• 21/07/2021 00:00

Agencia de viajes papal: la maratón de Francisco

“El papa nos ha ayudado a comprender que, además de nobles, como nos catalogó después de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, podemos ser mejores ciudadanos […]”

Su Santidad Francisco convocó, a nivel mundial, un Rosario por las víctimas de COVID-19. Comencé por seguir el Rosario esporádicamente. Sentí que Francisco nos había invitado a una Gira Universal. La pantalla de la TV absorbía mi atención, me pegaba a ella para mirar cada detalle, así conocí rostros de gente de todo el mundo. Sus gustos, su devoción, sus vestimentas, sus idiomas.

Así las cosas, por mi mente pasó velozmente la idea de que Francisco tenía una “agencia turística”, en la cual los católicos del mundo habíamos comprado nuestros boletos de viaje y que el costo que el cobraba era: “No se olviden de rezar por mí”.

Me impresionó África, con una iglesia calurosa, en donde había mujeres con el avemaría en la boca, la Camándula en una mano y un abanico en la otra, echándose fresco. Las imágenes de la Madre de Dios eran diversas, impresionante la Virgen Negra de Chentesjova de Polonia. Desde niños se nos enseñó que tanto la Virgen como los ángeles todos eran blancos, pero con esta “Excursión de Francisco” aprendimos que tanto Dios como su Hijo y su Madre no tienen raza ni color específico, para mí el color de ellos es de Amor y Paz. En cada país se les evoca de acuerdo con el sentimiento religioso del lugar. Pude apreciar iglesias, basílicas, monasterios, templos hechos con palmeras, templos góticos, futuristas. Los interiores de ellos decorados de una arquitectura extraordinaria. Los crucifijos, las mesas del sacrificio, los incensarios, las velas, los sagrarios, las imágenes, todo era digno de apreciar. Esto me motivó a dedicarme a tomar fotos con mi celular y hacer un gran álbum de esta excursión franciscana.

Para mí, los rezos africanos tenían más valor ante los ojos de Dios que los nuestros, pues nosotros en cómodas casas, con sillones amplios y muchos con aire acondicionado y ellos en bancas, suelos y taburetes. Me agradó Polonia con su Madona Negra, la Caridad del Cobre cubana. Me agradó India por su sencillez, España con sus rezos en dialectos marianos (“YO VAI A DAEDRO, URRUTIRA: UZRRA”), lo mismo que Pompeya, sin dejar por fuera a Lourdes. La cúpula de la catedral de san Pedro fue presentada en vistas formidables, con paisajes lejanos nunca vistos. La Virgen que desata los nudos, bendecida por Francisco, era desconocida para mí, en esta excursión fue conocida. Los gestos de Francisco con ella demostraron que es devoto de ella y que le ha desatado muchos nudos. Realmente para mí fue la “madona del rosario universal”.

Creo debería ser divulgada su devoción, pues en el mundo hay enormes nudos que desatar. No solo personales, sino nacionales, aquí nos dolerían las manos de tanto nudo que desatar a nivel nacional.

La belleza de los jardines vaticanos quedó expuesta al mundo, dando a la excursión del papa un toque de serenidad. El rosario de los ortodoxos fue impresionante por sus vestimentas, sus imágenes y cantos como lamentos. Vi rostros de Cristo hechos como “a punta de machete”, indudablemente al estilo del lugar, pero siempre rostro del Hijo de Dios que no tiene nacionalidad. El Medallón de la Inmaculada Concepción de Washington, impresionante, muy sencillo, con un obispo negro. Él demostró tal recogimiento que cautivó a la audiencia. Su color no impidió la fe demostrada.

Opino que todos hemos llegado a la meta de esta maratón franciscana, unos aprendiendo a rezarle a la Madre por medio del Rosario; otros, uniendo más a los núcleos familiares, otros han enfrentado con fe sus miedos, y problemas.

Concluyo que el Arquitecto del Universo, quien nos responde, cuando nuestro “edificio corporal” se tambalea con dudas y temores, nos ha respondido con el rezo de esta maratón mundial con una devoción masiva. En definitiva, Francisco nos unió en la oración. El papa nos ha ayudado a comprender que, además de nobles, como nos catalogó después de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, podemos ser mejores ciudadanos, si reconocemos que, con el rezo del Rosario, a la luz de la fe, podemos gozar de paz y esperanza en un mundo mejor.

Transcripción de mi nieto Diego Alejandro.

Catequista de Confirmación, Basílica Don Bosco.
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