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- 09/08/2014 02:00
Los mandamientos del abogado
En Panamá hablar de ‘Derecho’ o de abogados, es hablar de don Justo Arosemena, el jurista que trazó el destino del Canal interoceánico, autor de la primera Constitución Política de Panamá tras su separación de Colombia como país independiente. Por lo tanto, ninguna ocasión más propicia y oportuna que escoger el día de su natalicio, el 9 de agosto de 1817, para presentar y analizar, algunos de los MANDAMIENTOS DEL ABOGADO, que indicamos a continuación:
1°) Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado. 2°) Piensa. El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. 3°) Trabaja. La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. 4°) Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho: pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia.
5°) Sé leal. Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es digno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices; y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas. 6°) Tolera. Tolerar la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya. 7°) Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración. 8°) Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del Derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho ni justicia ni paz. 9°) Olvida. La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fuera cargada tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvidad tan pronto tu victoria como tu derrota. 10°) Ama a tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera, que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado.
Los mandamientos del abogado, cuya autoría se atribuye al jurista uruguayo Dr. Eduardo J. Couture, contienen y condensan una serie de principios y valores que, en forma de decálogo, están dirigidos y aspiran a expresar, en resumidas palabras, la jerarquía del ministerio del abogado y la alta misión de la Abogacía en la sociedad. Ordenan y confortan al mismo tiempo; mantienen alerta la conciencia del deber; procuran ajustar la condición humana del abogado, dentro de la misión de la defensa. Por ello, se afirma contundentemente que ‘Hay que tener fe en el Derecho, en la justicia, en la paz y, sobre todo, en la LIBERTAD y ¿sabes por qué?, porque hoy, aquí, en este tiempo y en este lugar del mundo, las exigencias de la libertad humana y los requerimientos de la justicia social constituyen las notas dominantes de la Abogacía, sin las cuales el sentido docente de esta profesión puede considerarse frustrado. Pero a su vez, la libertad y la justicia pertenecen a un orden general, dentro del cual interfieren, chocan y luchan otros valores.
Otro de los supremos valores del hombre, en sus relaciones sociales, es la JUSTICIA. De allí que se afirme que hay que luchar ‘primordialmente’ por la Justicia. No hay la menor duda, como lo recalca el preclaro maestro José Campillo al escribir: ‘El fin de la actividad del abogado es realizar la justicia por medio del Derecho, tener presente que es un servidor del Derecho y que debe pugnar por la justicia y la moral’. Siguiendo el refrán español que ‘a buen entendedor, pocas palabras’, podemos afirmar, que la justicia es la virtud cardinal que supone la inclinación a otorgar a cada uno aquello que le pertenece o lo concierne. Puede entenderse a la justicia como lo que debe hacerse de acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo indicado por el Derecho.
La Abogacía es por eso: arte y política, ética y acción. Como arte. El abogado está hecho para el Derecho y no el Derecho para el abogado. El arte del manejo de las leyes está sustentado, primero, en la exquisita dignidad de la materia confiada a las manos del artista. Como política. La Abogacía es la disciplina de la libertad dentro del orden. Los conflictos entre lo real y lo ideal, entre la libertad y la autoridad, entre el individuo y el poder, constituyen el tema diario. En medio de estos conflictos, cada vez más dramáticos, el abogado no es una hoja en la tempestad. Por el contrario, desde la autoridad que crea el Derecho o desde la defensa que pugna por su justa aplicación, el abogado es quien desata muchas veces ráfagas de la tempestad y puede contenerlas. Como ética. La Abogacía es un constante ejercicio de la virtud. La virtud de obrar y actuar correcta y honestamente. La tentación pasa siete veces cada día por delante del abogado. Este puede hacer de su oficio la más noble de todas las profesiones o el más vil de todos los oficios.
La Abogacía es un constante servicio de valores superiores que rigen la conducta humana. La profesión demanda el sereno sosiego de la experiencia y del adoctrinamiento en la justicia; pero cuando la anarquía, el despotismo o el menosprecio a la condición del hombre sacuden las instituciones y hacen temblar los derechos individuales, entonces la Abogacía es militancia en la lucha por la libertad.
Finalmente, espera siempre del abogado una voz orientadora, y nada más propicio que poner en práctica las tres reglas de oro del derecho: vivir honestamente, no hacer mal al prójimo y dar a cada uno lo suyo.
ABOGADO