ayudará al crecimiento económico y a la creación de empleos en ambos países, y el combate al narcotráfico que, se dijo, nuestra República lidera con efectividad. Llama la atención que el anfitrión calificara como buena la legislación bancaria e impositiva introducida por el mandatario panameño.

Pero resulta curioso que el presidente Obama se refiriera a otros temas aparentemente no incluidos en la agenda panameña. En su declaración final el presidente estadounidense dijo: ‘También discutimos algunos temas más amplios relacionados con la región. Estuvimos de acuerdo en que en tanto seamos una vitrina que muestre el éxito de mercados abiertos, del compromiso con la democracia, con los derechos humanos, con las libertades individuales, con la libertad de prensa, mientras más subrayemos esos valores que nuestros dos países compartimos, tanto mayor será el éxito de las gentes de la región’. (www.whitehouse.gov/schedule/president/2011-04-28).

Evidentemente el presidente Obama no desaprovechó oportunidad para aludir a cuatro temas políticos no incluidos entre los asuntos económicos propuestos por Panamá: democracia, derechos humanos, libertades individuales y libertad de prensa. Los ponderó como valores compartidos por ambos países. Podría ser un guante dirigido a otros regímenes en la región, o constituir una señal intencionalmente enviada a nuestro país. Dudo que el comentario fuese improvisado; al contrario, cabe preguntar si en realidad se trató de una sutil advertencia diplomática motivada por wikileaks llegados a varios estamentos del gobierno norteamericano, o por denuncias de violaciones a derechos humanos y otras libertades individuales. En todo caso no deberíamos darnos el lujo de soslayar el comentario: cuidado que la ratificación del TPC allá en el Senado todavía se haga depender de futuros wikileaks favorables.

*EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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